De tablets y niños
Hace tres días asistí a uno de esos momentos curiosos en la vida de un niño. A uno de mis sobrinos -llamémosle Andy- los Reyes Magos le habían dejado un pequeño tablet. No un dispositivo específico para niños, sino un modelo genérico basado en Android. Eso, por supuesto, pareció darle igual al pequeño de 8 años, que nada más verlo empezó a saltar y a gritar emocionado
“¡Un palo!, ¡Un palo!”“¡Un tablet! ¡Un tablet!“.
Nuestro protagonista ya tenía muchas tablas en esto de los tablets (decidlo rápidamente tres veces), porque sus padres utilizan un par de ellos para uso personal y dejan de cuando en cuando que sus hijos jueguen con ellos. Andy, el mayor de ellos, le da duro al Clash of Clans y a juegos que supongo son lo más de lo más entre sus amigos y compis de clase. Eso hace que vea esos dispositivos, creo yo, como meras consolas de videojuegos táctiles.
En mi opinión ese es un problema serio de la mayoría de tablets orientados al mercado de los niños. Por supuesto que los tablets pueden cumplir esa función de entretener con esos juegos, pero si tenéis en mente un tablet para niños, deberíais tratar de ir un poco más allá en lo que le pedís a estos dispositivos en ese escenario tan especial y, yo añadiría, delicado. Un ejemplo de la situación del mercado es el Samsung Galaxy Tab 3 Kids (T2105), un modelo de 7 pulgadas que podéis encontrar a 149 euros y que cuenta con varios puntos a su favor -diseño divertido y construcción sólida, interfaz “Modo Niño” adaptada a los más pequeños, controles parentales-, pero que peca de algo de lo que hablaré a lo largo del artículo. Varios fabricantes llevan tiempo tratando de adaptar la experiencia de uso de los tablets a los más pequeños, y las ideas por ahora han sido limitadas. Lo comentaba hace poco en Xataka con cuatro modelos muy distintos entre los que solo uno destacaba por una cuestión esencial: que el tablet servía para aprender.
Atentos a las negritas porque no las uso mucho por aquí. Hasta debería haberlo puesto en una tipografía de mayor tamaño. Hoy en día la inmensa mayoría de tablets para niños se olvidan absolutamente de ese factor. ¿Qué hacen?
- Maquillan la experiencia de usuario con una “interfaz infantil” o un “modo niños” que hace que la interacción sea más natural entre los más pequeños.
- Ofrecen una tienda de aplicaciones para niños en la que el catálogo está filtrado para que se ofrezcan contenidos -juegos, vídeos, música- teóricamente centrados en ellos. Aquí hay que tener especial cuidado con juegos y aplicaciones free-to-play, ya que a menudo estas incluyen las famosas compras internas (in-app purchases) para adquirir accesorios o ventajas para juegos o aplicaciones.
- Cuentan con sistemas de control parental más o menos potentes que permiten limitar cosas como horarios de uso, aplicaciones permitidas o listas blancas y negras de páginas web a las que los niños pueden acceder en su uso del tablet.
- Cuentan con diseños externos adaptados a niños: colores vivos en las carcasas, materiales plásticos resistentes e incluso carcasas más gordas y con botones más protegidos.
- El verdadero problema es que en algunos casos se incluyen aplicaciones y contenidos promocionales que desvían el que debería ser el objetivo fundamental de estos tablets -entretener y sobre todo educar- y los convierten en meras vías de distribución de aplicaciones, juguetes o ropa (por poner ejemplos) de marcas con las que el fabricante de turno se ha puesto de acuerdo.
Los cuatro primeros puntos son positivos, pero en ningún caso justifican en mi opinión los precios de estos dispositivos específicos, que suelen ser bastante más caros que tablets estándar basados en Android. Si no valoráis de forma especial alguna de esas opciones, podéis lograr un resultado prácticamente idéntico con cualquier tablet del mercado. Android ofrece desde hace años soporte multiusuario -podéis crear cuentas para vuestros hijos y para vosotros, y luego bloquear ciertos temas tal y como explican aquí-, y podéis instalar las aplicaciones que más os gustan para ellos y darles acceso a estos dispositivos cuando y como queráis gracias a los propios controles parentales que ofrece la plataforma. Y si esos no os valen, siempre podréis utilizar herramientas específicas de control parental -en Tom’s Hardware Guide hablaban hace poco de 10 destacables- de las que podréis encontrar una buena selección en Google Play.
Sin embargo, lo que no hacen la mayoría de fabricantes es ofrecer una verdadera experiencia educativa y de aprendizaje en estos dispositivos. Los niños deberían disponer de un acceso a esa parte en el que encontrarían actividades cada vez más complejas -a medida que van avanzando-, con un claro ingrediente de gamificación para animarles. Los padres deberían tener también acceso a un panel de control específico para ellos en el que poder comprobar esos progresos para poder ayudar y orientar en caso necesario. Y si detrás de esa experiencia educativa hay un equipo de pedagogos que seleccionen herramientas y marquen pautas, pues mejor que mejor.
Si estáis pensando en comprar un tablet para niños, tenedlo en cuenta. Son dispositivos con mucho más potencial que el de ser un mero entretenimiento o una consola de videojuegos para los más pequeños. Ahora solo falta que los fabricantes sepan verlo y aprovechen esa opción. El que lo haga bien tendrá en su mano las puertas de una nueva generación de coquitos. ¿Señores fabricantes, quién quiere fabricar el próximo Spectrum 48K?
Pues eso.