Un puerto (USB-C) para dominarlos a todos

Un puerto (USB-C) para dominarlos a todos
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La inclusión de un puerto USB-C en el nuevo MacBook ha sido muy criticada por dos razones. La primera, que únicamente tengamos a nuestra disposición un solitario puerto de este tipo. Como de costumbre, Apple capa sus productos para luego lograr vítores y ovaciones cuando hace lo que debía haber hecho en sus primeras iteraciones.

La segunda, que únicamente tengamos a nuestra disposición un solitario puerto de este tipo. Sí, me he repetido, pero es que el argumento es el mismo, solo que en otro contexto. Podían haber incluido un par de puertos USB-C (como ha hecho el Chromebook Pixel), desde luego, pero además podían no haber renunciado completamente a puertos aún clave como los USB 3.0 (como ha hecho el Chromebook Pixel, hoy estoy de bises).

Pero ya sabéis que a Apple les gusta hacer las cosas a su manera. No solo les gusta: pueden hacerlo, así que esas críticas de algunos medios, analistas y usuarios les entran por una oreja y les salen por otra. Y en este caso yo les tengo que dar la razón, porque como dije en el anterior post, el MacBook no es para todo, ni para todos. Si quieres conectar un montón de periféricos a un portátil de Apple, cómprate un MacBook Air. Y si quieres potencia, dale al MacBook Pro. Es fácil.

Pero corramos un estúpido velo, porque aquí de lo que se trataba era de hacer una reflexión sobre USB-C, un puerto revolucionario que se adapta a los nuevos tiempos y que acabará enterrando a buena parte de los utilizados comúnmente hoy en día.

Las primeras víctimas ya son evidentes: Thunderbolt y Magsafe han sido fantásticas soluciones para Apple durante varios años, pero ahora lógicamente dejan de tener sentido. En parte resulta curioso que Apple renuncie a tecnologías propias en favor de un estándar que no controla, pero aquí yo diría que hay una razón fundamental: a ver quién es el listo que me dice 10 periféricos Thunderbolt sin recurrir a Google.  Intuyo que las licencias eran desorbitadas para los fabricantes, que preferían apoyar un estandar más ubicuo como el USB.

A esas dos víctimas le seguirán puertos USB 2.0, USB 3.0, pero yo diría que antes de ver cómo los “viejos” conectores van desapareciendo caerán los Micro USB y, supongo, los Lightning. Porque la revolución USB-C estará presente no solo en ordenadores de sobremesa y portátiles, sino en smartphones y tablets de todos los colores y sabores gracias a las reducidas dimensiones de los conectores.

Los beneficios son absolutos en todos los ámbitos. USB-C no solo es reversible (aleluya, cómo envidiaba los puertos Lightning), sino que permite mayores velocidades de transferencia, negociación de voltajes y sentidos de la corriente para que un dispositivo cargue a otro o viceversa, y, desde luego, el mayor logro de todos.

Que el mismo cable sirva para todo tipo de propósitos.

Es evidente que en esta transición en realidad la consecuencia inmediata será tener un tipo más de cable. No solo eso: también tendremos que convivir con adaptadores (ya empieza a haber movimiento) que como los de Apple ayuden a esa transición y nos permitan seguir utilizando dispositivos que queramos seguir aprovechando. Y aún así, no tardaremos en conectar directamente cosas como los nuevos periféricos USB-C para transferir datos o cargarlos, pero también monitores (incluso 4K@60Hz, quedando un par de pistas USB Superspeed+ disponibles para otras cosas) , datos PCIe, y me pregunto si incluso cosas como una evolución del protocolo Ethernet over USB para conectar equipos directamente a routers con ese puerto y obtener aún mayores velocidades de transferencia red.

Las opciones parecen de lo más interesante, y es curioso cómo mucha gente, medios y analistas prestan atención a temas menores, promesas incumplidas y gimmicks (pantallas curvas, selfies, diseños ultradelgados, soporte 3D o 4K, etc) que siven como reclamos para tratar de vender más, y no promocionan verdaderas revoluciones como la que representa el puerto USB-C. Mucho, mucho más importante que cualquiera de las mencionadas.

Acomódense ustedes y tómenselo con paciencia. USB-C ha llegado para quedarse. Afortunadamente.