Tele (vieja y) grande, ande o no ande

De vez en cuanto algún conocido me asalta con una pregunta singular: "Oye JaviPas, me voy a comprar nueva tele, ¿cuál me recomiendas?". Y entonces yo empiezo a explicarles que lo mío no son las teles, y que en ese tema tengo un criterio único y definitivo.

El del título del post, claro. En teles, cuanto más grande, mejor. El resto de factores me importan relativamente poco, aunque de hecho añadiría uno más: apostar por la tele más cara y más moderna del mercado es —a mi modo de ver, ojo— una equivocación.

Y entonces la gente me empieza a decir que han ido a El Corte Inglés, o al Media Markt, o a cualquier centro comercial, y el dependiente de turno les ha contado cómo la última de LG o de Samsung —que son las que se reparten el pastel por estos lares con Sony a cierta distancia— es el último grito tecnológico, con tecnologías como TrueDark, HighColor, PrivacyForEveryOne y UltraMegaSuperHDR++. Todo parece fantástico hasta que preguntas por el precio. Entonces el último grito es el que das tú.

Aquí, insisto, cada cual es de su padre y de su madre, y aunque seguro que muchos discreparéis, he aquí las razones por las que creo que gastar un pastizal en una nueva tele es un error:

  1. Valor tras la compra: aquí ocurre un poco como en los coches. Ya sabéis. Dicen que en cuanto sale del concesionario el coche que acabas de comprar pierde un 18% de su valor residual, y 4 años después ha perdido la mitad de su valor. Con las teles ocurre básicamente lo mismo, porque nada más ponerla en el salón conviertes ese producto en otro que se ha depreciado instantáneamente. Si quisieras venderlo de segunda mano por lo que sea al poco de comprarla probablemente tendrías que pedir un 10 o un 20% menos para lograr quitártela de encima.
  2. Evolución (que no revolución) frenética: cada año los fabricantes nos inundan con nuevos modelos que por lo visto son mucho mejores que los del año anterior. Te dicen que se ven mejor que nunca, que el contraste, el color o los paneles son brutales (que es lo mismo que decían el año anterior) y parecen garantizar que esas teles serán la repera por siempre jamás. Es mentira. O al menos, eso último. Las iteraciones son constantes, cierto, pero la tele 4K que salió al mercado hace dos o tres años te sirve igual de bien que la que acaba de salir ahora. Claro que las nuevas se verán algo mejor y serán ciertamente mejores tecnológicamente, pero atención porque aquí viene algo importante como tercer argumento.
  3. No vas a saber si esa tele es mejor (o peor) que otra: diría que es virtualmente imposible que puedas percibir que tu tele es mucho mejor que la que tenías —o que la del vecino, que ojo, se acaba de comprar también un pepino de oferta por 1.500 pavetes y tienes que ganarle como sea la batalla del yomásquetú— porque dudo mucho que vayáis a poner las dos juntas para comprobarlo. Ahí entrarían otros factores, como la calibración, la configuración con que la tienes y las preferencias personales —igual a ti te gusta verlo todo en modo Deportes y a otro en modo Película—, pero es que todo afecta a tu percepción de tu televisión: desde esa configuración hasta el entorno y el contenido que ves en ella. Y como solo vas a tener esa tele enfrente, te vas a acostumbrar a que en ella todo se ve bien. O muy bien. O increíble. Pero será tu percepción, y a no ser que vayas a otro lado a ver otra tele (con la misma configuración y contenido) muy distinta, será difícil que aprecies lo realmente mala (o buena) que es la tuya. Lo que es casi seguro es que a estas alturas de la película tú la verás estupendamente bien.
  4. Lo nuevo será viejo (y más barato) dentro de un año (o dos): está claro que tener lo nuevo siempre mola más, pero es que en teles las cosas avanzan muy rápido y lo que era nuevo el año pasado ya no lo es en este. Durante el CES 2020 de Las Vegas hemos visto teles casi sin marcos, la gestación de la tecnología microLED, teles 8K, paneles OLED de 48 pulgadas (para mí, lo más interesante)y otras tendencias llamativas pero diría que secundarias como el Filmmaker Mode o la optimización de ambiente. De ellas hablaba mi amigo Juanky hace poco en Xataka, y si hay alguien que sabe de teles es él. Había una que sí pitaba, y deberíais quedaros con el dato: más importante que todas esas pijadas es el soporte y presencia de conectores HDMI 2.1 —otro artículo de Juanky, que en esto, insisto, es un erudito—, sobre todo si estáis pensando en la próxima generación de consolas o en conectar un PC gaming a estas teles. Esa especificación sí que cambia cosas a nivel técnico y su impacto directo a corto y medio plazo es mucho mayor que el que pueda ofrecer una tele 8K si es que os podéis permitir una de estas. Ninguna de esas opciones son en mi opinión justificación suficiente para pagar un dineral por una tele, sobre todo porque el año que viene esas opciones serán mucho más comunes y estarán en TVs más baratas. O estarán en las del año anterior, pero a menor precio, claro, como ocurre en tantos otros segmentos. Esperar y comprar lo del año anterior igual no es mala idea.

