Samsung Galaxy S7: mis sensaciones cinco meses después

Llevaba retrasando mucho este artículo porque quería probar cosas que finalmente no he probado y no sé si probaré. Sobre todo, los pagos móviles, que eran uno de los motivos que me atrajeron a un terminal que tiene tantas luces como sombras, pero que en mi opinión brilla sobre todos los demás smartphones del mercado en una sola cosa:

La cámara.

Ese es para mí el único factor decisivo del Galaxy S7, así que podríais dejar de leer aquí. La cámara es asombrosa, es estratosférica, es un absoluto prodigio. Es lo que compensa todos los pequeños y grandes errores de un teléfono que es absolutamente imperfecto, pero que aún así cuenta con ese factor decisivo.

Esto no es un análisis al uso. Es una reflexión sobre sensaciones. Cero números (o casi) y muchas opiniones contundentes. Para eso estáis en Incognitosis, chavales, ese blog en el que caen gigantes y se levantan mindudis. Ya me entendéis.

Un diseño perfecto para blandengues

Empecemos por uno de los factores vendemotos de cualquier cacharrito tecnológico de hoy en día. Esto es, su diseño. Ese aspecto absolutamente subjetivo que como en otras industrias unos cuantos iluminados tratan de unificar.

El diseño de mi Samsung Galaxy S7 no existe. Es un ladrillo de goma negro y cristal, sin más. No es bonito, no es llamativo, no es molón. Para mí mi smartphone es una herramienta, y la trato como tal. (Casi) Nadie diría que mi telefonazo es un telefonazo a simple vista.

Eso me encanta.

A ver, me gustaría no ser un blandengue. Me encantaría no tener que haber puesto una carcasa como esta, pero es que como ya comenté en ese análisis preliminar con aquel S7 de Verizon que tuve que devolver, este móvil tiene un diseño y construcción destinados a que se te caiga de las manos y te haga la puñeta. El omnipresente cristal y las curvas de los bordes lo hacen estupendo para esas fotos promocionales, pero malo malísimo para agarrarlo con firmeza.

A ese motivo se le sumó un aspecto económico-práctico. La carcasa que protege mi teléfono de caídas también protege mi inversión, porque cuando en algún tiempo —espero que dos años mínimo, veremos si aguanto— surja mi próximo objetivo, espero poder vender el S7 y recuperar parte de la inversión actual. Es cierto que la carcasa no me salva de todas las situaciones, pero sí de unas cuantas.

¿Qué tal de tamaño? Pues lo cierto es que con la carcasa y sus marcos las diferencias con el OnePlus One son en muchos casos hasta despreciables. Aquí Samsung ha hecho un trabajo estupendo con los S8 y los S8+, pero desde luego el S7 no es un prodigio del aprovechamiento del frontal. Pierdes pulgadas, pero no pierdes demasiado en dimensiones o peso total.

Parece mentira, pero esa diagonal de 5,1 pulgadas no es tan pequeña como pensaba: me cuesta llegar a las esquinas superiores bastante aun sin tener que lidiar ya con las 5,5 pulgadas del OPO, pero aquí debo decir que he ganado en un apartado lógico pero estupendo: ocupa menos en el bolsillo, así que molesta menos incluso en ese gesto de montarse en el coche en el que el OPO puso a prueba las costuras de los vaqueros o del pantalón de urno. Con el S7 eso no ocurre, aunque siempre acabo sacándolo del bolsillo para conducir porque soy un poco maniático en

un montón de cosas que no vienen al caso

eso.

La falacia casi total del hardware de gama alta

Otra sorpresa: el Snapdragon 820 o (en este caso) el Exynos 8890 del Galaxy S7 no hace que el smartphone "vuele". Todo va fluido, seguro, pero no especialmente. Puede que sea todo culpa de la ROM y el firmware oficial de Samsung y Movistar, cuyo logo, la verdad, me repatea que salga en cada reinicio. Menos mal que no lo reinicio muy a menudo.

No me saltéis al cuello, amigos lectores. Sé perfectamente que me puedo librar de esa molestia —y puede que ganar en fluidez— instalando algunas de las muchas ROMs que existen para el S7. ¿Por qué no lo hago? Pues porque quiero seguir teniendo la opción de probar Samsung Pay algún día. No sé cuándo, quizás cuando me dé el flus y me vaya a una sucursal de la Caixa. Pero lo de hacer root y perder esa opción (ahora sé para lo que sirve realmente KNOX, qué listos los chicos de Samsung) no me mola nada.

En aspectos hardware puro, hay que destacar desde luego que esa pantalla te atrapa totalmente. No es exactamente el efecto pegatina del S7 Edge o de los nuevos S8/+, pero se le acerca mucho. La tecnología Super AMOLED muestra aquí sus poderes, sobre todo en exteriores, donde poder ver el móvil es mucho más cómodo que en la mayoría de smartphones que he probado. Eso es útil en muchas situaciones, pero lo es especialmente para comprobar qué tal esa foto maestra que has sacado unos instantes antes. Pantallote, sin duda ninguna.

