Volviendo a Firefox

Volviendo a Firefox
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Ayer celebré el fin del modo vacaciones con una nueva historia de Harry&Sally para narrar en 4.300 palabras mi experiencia con Airbnb, pero hoy ya retomo el tono habitual de Incognitosis con un post que tenía ganas de hacer desde hace tiempo.

No lo hacía, claro, porque primero tenía que estar preparado para el cambio, y uno importante en mi día a día: el cambio de Chrome a Firefox.

Lo tenía en mente desde hace meses —o años, a saber—, pero Chrome me tenía atrapado en sus redes. Unas redes suavecitas, calentitas y súper cómodas. Unas en los que todo lo que hacía funcionaba como yo quería que funcionase.

El problema, claro, son los sacrificios.

En este caso, los asociados con esa monitorización y seguimiento absoluto que Chrome hace de todo lo que hacemos y dejamos de hacer mientras usamos el navegador. Para muchos —y me incluyo— el navegador es casi un sistema operativo en sí mismo. Hacemos (hago) casi todo en él, y sin una conexión a internet y un navegador de repente uno se encuentra ante la pantalla diciendo: "¿y ahora qué hago? (aparte de jugar)".

Chrome es un navegador prodigioso, y lo es tanto por su arquitectura interna por esa modularidad que

heredó

copió de Firefox a través de una extensiones que tienen de todo para todos. Yo soy usuario habitual de 9 o 10, algunas de las cuales se han convertido en compañeras inseparables de mi trabajo y ocio.

Con Chrome me siento como en casa. Y mudarse es un tostón.

Que es lo que quería tratar de hacer con el comienzo del nuevo curso. Cuando encendí mi portátil casi le doy por error al iconito de Chrome de la barra de tareas de Windows 10. En lugar de eso abrí Firefox y, eso sí, fui a por todas: me he instalado la versión Nightly de Firefox 57, el que dicen será el navegador que vuelva a poner en aprietos a Chrome por prestaciones.

En Mozilla creen que lo lograrán con una mejor experiencia de usuario gracias a dos grandes novedades: en primer lugar las nuevas WebExtensions, curiosamente compatibles con Microsoft Edge. En segundo, el soporte multiproceso, que hará que como en Chrome cada pestaña sea un proceso separado y aislado, algo que permitirá mejor gestión de recursos, mejor seguridad ante ataques y conflictos... y ya veremos si el consumo de memoria del que presumía Firefox se ve afectado.

Habrá también cambios en la interfaz gracias al llamado Project Photon, y entre ellos destaca la vuelta a pestañas cuadradotas en lugar de esas pestañas con esquinas redondeadas que le daban a Firefox un aspecto visual muy agradable. También hay cambios al abrir nueva pestaña, en la iconografía, en el menú del navegador o en la interfaz de las opciones. Pero vayamos a lo importante.

¿Cómo ha ido la mudanza?

Pues lo cierto es que sin problemas, aunque con las lógicas molestias. La primera y más importante, dejar marcadores y sobre todo barra de marcadores como la tengo en Chrome (aprovechando para reorganizar cosas), pero ante todo, comenzar a trasladar usuarios y contraseñas de uno a otro. En Chrome hago uso profuso del gestor integrado de contraseñas por comodidad desde hace años, aunque poco a poco he ido migrando a KeePass las más importantes y sensibles.

En Firefox había que ir haciendo todo ese trabajo para activar además Firefox Sync, un servicio que hace lo mismo que Chrome pero en el que tenía la cuenta totalmente en desuso. Cuando usaba Firefox lo hacía para pruebas o temas en los que a menudo no necesitaba autenticarme, así que en la mudanza está habiendo trabajo en ese sentido. No es una molestia importante, pero sí una consecuencia de querer tenerlo todo más o menos funcionando en uno y otro de la misma forma.

La barra de pestañas, la barra central y la de marcadores necesitan un poquito más de aire, creo yo.

La otra molestia, un poco más grave, es la de las extensiones. Firefox 57 tendrá un sistema de extensiones que como decía será ligeramente distinto al de sus predecesores, así que no todas las extensiones que funcionaban funcionan o, simplemente, no existen. Un ejemplo tonto es el de la extensión de Flipboard, que no existe en Firefox, así que he tenido que usar un bookmarklet a la barra de marcadores para añadir contenidos y lecturas jugosas a Flipcognitosis fácilmente. Hay alguna ausencia en particular que me está haciendo la puñeta, pero aquí se trata de tener paciencia y esperar a que la hagan compatible con FF57, supongo.

En el día a día no he notado nada especialmente diferente, pero lo cierto es que no me gustan nada esas nuevas pestañas rectangulares. No entiendo qué tenían de malo las actuales, porque mi sensación con el diseño actual es la de que está todo súper apretujado. Entiendo que quieran ganar espacio, pero esto es ridículo.

Hay otro fallo espectacular para mí en esa interfaz: una vez abres cierto número de pestañas, Firefox no las hace más pequeñas, sino que aparecen flechas de desplazamiento a los lados para que puedas moverte a las que desaparecen de esa barra de pestañas. En Chrome las pestañas siempre están ahí, presentes, y ya me he acostumbrado a tenerlas siempre a la vista.

Tampoco acabo de entender la presencia de la barra de buscador cuando la barra de direcciones ya sirve para buscar . Por ahora, eso sí, mantengo Google como motor. Quiero hacer mudanza en esto también pronto, pero cada cosa a su tiempo.

No hay mucho más que contar tras la mudanza: el cambio siempre da pereza y trae nuevos usos y nuevas costumbres a las que hay que adaptarse, así que aquí toca darle un tiempo a Firefox para ver si me acaba convenciendo. Si no lo hace, claro, acabaré volviendo a Chrome, porque esto es lo bueno de las opciones: que si no te convencen, puedes cambiar a otras. Lo importante, ya sabéis, es sentirse cómodo y en casa con lo que uno usa. Incluido el navegador, chavales.