Windows 10 y sus actualizaciones, decepción y ¿bendito? aburrimiento

Te va a dar igual instalar la Fall Creators Update, porque Windows 10 será (casi) exactamente igual que hace dos años. Es algo que me decepciona, porque a estas alturas, como decía en Xataka anteayer, parece como si en Microsoft solo buscaran los fuegos artificiales.

A ver, que me parece muy bien que nos quieran vender la moto con eso de que la realidad

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mixta es lo que estábamos esperando realmente. O que de repente el stylus/pen/lápiz sea imprescindible en tu vida, que no lo va a ser. O que Edge pueda servirte para leer tus PDF y EPUB y garabatearlos, algo que, la verdad, no se me ocurre hacer en ningún escenario.

A mí esas opciones me importan bastante poco, la verdad. De hecho diría que le importan bastante poco a la inmensa mayoría de usuarios, pero es que dos de ellas están centradas en trending topics o buzzwords en el mundo del marketing hardware. En tendencias vendemoto, vaya.

Molas más si vendes realidad

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mixta, y molas más si puedes hacer un montón de cosas con un lápiz en los vídeos de producto, aunque luego ese lápiz se use mucho menos de lo que nos quieren hacer ver.

De hecho me sorprende ver cómo uno de los grandes protagonistas de las dos últimas grandes actualizaciones ha sido Paint (ahora Paint 3D), una aplicación que no sé si alguien usa pero que en lugar de aprovechar para reconvertirla a una suite ligera de edición de fotos es más un juguete que otra cosa. No hay solución para esa incoherencia que hace que tengamos por un lado un panel de control y por otro la herramienta de configuración que se reparten las preferencias del sistema, y tampoco hay apenas impacto de ese nuevo diseño Fluent Design que por ahora solo nos ha devuelto las texturas traslúcidas que ya vimos hace años en Windows 7 con Aero. La verdad, qué decepción.

Tampoco hay mejoras destacables en componentes teóricamente estrella como Cortana —que sigue sin apetecerme usar por los permisos que hay que darle para espiar todo lo que hago—, y me la refanfinfla que ahora haya un iconito con "My People" en la barra de tareas que va a servirme solo para saber que efectivamente he instalado la actualización.

Destacaría solo dos cosas de esta actualización. La primera, el mayor soporte a distribuciones Linux, que aún así dudo que aproveche mucha gente. La segunda, la verdadera joya (por decir algo) de esta actualización, es Photo Stories, esa característica que permite generar vídeos a partir de fotos y clips de tu biblioteca. La he probado poco, pero me parece una gran idea que recupera el encanto de Movie Maker y lo hace más útil.

Que eso me parezca lo mejor de Fall Creators Update es significativo: lo que quiero (y de nuevo, lo que creo que quieren los usuarios) son mejoras prácticas que muchos vayan a usar. No veo a mucha gente editando imágenes y superponiendo objetos 3D, y tampoco veo a mucha gente usando el stylus diga lo que diga Microsoft.

Lo que veo es que la gente quiere hacer lo que hacía mejor de lo que lo hacía. Por eso esas Photo Stories son una mejora real de Windows 10, y por eso lamento que Paint 3D se haya quedado en un gimmick. Me parece increíble que no ofrezcan mejoras en herramientas clásicas como un bloc de notas que se ha quedado anclado en el pasado, que Edge siga siendo tan simplón y tan poco atractivo —imposible que me atraiga usarlo por muy bueno que parezca—, o que no implementen de una vez una tienda de aplicaciones que es una verguenza por desorganización, cantidad, o calidad de las propuestas. No sé si os pasa a vosotros, pero cuando voy a instalar alguna aplicación jamás —insisto, jamás— la busco en la tienda. Me voy al navegador, pongo el nombre y la descargo desde el sitio web de los desarrolladores. ¿Cómo es posible, cuando la App Store y Google Play son tan perfectas para el descubrimiento y la distribución de software?

Lo cierto es que el aburrimiento que me produce Windows 10 se extiende a otros sistemas operativos. Hoy ya está disponible la versión final de Ubuntu 17.10, con otro de esos nombres en clave casi imposibles de recordar (empieza de nuevo el abecedario, por cierto), y la he instalado en una máquina virtual más por curiosidad que por una intención sana de trastear con ella.

¿Qué me ha parecido? Pues una Ubuntu 17.10 disfrazada de Ubuntu 17.04 y anteriores. Canonical se ha inventado un dock lateral que trata de no traicionar del todo a su tradicional Dock en Unity, pero lo que consigue es que ese GNOME que ahora es centro neurálgico de la distro no sea un GNOME como el resto de GNOMEs. Básicamente lo que ha hecho Canonical es añadir una capa de personalización que a mí, sinceramente, no me convence. No hay tampoco demasiados cambios estéticos más, así que lo que encuentras en Ubuntu es lo que encontrabas hace 2, 3, o incluso 4 años. Una vez más, aburrimiento.

En realidad ese aburrimiento no es necesariamente malo. Es la prueba de que los sistemas operativos han madurado y de que las mejoras incrementales son ahora el foco de atención. El problema es que esas mejores incrementales apenas se notan a no ser que uno compare este Windows 10 con Windows XP o que compare esta Ubuntu 17.10 con una Ubuntu 8.04, por ejemplo. No hablo ya de un macOS que es un más de lo mismo desde hace muchísimo tiempo: una vez más se confirma que todas estas plataformas funcionan ya lo suficientemente bien como para que podamos esperar revoluciones.

Quizás esté pidiendo mucho, pero lo cierto es que el mundo de los sistemas operativos de escritorio (y podría decirse lo mismo en muchos casos en iOS y Android) está bastante paradete. Bien por la madurez, pero al menos en Windows 10 eso no significa que el sistema esté exento de críticas. Más bien lo contrario: si ya tienes controlado lo básico, Microsoft, quizás deberías ir de una vez por todas al detalle. Porque no sé si lo sabe, Sr. Nadella, pero los detalles importan.