En tema conectividad también va muy bien servido, y la presencia de una ranura microSD es una bendición porque créeme, vas a agotar la capacidad disponible (en mi caso, 32 GB) rápido si empiezas a usar el teléfono para lo que debes usarlo, o sea: para tirar fotos. Yo no tardé en hacerme con una tarjeta de 128 GB que conseguí baratita (bien por los Incognichollos, que me ayudan a detectar estas cosas), y ya tengo margen de maniobra en este tema.

No he probado la resistencia al agua ni pienso hacerlo: me gusta que esté ahí, pero dudo que vaya a sumergir el teléfono, así que sobre todo veo esa característica como una que me permite usar el móvil en la cocina y también en esas entretenidas visitas al WC que nunca en la historia lo fueron tanto. Apuesto a que el  tiempo medio

en página

en el WC ha aumentado de forma brutal desde que el iPhone apareció en nuestras vidas. Vamos, que bien por ese seguro que espero no tener que utilizar nunca.

En lo demás, poco que deciros. Quizás el tema del sonido, con unos altavoces que sin ser una castaña tampoco es que sean la alegría de la huerta. Si te pones los cascos como siempre la cosa mejora, pero incluso con mis oídos de corchopan he notado que en el tema audio el S7 es un smartphone bastante mediocre. Sin alegría ni mimo. Cumple, sin más.

"¿Y qué pasa con la batería, JaviPas?", os preguntaréis algunos. Pues como el sonido, diría yo. Mediocre. El S7 llega a final de día sin problemas con un uso ligero, pero ayer por ejemplo le metí bastante tralla en una excursión en la que hice unas cuantas fotos y vídeos, y el pobre S7 estaba pidiendo a gritos un enchufe después de comer. Aquí de nuevo es probable que la ROM no ayude, pero lo cierto es que la batería del S7 no es en ningún caso destacable. Una vez más cumple.

Afortunadamente para aliviar este tema, como ocurre con muchos otros smartphones, está la carga rápida, que permite que en un ratito vuelva la sonrisa al S7. Más o menos, ya me entendéis. Lo cierto es que ni siquiera uso el cargador rápido porque al trabajar en casa en el despacho tenemos un hub USB para cargar varios cacharritos al mismo tiempo, y me parecería algo ridículo usar otro enchufe aparte solo para el S7. No majo no. A compartir con tus primitos de la familia de los dispositivos móviles. De nuevo paso de cifras: el móvil carga notablemente rápido incluso sin el cargador oficial. Ahí he ganado enteros frente al OPO (la cosa cambiaría con los nuevos), aunque a este la batería le aguantaba mejor.

Maldito, maldito, maldito lector de huellas

Llegamos al punto crítico de este "análisis experiencial". Ese que me ha hecho plantearme alguna vez venderlo y tirarme a otro móvil que no me agobie tanto con un tema tan estúpido.

¿Por qué Samsung tiene un botón de inicio que hay que presionar?

De verdad, no lo aguanto. Es algo que me supera, sobre todo porque no hay manera de solucionarlo. Bueno, la hay, pero la solución (una aplicación en Google Play que probé y de cuyo nombre ya ni me acuerdo) no es completa, consume batería y no funciona de forma óptima. Vamos, que no la hay.

Es el

peor

segundo peor sensor de huella que he visto en mi vida. El primero es el del Galaxy S8+ que probé hace unos días, pero es que el S7 no se le queda demasiado lejos. No es porque yo no lo haya intentado: he registrado las huellas más de una y más de dos veces (o sea, tres) y la cosa no ha mejorado. O colocas el dedo como le gusta a Samsung y a su sensor, o estás apañado. Diría que mi ratio de aciertos en el uso del lector de huella es de 3 de 10. Aproximadamente. Es lamentable, y eso me hace querer recuperar a toda costa el desbloqueo que tenía en mi OPO, que con dos toques en pantalla me presentaba el patrón para desbloquear. Al final puedo acceder al patrón deshabilitando la huella, pero es que me revienta no poder usarla.

Estoy, como veis, en una situación digna de una leyenda griega. No puedo vivir sin el lector de huella ahora que lo tengo, pero tampoco puedo vivir con esta mierda de lector de huella. Es una situación absurda, irónica. Una estúpida broma tecnológica que no entiendo como una empresa como Samsung no ha resuelto siquiera en el S8.

Sé que no ocurre en todos los casos, sé que hay de todo en la viña del señor y que a algunos el lector os funciona muy bien. Pues que sepáis que hay gente a la que no. No soy un abuelete que se queja sin saber, chavales: este lector no funciona bien. No está bien hecho. Lo sé porque he probado muchos lectores que funcionan bien porque están bien hechos. De otras cosas podré no opinar, pero de esto, opino. Lo dicho.

