The Newsroom vuelve a rayar la perfección

Me ocurre con las series exactamente lo mismo que con los libros. Coges uno malo y te arrastras por las páginas, dejándolo abandonado en la mesilla y mirándolo de reojo, como diciéndole: "pero qué pocas ganas tengo de leerte, condenado". No solo eso: un mal libro, lo acabes o no --yo lo hacía antes, error-- hace que te pienses dos y tres veces coger otro para dar una nueva oportunidad a la lectura. Crea, inevitablemente, un mini-trauma. Hasta que das con ese libro que te atrapa, te conquista y te hace volver a recuperar esa pasión por esos maravillosos/as juntaletras.

Pues lo mismo con las series. En mi caso, como ocurre con las pelis o los libros, sé prácticamente desde el principio cuándo algo me va a maravillar. Con The Newsroom fue así. Esos cuatro minutos en los que Jeff Daniels explicaba por qué América ya no es el mejor país del mundo --molaría una diatriba así con España, aunque daría para una hora como poco-- me parecen alucinantes. Los revisito cada cierto tiempo, como uno hace con esos momentos geniales de algunas pelis.

Esos cuatro minutos fueron el prólogo perfecto para toda esa temporada, y aunque no hay un momento comparable en toda la segunda temporada, esta es igualmente excepcional. Todos los personajes se refuerzan y ganan peso y madurez, como debería pasar en la vida real, y la trama central de la temporada está llevada de forma fantástica aun con algunos hilos paralelos. El final --¡¡SPOILER!!-- es demasiado dulzón incluso para mi gusto (fan confeso de Meg Ryan), pero ya se ha criticado antes a Sorkin por no saber llevar demasiado bien los temas amorosos. Con todo y con eso, The Newsroom es un verdadero soplo de aire fresco en un segmento que se ha vuelto loco en los últimos años, y en el que en mi opinión (aquí, como se ha demostrado, para gustos los colores) cada vez hay más paja.

Por favor, no os perdáis esos minutos a los que me refiero en este pequeño homenaje a una serie absolutamente brutal.