Las oficinas abiertas, diáfanas, —esas que un día califiqué como oficinas-trampa tomando prestado un tema de NYT— se ven ahora comprometidas. Vuelve el cubículo, señores, o al menos lo hace temporalmente.
La culpa la tiene el COVID-19. Tuiteé hace días el estudio de Erin Bromage, un biólogo que explicaba cómo