Una reflexión sobre educación en 2021

Una reflexión sobre educación en 2021
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Estos días estoy leyéndome 'Range' (9,25 euros en Amazon), un ensayo de David Epstein que no dice nada por el título (traducido a 'Amplitud' en español) pero sí dice mucho más por su subtítulo, 'Como los generalistas triunfan en un mundo especializado'.

La verdad es que me acaba pasando estos libros me aburren un poco a ratos. Parten de una idea y te machacan con historias y más historias que tratan de darle vueltas al tema principal. El problema es que como dan tantos saltos de una historia a otra, unas te enganchan más que otras. De hecho diría que 'Range', como otros muchos ensayos de su estilo, es una colección de pequeñas historias. Lo mismo hace Malcom Gladwell en sus libros ('Outliers' y 'Blink', por ejemplo), pero diría que él lo hace con más acierto (o sea, con menos historias un poco tostón).

El caso es que el autor deriva en otras cosas  —uno de los mensajes es que una retirada a tiempo en el trabajo o en los estudios es una victoria, por ejemplo—, pero siempre tocando esa idea principal y quizás contradictoria: la de que es mejor ser aprendices de todo que maestrillos de nada. Que la especialización, salvo excepciones, no es tan buena idea.

Mi experiencia personal confirma esa idea. Reniego de mi carrera universitaria, pero si tengo que decir algo bueno de aquellos años es que me prepararon un poco para entender y adaptarme rápidamente a todo tipo de retos, productos y servicios tecnológicos. Podía no tener ni idea de un tema del que tenía que investigar, pero al poco ya más o menos había cogido la idea y tenía una perspectiva bastante correcta (creo) de eso de lo que me estaban hablando.

Todo eso está muy bien, me diréis, pero la percepción (y quizás la realidad) es que los especialistas son los que están realmente valorados en el mercado de trabajo. El propio Epstein lo reconoce: los especialistas son necesarios. Sin embargo una vez avanzas en el texto él dice algo así como que una vez el conocimiento especializado está disponible, lo que son necesarios son esos generalistas con esa "visión lateral" que aplican esas enseñanzas incluso a campos para los que no fueron pensadas inicialmente. Los estudios parecen revelar que cada vez hay menos especialistas, pero aquí esta era de internet que da alcance a conocimientos alucinantes a todo el mundo probablemente tenga mucho que ver en eso.

Yo creo como él que hay un poco de todo, pero es cierto que para según qué tareas la especialización es interesante, aunque no ideal. Epstein lo discute al hablar de cómo los especialistas en algo están demasiado encerrados en su burbujita, y como decía, afrontar un problema desde otras perspectivas y contextos es casi una utopía: es como si todo ya estuviera cerrado y no hubiera sitio para nuevas teorías. Cuenta la historia de Kepler, que revolucionó la astronomía y desafió siglos de teorías científicas para desarrollar sus leyes del movimiento de los planetas. Lo hizo desde una perspectiva distinta que ningún científico de la época aceptaba. Usó analogías que provenían de una formación más generalista y no tan especializado, y el tipo acabó triunfando como la Pepsi-Cola Coca-Cola. Lo mismo con Darwin, que no era especialmente bueno en nada, pero supo agregar el conocimiento de un montón de científicos (botánicos, biólogos, geógrafos, etc) con los que se mandó cartas como si no hubiera mañana.

A mí me gustó especialmente la referencia a Gunpei Yokoi, que no conocía pero que ha sido toda una leyenda en Nintendo. Creó las 'Game & Watch' y luego la Gameboy, y el tipo reconocía que era un paquete como ingeniero y como especialista. Era bueno en conectar los puntos, en ser un poco el Jobs de Nintendo con ese pensamiento lateral del que hablaban incluso en el artículo de Wikipedia.

Todo este rollo sirve para dos cosas. Una, para que si queréis os compréis el libro y me contéis qué tal. La otra, para hablar de cómo veo la educación de mis hijos, que ahora tienen 9 y 11 y que van a 4º y 6º de primaria respectivamente. Debo empezar diciendo que me lío un montón con los cursos de la ESO, así que mientras hacía esto he encontrado esa chuleta de la imagen por si estáis como yo.

