Sigues molando, Linux

El titular resulta extraño para alguien que como yo se considera de una u otra forma linuxero de toda la vida, pero aquí estoy, escribiéndoos esto desde una ventana privada de Brave con Tor bajo un Ubuntu 18.04.

Os lo dice alguien que escribió el segundo artículo pagado de su vida para una revista llamada Amiga.InFo y lo hizo con el título siguiente: "Linux: Unix para Amiga". Aquel texto no es gran cosa hoy en día, pero como indico allí me costó sudor y lágrimas instalar Linux en mi Amiga 1200 con una aceleradora con un 68060. Lo gracioso es que cuando logré que funcionara escribí el texto sin haber todavía podido ejecutar un entorno gráfico: las capturas que salen en el texto las hice gracias a un amigo y compañero de facultad (¿David, estás por ahí?) que llevaba algún tiempo trasteando con Linux en su PC, algo que era mucho más sencillo porque ya había cierta automatización en el proceso de instalación.

En 2015 hablaba de cómo "Linux también puede molar". Lo hacía entonces, y sigue haciéndolo ahora.

Pero no estoy aquí para contar muchas batallitas, que se me va. Baste saber que desde aquel momento me convertí en linuxero de pro, y escribí de Linux durante muchos años desde entonces. Lo hice primero en PC Actual, donde era el encargado de analizar distribuciones Linux, y luego en The Inquirer, donde de los más de 8.000 posts que hice hubo desde luego una parte (no muy grande, cierto) de temas linuxeros. Pero sobre todo lo hice al crear y dirigir MuyLinux durante 5 años. Los 3.500 posts que escribí allí dejan testimonio de lo cerca que viví del mundillo, y afortunadamente la publicación sigue muy viva gracias al trabajo de Jose Pomeyrol (Metalbyte). Tras aquella etapa incluso hice un último guiño con Osphérica, pero el tiempo no daba para más y decidí invertirlo en otras cosas.

En esos últimos estertores ya hacía tiempo que Linux se había convertido en un segundón en mi vida. Siempre lo tenía por ahí en forma de un arranque dual o una máquina virtual, pero lo utilizaba poco o nada porque para mí tenía ya demasiadas cosas en contra. Le di alguna oportunidad hace un tiempo y trasteé con distribuciones como Apricity OS (con esa terminal preciosa gracias a powerline) sin demasiado éxito. La conclusión siempre era la misma: podía trabajar con aquello, pero al final trabajaba más rápido y cómodo en Windows, y había cosas que seguían obligándome a volver a los ventanucos en uno u otro momento. En mi caso por dos cosas en concreto: juegos y Photoshop. Y en lo segundo no me habléis de Gimp que la tenemos. Gimp es fantástico si sabes usarlo, pero yo no sé y no logro aprender, y como sé hacer lo que necesito en Photosop y lo hago rápido no me complico.

Algunas distribuciones se hacen un lío con el monitor 5K conectado como monitor externo. Elementary, por ejemplo, no se aclaraba del todo.

Total, que así están las cosas hasta que me encontré en Forbes (toma ya) con un artículo sobre Deepin, una distro que apenas conocía pero que de repente redescubrí por esa interfaz estupenda. "Jopes, eso tengo que probarlo", me dije. Y así se quedó la cosa, en ese rinconcito de mi cabeza que está lleno de estas historias de esas de "jope, tengo que probarlas". No hubiera pasado nada distinta con esa intención en particular si no fuera porque poco después aparecía en Ars Technica un análisis de la última versión de Elementary OS. Los astros se alineaban, y el "jopes, esto tengo que probarlo" se hizo mucho más real.

El caso es que probé ambas distribuciones. Lo hice en mi equipo de sobremesa, el que utilizo para masacrar a niños rusos al 'Battlefield 1' (bueno vale, a veces me masacran ellos) y estuve trasteando tanto con una como con la otra durante unos días. Ambas me parecieron estupendas en su interfaz, y por ejemplo la idea del panel lateral de configuración de Deepin me parece una maravilla que otros sistemas deberían copiar. Con Elementary OS me ocurre siempre que esa clara inspiración maquera me atrapa, porque hace mucho que soy un rendido admirador de la interfaz de macOS, aunque no me convenzan tanto las limitaciones que impone al usuario.