Aquí, claro me saltarán a la yugular los que saben mucho del tema, pero soy muy del palo del post de Gizmodo titulado 'Don't buy a new TV' que ha inspirado este que estáis leyendo. "Herejía, JaviPas. A la hoguera. ¿Cómo que no debemos comprar una tele de última generación?" Seguro que hasta Juanky me daría un mondolio nako chagui —los hacía muy bien— por no valorar todas esas tecnologías que ofrecen una experiencia televisiva como nunca antes había existido.

A todos ellos les diría lo mismo: bien por los avances, pero mi LG 47LA660S de 47 pulgadas comprada en el Black Friday de 2013, atención, se sigue viendo estupendamente, o esa es mi percepción. Es, atención de nuevo, una tele 1080p en la que sufro el que yo diría que es el peor mando a distancia de la historia. Como ya no la utilizo casi —mis peques se han apoderado del salón, las series la veo en mi maravillosa tele tonta de 32 pulgadas (1080p también) del dormitorio—, no hay problema, pero cuando veo algo en ella, insisto, no noto una diferencia sideral con las teles actuales. Probablemente la haya en algunos apartados, pero mi percepción es que mi tele mola.

Aún así en 2020 podría haber cambios. La razón, claro, es que es año de nuevas consolas, y si al final me decido y me tiro a la piscina cuando salgan las Xbox Series X es probable que acabe cayendo una tele en Black Friday, y solo habrá un criterio a la hora de comprarla. O casi.

Cuanto más grande, mejor.

Sé que pasará como siempre: que da igual lo que hagas y compres lo que compres porque a los pocos días te acabará pareciendo pequeña. Ahora mismo mi tele de 47 pulgadas me parece bastante enana, por ejemplo, y cuando la compré las de 55 (que ahora son casi de lúsers) eran el no va más.

Lo que sé es que probablemente me dará bastante igual que sea OLED o no (en realidad no lo será, porque el precio de las OLED es prohibitivo), que tengan microdimming,  que tengan soporte para los 100 tipos de estándares HDR que existen (porque para qué tener uno solo), o que tenga sonido Dolby Atmos Xperience Sound Like Never Before In Your F***ing Life. Eso sí: me da en la nariz que será HDMI 2.1 y eso podría pasar factura (y nunca mejor dicho), pero ya lidiaremos con ese problema cuando se presente.

Lo que tengo claro es que en mi opinión —sí, me declaro neoludita televisivo— esas novedades son secundarias y lo único que importa es lo de los caballos. Ya sabéis. Caballo grande, ande o no ande.

Pues con las teles, lo mismo.