Dicho esto, hay una cosa que me encanta de la educación actual, y esa es la enorme cantidad de opciones que sobre todo en forma de clases extraescolares se ofrecen (al menos en nuestro cole). Mis hijos ya han probado un montón de historias que yo nunca tuve oportunidad de probar. Aunque de momento en ninguna han hecho "clic" en plan "esto es lo que realmente me gusta", todas ellas creo que suman para darles ese puntito generalista y esa "visión lateral", aunque sea inicial, a la hora de afrontar problemas.

Lamentablemente eso tiene un contrapunto: el de que hay unas cuantas extraescolares que deberían formar parte del programa curricular normal, y otras que ni siquiera están y que deberían estarlo (al menos como extraescolares). Uxío lo comentaba conmigo hace unos días en el post de las carpetas, y de hecho eso, junto a lo del libro, ha dado pie para esta reflexión.

La pregunta es, claro, qué asignaturas deberían tener los enanos además de las que tienen. O en lugar de algunas otras, supongo. Epstein hacía también otra reflexión paralela en su libro que iba muy de la mano de esto: estamos en un mundo con una visión cortoplacista: se premia educar para conseguir objetivos rápidos, aunque a largo plazo esa educación no sea buena. Te estudias un tema, lo vomitas en el examen y al día siguiente ya no te acuerdas de nada de él. Pero oye, tú has aprobado. Que le den a esos datos absurdos que puedes encontrar en la Wikipedia.

Ese es un debate importante pero imposible de resolver hoy en día, porque aquí cada nuevo jefe llega con sus ideas de cómo es mejor educar a los enanos y a los jóvenes y claro, tenemos ahora un batido importante que entre otras cosas ha hecho que las bromas sobre el nivel educativo de nuestros niños —convertidos en emperadores a quien es mejor no toser— surjan por doquier. Atentos a la imagen:

El otro día la veía en Twitter y me reía. Pero me reía por no llorar, porque aunque exagerada, es un buen reflejo de lo que está pasando hoy en día. El caso es que no quería irme mucho más por las ramas, pero sí añadir ese apunte sobre esas asignaturas que quizás deberían enseñar a los niños en el colegio.

Hay debate sobre esto desde hace tiempo, pero entre los temas estrella estarían los siguientes:

  • Economía y emprendimiento
  • Ecología
  • Comunicación
  • Psicología / Inteligencia emocional /Respeto
  • Concentración y técnicas de estudio
  • Computación, programación, mecanografía
  • Primeros auxilios
  • Pensamiento crítico

Seguro que hay más y seguro que tenéis vuestro propio orden. Yo diría que algo de economía y algo de informática serían deseables, pero también creo que es súper importante esa parte de inteligencia emocional y respeto que parece hoy en día que debería ser no ya una optativa, sino una asignatura obligatoria para los canijos. Lo mismo con lo de las técnicas de estudio y la concentración: esta última disciplina podría ser una de las capacidades más importantes en un mundo en el que las distracciones son cada vez más potentes.

Prefiero no entrar demasiado en otras dos grandes polémicas del mundo educativo actual. La primera, la de los grupos de Whatsapp de madres y padres del cole (¡pipi!), un invento infernal que merece su propio capítulo de Black Mirror. La segunda, esa nueva moda de pringar a los padres en las actividades de los niños en el cole y convertir cada trabajo o presentación en una competición inmisericorde y extenuante en la que padres y madres dedican horas y pasta a hacer ellos (y no los niños) el mejor cartel, dibujo, disfraz, figurita, o trabajo de toda la clase.

Qué diferencia con mi época: recuerdo que una vez, UNA VEZ, mi padre me preguntó la lección para un control que tenía en EGB. Fue toda la ayuda que recibí de él. Mi madre, filóloga pro, acabaría dándome palos con mi prosa a posteriori, como ya he contado alguna vez, pero tampoco tuvo jamás que echarnos un cable para hacer los deberes o estudiar de pequeños y prepúberes. Ahora es casi imposible que uno (o los dos padres) no acabe implicándose bastante, lo cual se suma al resto de historias de una educación que está un poco cogida con pinzas. Total, que sin tener ni idea del tema, lo que veo a través de mis niños me hace pensar que hay mucho (muchísimo) margen de mejora. Lo triste es que lo había hace años, y no es que hayamos ido precisamente a mejor desde entonces.

Mal.