Ya estoy mayor para andar con ROMs personalizadas

Cómo ha cambiado el cuento. Hace unos años era un usuario bastante inquieto de móviles. Tenía bastante más tiempo libre, así que cuando no estaba trasteando con la PSP, los HTPC o los iPhone andaba haciendo otros experimentos más o menos friquis.
Vivía la vida peligrosamente.
Ocurría un poco lo mismo con las ROMs personalizadas para móviles Android. Mi HTC Desire me dio una oportunidad estupenda en 2011 para probar un MIUI que ya por entonces yo calificaba como la ROM casi perfecta. Desde aquel momento hice mis pinitos de cuando en cuando, sobre todo si quería alargar un poco la vida de dispositivos que dejaban de actualizarse por parte de sus fabricantes.
También lo hacía por afición, y el OnePlus One por ejemplo me permitió probar alguna que otra ROM simpática gracias a ser desde su aparición uno de esos dispositivos mimados por los cocineros de ROMs.
El caso es que hace unas semanas me dio un yuyu. El Xiaomi Mi 6 que tengo desde hace algo menos de un año seguía impoluto en cuanto a su software, pero habían aparecido noticias apetitosas con cosas que me apetecía probar. Por ejemplo, esa Google Camera HDR+ que todo el mundo decía que mejoraba las fotos de forma importante en los móviles para los que había APK disponible.
También quería probar las novedades de Android 8.1 que aún no estaban disponibles en MIUI, así que me puse a investigar para ver qué tal era volver a esa vida peligrosa y azarosa de quienes toquetean su móvil para instalar ROMs personalizadas.
El resultado, por si no queréis leer más, fue un desastre.
De hecho acabé tan cansado de la experiencia que aunque pretendía hacer este post hace tiempo he acabado posponiéndolo demasiado. Como no tomé notas se me han difuminado algunos detalles que podrían darle más consistencia a la historia, pero todo empezaba ya de forma prometedora cuando solo para rootear el móvil es necesario "pedir la bendición" de Xiaomi. Lo explican bien aquí por ejemplo, pero es tremendo —por no decir otra cosa— que tengas que informar al fabricante de que quieres desbloquear tu dispositivo, que al fin y al cabo es tuyo.
El caso es que tras la inevitable espera —un par de días creo recordar— recibí la bendita confirmación por SMS, tras lo cual pude desbloquear el terminal e instalar TWRP para poder acceder al tradicional menú de recuperación desde el que instalar ROMs. No recuerdo qué pasó exactamente aquí, pero también tuve problemas con alguna versión que no se instalaba bien y acababa yendo al menú de recuperación nativo de Xiaomi, que no sirve prácticamente para nada.
Cuando por fin logré comenzar a probar ROMs, me encontré con más historietas. Me animé primero con Pixel Experience, la ROM que me permitía probar esa experiencia 'Android 8.1 pura' que quería disfrutar en el Xiaomi Mi 6. Lo cierto es que la primera impresión fue buena, pero pronto me cansé de ese buscador en la parte baja —qué horror— que no podía quitar de ahí de forma nativa: son lentejas. Eso obliga a instalar otro lanzador, y aquí es donde opté por tirar del ya célebre Nova Launcher que libera un poco el móvil de ese tipo de pijadas, aunque condicione en otros apartados. Por ejemplo en el del tamaño de los iconos, pequeño para mi gusto pero que no puedes aumentar si no pasas a la versión Premium. Muy cucos estos de Nova Launcher con esas pequeñas opciones capadas que condicionan la experiencia.
El caso es que como decía lo de disfrutar de un Android 8.1 'puro' tiene su encanto, sobre todo porque ciertamente la gestión de notificaciones es mejor que la de MIUI (más elegante, accesible y potente) y porque también destaca en esos menús de configuración que molan bastante. Pronto me puse a instalar la cámara HDR+ de Google, porque resulta que la aplicación de cámara nativa —creo recordar— era tan básica que no me convenció ni durante 10 segundos.
Lo gracioso es que la famosa cámara de Google tampoco me convenció. Saqué algunas fotos y me di cuenta de que 1) los tiempos de acceso y disparo empeoraban sensiblemente y 2) el modo retrato nativo de la cámara del Mi 6 era mucho más importante para mí que el modo HDR+ que se supone que mejoraba las fotos pero que a mí no me pareció nada del otro jueves.
A eso se unió otro problema: al estar el móvil desbloqueado, perdía de serie la opción de poder pagar con el móvil. Sabía antes de proceder que iba a tener que hacer ese sacrificio, pero lo que no sabía es que en realidad no tendría que hacerlo. Hace tiempo que un sistema llamado Magisk y del cual no había leído nada hasta el momento soluciona el tema "disfrazando" un poco aplicaciones que necesitan esos privilegios para que puedan funcionar como lo harían en un terminal con el bootloader bloqueado. Tras instalarla logré solucionar aquello, pero aquella experiencia no me convencía.
Total, que probé un par de ROMs más. Una fue una versión algo inestable de Lineage OS 15.1 que tenía buena pinta salvo por un problema bastante importante: se comía la batería. Suelo dejar el móvil en modo avión por la noche, y la primea noche que probé la batería bajo más de 20 puntos porcentuales. Una actualización posterior redujo el problema (del 58% bajó al 52%, casi aceptable), pero de nuevo me encontraba con una experiencia Android pura que me obligaba a usar la cámara de Google, con la que era imposible emular los buenos resultados de la cámara nativa de MIUI con el modo retrato, por ejemplo. No molaba nada.