El caso es que jugueteé un poco con ambas distribuciones pero sin demasiado énfasis, porque seguía usando el Dell XPS 13 como mi equipo de trabajo. Y entonces, el tercer astro alineado: mi equipo empezó a ir sospechosamente lento. Comenté en Twitter cómo Firefox estaba empezando a quedarse tostado, y como andaba probando Linux en el sobremesa me hice la pregunta obvia: "Oye, ¿y si pruebo a trabajar con Linux unos días?"

Deepin a tope.

Dicho y hecho. Hace un par de semanas dediqué un día tonto y gris del fin de semana a instalar distribuciones y ver cuál se ajustaba más a mis necesidades. Probé Deepin y probé Elementary y ambas me hacían la puñeta con el soporte del monitor 5K externo. Se podía trabajar con ellas pero era un poco engorroso y yo necesitaba soporte total, así que probé alguna más como Linux Mint que funcionó bien pero cuya interfaz base (Cinnamon) no me convenció, y también me dio problemas con las pantallitas. Incluso probé KDE neon para darle un tiento a las nuevas opciones de un entorno de escritorio que siempre me pareció estupendo. Sorpresa de las sorpresas (o no), lo sigue siendo y tiene cosas chulísimas, e incluso estuve maqueándola un poco y probando cosas como Latte Dock que permiten tener un dock bastante simpático en la distribución. Que recuerde (han sido varias distros y no cogí notas ni saqué capturas a muchas, porras) todo funcionó bien en KDE Neon, y de hecho el soporte del monitor externo es excepcional, con un menú tipo el de Windows que te permite seleccionar fácilmente si quieres ampliar pantalla, hacer espejo de las dos o utilizar solo una u otra.

Elementary OS y su estupenda interfaz ideal si sois maqueros y queréis probar una distro Linux.

Sin embargo me pasaba que echaba de menos mi forma de trabajar en Linux con GNOME. Ya puestos a probar, me dije, dale un tiento a Manjaro. Por cierto, antes instalé un Arch Linux de cero por probar, pero me encontré con algo que no recordaba: la instalación por la que te guía la wiki te deja la distro en modo consola, y para tener tus ventanitas tienes que currártelo un poco más. Yo no tenía ganas de más historias, así que me fui directo a Manjaro. Me encontré con una distribución igualmente chula pero que me daba problemas con el sonido, algoque pude resolver no gracias a este documento que me dio esperanzas, sino a otro que ahora no recuerdo y que hablaba de la utilidad pavucontrol, que es una pequeña maravilla. Lo malo de Manjaro, como temía antes de instalarla, es que está basada en Arch y yo no estoy demasiado cómodo con Arch a pesar de lo estupenda que es para sus fans. Me creo que es fantástica, ojo, pero me pasa como con todo: al final voy a lo que conozco más. La opción estaba clara: tocaba probar con Ubuntu.

Así que tras aquel día de experimentos acabé instalando Ubuntu 18.04, sin más. La interfaz por defecto me apesta bastante, no me gusta nada el dock a la izquierda y el nuevo tema por defecto de las ventanas, llamado Yaru, me parece bastante feo. Total, que me puse a maquearla un poco y acabé con esto.

Como escritorio, la verdad, creo que está genial. La imagen de fondo es esta, y me inspiró uno de esos miles de escritorios Linux chulos que la gente publica en /r/unixporn. Al final dediqué más tiempo a dejar la interfaz a mi gusto que a otra cosa, y de hecho sigo investigando porque no estoy del todo contento con las tipografías de los navegadores (lo noto un montón en sitios como Techmeme, que se ve raro en Firefox, por ejemplo). Podría haceros una lista con los componentes, pero para eso tenemos neofetch, ¿no?

