Xbox One y la tragedia de Vicente
Leía hoy en Hipertextual (vía @jlacort) un buen resumen de la situación del segmento de los videojuegos en nuestro país en 2015 en el que había una conclusión conocida pero no por ello menos contundente: España es un país de PlayStation.


Eso no es extraño en el hogar de la pandereta, porque aquí somos mucho no ya de tomar bando, sino de hacerlo siempre del bando
mejormayoritario. La tragedia de Vicente es una realidad palpable en españa, donde lo de seguir la corriente y arrimarse al arbolito de Nationale Nederlanden que más cobija es una constante. Eso en el segmento de la tecnología es aún más importante: o estás en el bando
mejormayoritario, o es como si no estuvieses.
Pasó con VHS y Beta, pasó con el Spectrum y el resto de ordenadores de 8 bits, pasó con el PC y el Amiga (o el Mac), y pasó con WhatsApp y el resto de aplicaciones de mensajería. Es cierto que muchas de esas tendencias no son españolas, sino globales -la PS4 domina en Europa, desde luego-, pero también lo es que aquí quien gana suele hacerlo por goleada. Somos un país de Real Madrides frente a Atletis.

Todo eso no evita que me sorprenda por las cifras que mencionaban en Hipertextual: por cada juego de la Xbox One se venden 8 juegos de la PS4, y aunque (que yo sepa) no hay datos de ventas oficiales de consolas aquí, está claro que el dominio de la consola de Sony es absolutamente brutal. Incluso mirando la lista de copias vendidas de juegos el balance es aplastante, y hasta la Wii U supera de largo a la Xbox One, que está muy cerquita de la PS Vita (¡¡la PS Vita!!).
Este, claro, es el pez que se muerde la cola, pero esa manida frase no debería ser tan cierta aquí porque las consolas son un fenómeno global. Cierto que al final te ves muy influenciado por lo que compran tus amigos y familiares, pero cuando juegas online muchas veces (en mi caso, prácticamente todas) lo haces con desconocidos. Probablemente yo me estoy perdiendo buena parte de la gracia de las consolas -darle cera a un amigo y humillarle por ello es tan español como eso de los bandos- pero cuando compré la Xbox One lo hice por una razón poco práctica: me parecía mejor consola.
Que Microsoft
haya perdidoesté perdiendo la batalla fue culpa suya, claro. Ya hemos hablado de la sarta de errores que cometieron en el lanzamiento -Kinect obligatorio, mensajes confusos y contradictorios- pero también es cierto que Microsoft escuchó parte de esas críticas y acabó reaccionando. Si en ese lanzamiento ya pensaba que la Xbox One era mejor, esos cambios y todo lo que está llegando a la consola no para de confirmármelo. Puede que sea algo menos potente, pero es una consola más completa en muchas áreas, y este verano se convertirá además en un producto
aún más versátilcon ese ‘Anniversary Update‘ que entre otras cosas la convertirá en un PC si eso es lo que necesitamos de cuando en cuando.

Hoy han anunciado Cortana en versión preliminar (hablaba de ello en The Unshut), por ejemplo, pero eso se unirá a otras muchas mejoras y a cosas que siguen consolidando un conjunto de opciones notable como el de la retrocompatibilidad o la citada llegada de las aplicaciones y juegos universales que unirán el ecosistema con el de Windows 10, algo que a priori debería ser muy interesante.
Así que, queridos lectores, si sois de PS4, mi enhorabuena: seguir a Vicente -y al resto de la gente- tiene sus ventajas. Yo mientras tanto seguiré feliz con mi Xbox One dándole al FIFA (en realidad me dan más que dar yo, pero si alguien me quiere añadir soy Javipas73 en Xbox Live) y a algún que otro jueguecito adicional del que tengo que hablar pronto. Por cierto que en esto va a haber sorpresas, porque vuelven Harry y Sally. Pero no quiero adelantar acontecimientos… ahí queda eso.
PD: Idea de última hora para que la Xbox One recupere terreno: que por arte de magia aparezca un método para piratearla y lograr que se cualquiera pueda jugar a copias piratas de juegos. Así es como la Xbox logró convertirse de la noche a la mañana en una rival en toda regla de la aparentemente omnipotente PlayStation 2. Je.
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