Twitter, la fuente infinita de falsos amigos
Twitter nunca me ha acabado de convencer, y creo que jamás le cogeré el gustillo. Puede que sea porque ya le tengo tirria a la mensajería instantánea - que bien usada es una herramienta de trabajo excepcional - o puede que sea porque esa red social totalmente artificial que se está creando en torno a Twitter no tenga ningún sentido para mí.

Los que sigáis mi cuenta en Twitter os habréis dado cuenta de que casi nunca actualizo. Cada cierto tiempo me encuentro con mails que me avisan de que alguien en Twitter se ha apuntado como "seguidor" de mi perfil y mis tweets, pero es obvio que la razón no es que les interesen o no mis escasas actualizaciones: creo que la inmensa mayoría que nos añade en sus cuentas para seguirnos simplemente lo hacen para que nosotros hagamos justo el gesto recíproco y les sigamos a ellos, y no le encuentro ningún sentido a ese comportamiento. ¿Molas mucho por tener 1.000 tíos en tu cuenta de Twitter, cuentes lo que cuentes? Cada vez que me llega uno de esos 'falsos amigos' - ya sé, ya sé, que les sigas no tiene porqué implicar que sean coleguitas - miro sus tweets y casi siempre me encuentro con la misma situación: ellos siguen a 5.000 personas de media, y son seguidos por entre 500 y 1000 twitters más, que probablemente han pinchado en el famoso 'Follow' por cortesía. Que le den a la cortesía.
La cosa se empieza a desbocar, y ya hay servicios como Twubble que automáticamente te recomiendan twitters'afines', u otras como TwitterLike que teóricamente abarcan tus mismos intereses. Ni idea de cómo lo hacen, pero tampoco me importa mucho. Cosas como la noticia de que uno de esos cibergurús de turno venda su cuenta en Twitter al mejor postor no da muy buena imagen del servicio. Y es verdad que en la blogosfera hay mucho contenido basura, pero en Twitter esa proporción es infinitamente mayor.
Yo he tratado alguna vez de indagar en busca de tweets interesantes, pero sólo hay uno que a mi modo de ver merezca la pena: el de mi admirado Jeff Atwood de Coding Horror, que no sólo escribe de forma genial en su blog, sino que aporta pequeños descubrimientos - siempre con enlace tinyurl incluido - que hacen de su cuenta Twitter una pequeña perla en un mar lleno de morralla. Otras cuentas como la de Ars Technica - que informa de lo que van publicando como complemento a lo que podría ser su feed RSS - son también destacables, pero por lo general a mí me importa un pimiento que algún cibergurú hispano esté saliendo hacia Sevilla para dar una conferencia, o que algún/a blogger con mucha "vida social web 2.0" - no sé de la otra, la real, que es la que me importa - te desee los buenos días y te informe de que se va a tomar el Nesquik.
Respeto a todos los seguidores de Twitter, que seguro que lo ven como una herramienta maravillosa. Yo lo veo como una distracción absurda que - salvo en casos excepcionales - debería desaparecer de la faz de la Tierra - cosa que algunos han previsto, pero que por el momento se han equivocado. No entiendo cómo algunas cosas pueden triunfar en este mundo. Pero claro, también triunfan OT, Aquí hay Tomate y el Chiki-Chiki. No puede haber tanto burro suelto, así que voy a volver a darle otra oportunidad, como ha hecho Hugh McLeod en un célebre post sobre el tema. TechCrunch dio un título bastante claro al post en que hablaban de esto: "The Decline and Fall of the Western Civilization Part III: The Twitter Years".