Teclados a mí

Teclados a mí
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Ayer contactaban conmigo desde la Cadena SER. Me invitaban a participar en el programa 'El Faro' de Mara Torres para hablar de teclados, porque la temática del programa iba de teclas, tanto si eran musicales como si no. Supongo que me encontraron porque mi tema de teclados QWERTY en Xataka aparece entre los primeros resultados de Google, así que cuando me propusieron la idea acepté encantado, previa consulta a mi jefa, claro.

No sé si en otras circunstancias habría tenido que acercarme a la radio: en este caso la entrevista fue telefónica, y de hecho hubo dos. Una por la tarde para que me adelantaran las preguntas (y yo las respuestas) que me hizo una de las personas de producción del programa, y otra, la definitiva, a eso de las 21.30 de la noche, que ya me hizo Mara Torres desde el estudio.

El resultado, por si queréis echarle un vistazo (u oidazo, en este caso) es este, que también incrusto aquí (espero que no haya problema), con mi participación en el 1:48:30:

Como veis mi trocito es corto, el programa, que se emite de 1.30 a 4.00 de la madrugada, es muy participativo —para gente que esté despierta a esas horas por lo que sea, claro— y al final todo el mundo acaba mandando sus mensajes de voz que van aderezando todo el desarrollo, es curioso y mola. Sigo a Mara Torres a distancia desde que hacía La 2 Noticias —aquí, la despedida en julio de 2018—que era un telediario muy distinto en todo, incluidas las horas. Luego he perdido su pista porque no escucho apenas la radio, pero parece que sigue haciendo (y escribiendo) cosas chulas.

El caso es que fuera de micro hablábamos un minuto y recordábamos cómo empezamos a aprender a escribir. En casa, por ejemplo, teníamos una máquina de escribir normal y corriente, de calidad discutible, diría yo, porque desde luego las teclas se atascaban cada tres por cuatro. Recuerdo pasar a máquina algún trabajo de EGB o BUP y tardar eones. No solo porque en aquella época (segunda mitad de los 80) yo fuese un cándido e ingenuo adolescente en todo, incluida mi habilidad como mecanógrafo, sino porque aquella máquina infernal no permitía ir mucho más rápido. Al menos, no a mí.

Recuerdo aquella época con cierto pavor. Hacer un trabajo a máquina no molaba nada, y el resultado era difícilmente pasable. Por entonces yo ya tenía un Commodore 64 así que algo empezaba a teclear en aquel teclado gomoso que no se atascaba. De hecho recuerdo aún más el teclado del IBM PC de mi padre, un XT con un Intel 8088 (a saber el modelo, pero no era el 5150 porque solo tenía una unidad de 5,25) y aquellos teclados mecánicos (me jugaría una Carslberg a que era un Model F).

¿Por qué recuerdo aquel teclado? Pues porque fue en el que realicé mis primeros trabajos en el ordenador. Teníamos una impresora matricial  Mannesmann Tally MT86 justo como esta que imprimía justo así:

Y nos poníamos en aquel viejo PC con monitor de fósforo verde a escribir el trabajo en WordStar que pirulaba como indica este vídeo. Todo como muy artesanal. Todo horrendo comparado a lo que tenemos hoy, claro.

Y sin embargo, allí aprendí a escribir con el teclado, supongo. También supongo que en algún momento fui dejando de mirar las teclas, aunque creo que eso fue bastante más tarde, cuando compaginaba mi trabajo en PC Actual con mis estudios de informática en aquel Campus de Montegancedo de infausto recuerdo.

"¿Cómo aprendiste a escribir con estos teclados?", me preguntaba Mara al iniciar la entrevista. Pues como le decía a ella, no me acuerdo. Supongo que la práctica y la intuición lograron que acabara por no mirar casi nunca al teclado y por lograr velocidades mediocres pero aceptables. Rondo las 90 palabras por minuto de media, aunque mi plusmarca personal ronda las 100-105 en 10fastfingers, como contaba por aquí hace años. Suficiente para mí, en todo caso, sobre todo teniendo en cuenta que en realidad suelo escribir con 6 dedos, no con 10. Los meñiques y los anulares están ahí de meras comparsas.

Donde sí soy un horror al teclado es en móviles. Ya era malo con los teclados físicos, y sigo siéndolo con los teclados virtuales en pantalla, donde cometo errores por doquier porque sigo sin mirar el teclado y en el móvil aún no he aprendido dónde está bien cada tecla. Al final acabo usando cosas como Swype (porras, se me olvidó comentarlo en el programa) de cuando en cuando, pero intuyo que poco a poco la voz acabará ganando la voz a esos teclados en nuestros smartphones. Sobre todo viendo a las nuevas generaciones, que además de usar lenguajes de abreviaturas indescifrables prefieren mandar mensajes de voz que escribirlos. Hasta yo empiezo a contagiarme de esa práctica, aunque siempre me ha fastidiado que esos mensajes tengan un problema fundamental: no puedes buscar fácilmente algo que dijiste en ellos a posteriori.

De todo esto, como de todo lo demás —teclados mecánicos y la subcultura de los amantes de estos periféricos incluida—, podría haber hablado un buen rato en el programa. No sé, igual me quedo con la copla y hago que aquel espléndido podcast llamado Incognicast (he movido a un subdominio, por cierto) resurja de sus cenizas con este tipo de contenidos especiales. Si me sobrase el tiempo probablemente lo haría.

Sea como fuere, mola pararse a pensar cómo comencé a darle a la tecla y cómo he llegado a convertirlo en mi profesión y mi pasión.

Qué estupendo.