Eso me llevó a la llamada Epic ROM —con cocinero español de por medio, por cierto— en la que había una diferencia fundamental: estaba basada en MIUI 9 pero con mejoras en varios ámbitos como un teórico reconocimiento facial que yo nunca logré encontrar o saber activar. Los problemas aquí surgieron ya desde el principio además con una Google Play que tampoco me funcionaba aun trasteando con Magisk, y eso unido a una cámara que de hecho no era la más reciente de MIUI (creo recordar) me acabó convenciendo de que la aventura se había acabado.
El fracaso, eso sí, aún no estaba completo.
Harto de tanta decepción, tantos pequeños y grandes obstáculos y tal pérdida de tiempo acabé tomando la decisión que solo alguien sabio y experimentado puede tomar: me rendí y volví a dejarlo todo como estaba. Ni siquiera recuerdo cuál es el tutorial que seguí, pero sé que lo hice con una herramienta oficial llamada MiFlash que te permite reinstalar la ROM oficial y luego bloquear el dispositivo.
Todo era felicidad: la cámara volvía a funcionar como siempre funcionó, la batería no se agotaba por las noches y todo funcionaba como si no hubiera pasado nada.
Y entonces, otro desastre más. O casi.
Resulta que en mis ansias por empezar todo el proceso no tuve la precaución de hacer una copia de seguridad completa del móvil antes de iniciar todo. No sé si eso me hubiera salvado no obstante, porque el problema que tuve surgió con Google Authenticator. Uso esta herramienta para la autenticación en dos pasos de un par de cosas, y una de ellas era la de mi cartera de bitcoins, que tenía una cantidad ridícula como ya sabéis pero que oye, me reventaba perder. Como buen pardillo cuando creé aquel código 2FA no guardé la clave de backup por si luego surgían problemas como este, así que estaba a dos velas.
¿Qué pasa cuando usas 2FA en un servicio de estos? Pues que lograr volver a recuperar el acceso a tu cuenta en ese servicio es una verdadera historieta. No hay un mensaje tipo "¿Has olvidado tu clave 2FA?" en ellos, y dado que se trata de cuentas sensibles con dinero en ellas, quienes las llevan se toman la seguridad bastante en serio. Hay que enviar un montón de datos que igual alguno ni siquiera apunta (fechas y cantidades de las últimas transacciones, hashes de esas transacciones, dirección de la cartera, etc), además de verificar tu identidad sacándote un selfie con tu DNI y la pantalla del ordenador mostrando el correo de soporte (en este caso).
El proceso es lento, es farragoso y tal y como están las cosas la seguridad de lograr acceso a tu cuenta es (o esa impresión me dio a mí) limitada. Estas empresas andan en un terreno regulatorio ambiguo, así que igual algún sinvergüenza podría aprovechar la circunstancia para soltar un "uy, lo siento pero no creo que seas quien dices ser". En mi caso el problema como digo no era importante por la cantidad, pero aún así me tocaba las narices perder ese acceso.
Afortunadamente, todo salió bien. A los pocos días recibí un mensaje informándome de que habían deshabilitado la autenticación en dos pasos de mi cuenta, lo que me permitía acceder a ella con usuario y contraseña como si nunca hubiera activado 2FA. Fiu. Muchas lecciones aprendidas por tanto de la aventurilla por tanto:
- 2FA: tener códigos de backup de tus códigos 2FA bien guardaditos por si las moscas es bastante crítico en estos casos.
- Copia de seguridad: hay herramientas de sobra para hacer copias de seguridad de tu móvil y de todo lo que tienes en él (en TWRP hay una, por ej), así que antes de trastear con estas cosas, ya sabes, haz una. De nuevo, por si la smoscas.
- ¿Qué ventajas tienen las ROMs personalizadas? Mi conclusión es que ponerse a instalar una ROM personalizada a estas alturas no tiene ni mucho menos tanto sentido como lo tenía hace algún tiempo. Puedes perder funciones importantes (pagos móviles, cámara, Google Play en mi caso) que no funcionen o lo hagan mal, y también perder rendimiento, estabilidad o autonomía de la batería. También es posible que ganes en algunos apartados, pero mi experiencia me ha dejado claro que al menos en mi caso las desventajas superaban a las ventajas.
Diría de hecho que para mí la conclusión está bastante clara. Si tienes un móvil que ya no recibe actualizaciones y quieres disfrutar de lo último de Android, perfecto, sobre todo si hay una actividad importante en foros como el imprescindible XDA Developers. Si tu móvil es relativamente reciente igual no deberías tocar nada, porque te expones a estropear cosas y lo cierto es que Android y las capas de personalización de los fabricantes están a estas alturas bastante maduras.
Pero claro, esto os lo dice alguien al que igual se le ha pasado el arroz para andar haciendo el idiota con su móvil. O quizás no, oye: no descarto volver a intentarlo más adelante. Ya me conocéis: me encanta vivir peligrosamente. Aunque sea de cuando en cuando.