Del sueño del Ubuntu Edge a la realidad del bq Aquaris E4.5 Ubuntu Edition

Del sueño del Ubuntu Edge a la realidad del bq Aquaris E4.5 Ubuntu Edition
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Ayer no tenía fuerzas para publicar y hoy me quedan poquitas. Llevo tres días frenéticos al teclado y de entrevistas y visitas. De hecho, a la entrevista telefónica que le hice a Phil Zimmermann hace unos días le ha sucedido una que pude hacer el miércoles por la tarde igualmente interesante y de otra persona muy, pero que muy relevante en los últimos meses y años por un productito que ha cambiado el mundo a mejor. Y aquí acaban las pistas: pronto publicaremos en Xataka.

El tema del día ha sido, no obstante, Ubuntu, que por primera vez aparece de forma oficial en un smartphone. Se trata del bq Aquaris E4.5 Ubuntu Edition, un dispositivo de gama de entrada muy modestito y que no tiene nada que ver con aquel Ubuntu Edge que nos hacía salivar a los friquis de turno.

La promesa que nos hacía Canonical hace ya año y medio era fantástica y utópica. “Un smartphone y un PC de sobremesa en un dispositivo que es una obra de arte“, rezaba el proyecto. Aquel terminal súpervitaminado prometía la luna a los usuarios, pero se quedó sin financiación. Me pregunto qué hubiera pasado si hubieran logrado los 32 millones de dólares que buscaban, pero está claro que no habrían cumplido su promesa.

Porque del dicho al hecho hay mucho trecho. Y lo ha demostrado este terminal de bq que acaba de llegar al mercado y que está muy lejos de aquella propuesta y mucho más cerca de la realidad a la que se enfrenta Ubuntu: la plataforma software no puede competir de momento con Android ni con iOS. Ni con Windows Phone o BlackBerry. Y yo diría que tampoco con Firefox OS.

Os lo dice alguien que lo ha tenido en la mano unas horas. Fue ayer, durante un encuentro “exclusivo” (atentos a las comillas, quizás algún día cuente la historia) en el que bq nos dejó juguetear con un producto final y grabar tanto el smartphone como la interfaz de uso a la que es posible acceder actualmente en Ubuntu. Cierto que las cosas han mejorado desde aquella versión que probé en julio del año pasado, pero a falta de un análisis más detallado, a Ubuntu le queda un camino gigante. Enorme.

En todo. En la coherencia y consistencia de la interfaz. En su diseño y la elección de iconografías y tipografías. En la oferta software. En convencernos de que los Scopes son el futuro. En las opciones de las aplicaciones que ya hay. Y en algo más: en la convergencia.

Esa era la gran promesa de una Ubuntu a la que parece que se le va la fuerza por la boca. Componentes como Unity 8 o Mir parecen ser la base de todos los problemas, pero lo cierto es que resulta algo decepcionante que tres años después de aquel anuncio oficial los chicos de Canonical no tengan solución aparente al problema. No tienen los recursos de una Microsoft que ya les está adelantando en ese paradigma, pero aún así el acercamiento que están realizando al problema es de momento muy decepcionante. La tienda de aplicaciones de Ubuntu no tiene nada que ver con la que existe para los móviles Ubuntu, y los sistemas operativos (móvil y escritorio) sólo se parecen cuando uno ve los vídeos y capturas de un Ubuntu Next que a mi de momento me parece horripilante en esa interfaz que trata de llevar lo táctil al escritorio. Error. La interfaz no debe ser igual, sino adaptarse al medio.

Puede que simplemente necesiten más tiempo. No hay problema por mi parte, pero me temo que sí por parte de los usuarios y del mercado. Tiempo es lo que ya no tiene una Ubuntu que tenía que dar un paso de una vez en el terreno de los smartphones y que lo ha dado.

El problema es que no es el paso que muchos esperábamos. Como digo, tengo que toquetearlo más, pero las primeras impresiones no son demasiado halagüeñas. No basta que un producto trate de ser diferente en su experiencia de usuario. O que como este bq se quede, como mucho, en 'curioso' Si quieres batir a enemigos gigantes como Android e iOS, tienes que ser diferente y, sobre todo, mucho mejor. Pero mucho. 

Y este Ubuntu en móviles no lo es. Ni por asomo. No de momento, desde luego.