El dock es Plank, y para dejarlo todo a mi gusto he tenido que instalar repos y herramientas varias como conky (ese reloj del escritorio me parece precioso) además de los imprescindibles gnome-tweak-tool y gnome-shell-extensions para trastear con los temas. Por cierto, fantástica la herramienta de OpenDesktop.org para evitar estar descargando, descomprimiendo e instalando todo tipo de componentes. Me da igual que sea una app con Electron, porque funciona tan bien que ya puede consumir 2 TB de RAM.

En ese maqueo hay más cosas, y para darle un toquecito curioso a la terminal descubrí bash-it, una especie de bash supervitaminado con un montón de extras como los que permiten por ejemplo acceder a distintos estilos de prompt y de combinaciones de colores.

Puestos a probar también he probado a trabajar de forma algo distinta a lo normal. Empecé usando Firefox, pero acabé usando Vivaldi unos cuantos días. ¿Por qué? Pues porque las páginas cargan más rápido, que es algo que se cumple todo el rato. Debería hacer una comparativa, pero basta instalar la extensión app.telemetry Page Speed Monitor (también para Firefox) para comprobarlo fácilmente. Como estoy que lo tiro en este último par de jornadas he comenzado a trabajar con Brave, que está realmente bien y que tiene ese modo privado con Tor del que hablaba al principio. Tarda un poco más en cargar las páginas porque hace que tu navegación sea bastante más difícil de trastear, pero de momento no va mal y si necesito velocidad ya sé que puedo tirar de Vivaldi o Firefox. Lo que es un rollo es no tener la barra de marcadores a mano, algo que es imprescindible en mi día a día, pero estoy intentando sobrevivir (a ratos) sin ella.

Ah, y luego está lo otro. (Casi) nada de Google como buscador. Estoy tirando de DuckDuckGo y me está sorprendiendo no echar (demasiado) de menos el buscador de Google, que para según qué cosas sigue siendo superior. Para otras que me impone el trabajo funciona muy bien, así que creo que podría acostumbrarme a vivir sin el yugo de los de Mountain View. O al menos, no con el yugo tan apretado.

En ese día a día no todo es perfecto. Ubuntu también da algún problema con el sonido (bendito pavucontrol de nuevo), y de hecho ha provocado que el sonido desaparezca cuando reinicio para trabajar con Windows. Tengo que reiniciar de nuevo para que funcione, y no sé por qué ni tengo muchas ganas de mirarlo. Luego hay cosas extrañas, como no poder montar la partición de Windows porque me dice que lo he dejado hibernando en algún momento y ahí Ubuntu se equivoca: ya nunca uso la hibernación. Montar las carpetas de red es un poco rollo al principio porque tengo el NAS con usuario y contraseña pero ya tengo entradita de fstab preparada, y en general echo de menos mi herramienta de capturas, LightShot, que no está disponible en Linux. También echo de menos otras cosas, pero el navegador funciona, Spotify funciona, KeepassXC funciona y Slack funciona, y esas tres cosas forman parte del 99% de mi rutina diaria. Si tengo que hacer algo con Photoshop acabo volviendo a Windows porque no me apetece liarme más, pero puede que pruebe cosas para ejecutarlo en Linux o acabar aprendiendo Gimp.

Así pues, ¿cuál es la conclusión tras todos estos días? Pues que puedo trabajar perfectamente con Linux. No lo hago tan rápido como con Windows y pierdo más tiempo en según qué cosas y con según qué problemas que de repente surgen. En cierto modo mola trastear y andar ahí bregando con la consola de comandos de nuevo. Es gratificante buscar y encontrar soluciones a los problemas, pero igual es esto de volver a sentirme linuxero y la emoción se me acaba pronto. De momento lo que tengo claro es que voy a seguir usándolo unos días en los que probablemente combine con Windows porque echo de menos mi entorno de curro normal, que está muy trillado y va como un tiro. Igual acabo probando alguna otra distro, pero tengo tan bonita (para mí) ahora mismo mi forma de trabajar que me da rabia y pereza infinita volver a tener que configurarlo todo.

Sigues molando, Linux.