Es algo duro de aceptar cuando uno ve cómo incluso teléfonos de 150 euros de Xiaomi lo hacen tan bien. O cuando móviles como el Huawei P10 incluso añade gestos táctiles al sensor de huella para que si quieres no tengas que acceder a los botones virtuales típicos de Android. O cuando casi todos los fabricantes (si no todos) logran algo básico: que la precisión y rapidez del sensor de huella sea infinitamente mejor que la de unos teléfonos que como los de Samsung cuestan 4 o 5 veces más. Es increíble, triste y lamentable.

Maldito, maldito, maldito lector de huella.

Touchwiz se salva en Nougat

El tema de la interfaz visual es un poco como lo del diseño. Samsung te va a decir que Touchwiz es la pera limonera y tú tendrás que creértelo si no tienes ni idea de móviles o si no has tocado otra cosa en tu vida. Pero es que ocurre como en todo en esta vida: que la opinión de Samsung no es objetiva, sobre todo porque existen otras cuantas opiniones subjetivas más.

Como la mía, claro. La diferencia es que yo no estoy vendiendo el móvil y que además, como decía, he probado unas cuantas ROMs y unas cuantas interfaces visuales a estas alturas. Por ejemplo: me mola MIUI en los Xiaomi aunque a mucha gente le echa para atrás, y creo que la interfaz de iOS está absolutamente sobrevalorada (aunque no está mal, ojo). No es del todo coherente y su usabilidad en según qué apartados (notificaciones, accesos rápidos) no tiene nada que hacer contra una buena ROM Android. Como por ejemplo, una ROM stock como la que proponen los chicos de

CyanogenMod

LineageOS o la de un Android puro.

Pues bien: Touchwiz no está del todo mal. Se salva, sobre todo, gracias a la nueva edición en Nougat, que llega con las mismas mejoras que han desembarcado en los Galaxy S8/+, y que hacen que tanto en el apartado de los ajustes como en las notificaciones o los accesos rápidos la experiencia sea, la verdad, bastante potable. Los iconos no me gustan especialmente, el lanzador cumple, el cajón de aplicaciones me parece un poco castaña, pero vamos, que cumple. Mi versión oficial de Android (con logo de Movistar incluido) se actualizó justo con la salida a la venta de los nuevos Galaxy S8/+, así que llevo pocos días con ella, pero debo decir que Touchwiz mejora en esta edición porque es, como decimos en muchos análisis, menos intrusivo.

Menos tocapelotas, si me permitís la expresión. Porque muchas capas de personalización se empeñan en forzarnos a usar cosas de una forma que ya estaba inventada y que funcionaba bien, cambiando hábitos y forzando a crear otros que como siempre no nos apetece crear. Touchwiz sigue haciéndolo en algunos apartados, pero no tienes que pelearte tanto con él. Aceptamos pulpo como animal de compañía, pues.

Una cámara de la que no me quiero despegar

Como veis por el resto de apartados de este artículo experiencial, no estoy flipado con mi Galaxy S7. Lo hubiera cambiado la primera semana por otro smartphone que solventase esos apartados (y hay unos cuantos que lo hacen) si no fuese por LA cámara. Atentos a las mayúsculas en el artículo determinado, que están puestas adrede.

Es, como decía, una cámara estratosférica. Prodigiosa.

Es además una cámara alegre. Falsilla, un poco hipócrita, un poco mentirosa y exagerada. Poco honesta, vaya. Porque todo lo presenta algo distinto de lo que es en realidad. Algo mejor. Es todo más luminoso, todo tiene más contraste, pero sobre todo en lo que es una fantástica mentirosa es en el color.

La cámara del S7 nos miente con el color.

Una y otra vez. Los colores son más vivos casi siempre. En Samsung lo saben y les funciona, porque llevan aprovechando esta técnica hace tiempo. Presenta una realidad un poco HDR, la verdad, pero en plan HDR tuneado, muy optimista. Y claro, ves esas fotos y te alegran el momento. Los ojos de tu niño son más azules, la sonrisa de tu niña más luminosa y el patatal en el que están jugando es más verde que las montañas austriacas de 'Sonrisas y lágrimas'.

Estoy exagerando, claro, pero seguro que me pilláis. La conclusión es que uno es feliz sacando fotos con esta cámara. Lo es porque los resultados son como de un mundo más colorido y mejor. No en plan sobresaturado. Solo ligeramente saturado. El puntito justo para que te creas la mentira.

De hecho la mentira se la cree todo el mundo, porque no hay foto que no haga y comparta que amiguetes y conocidos no vean con admiración. "¡Qué fotaza!" es la frase habitual cuando uno ve una foto del S7 en la pantalla del S7, que también ayuda a resaltar esos coloretes tan alegres.

A eso se le suma una aplicación de cámara que era fantástica y que ha ganado enteros en Android 7.0 con su Touchwiz, porque ahora tenemos más gestos táctiles (lo de cambiar entre frontal y trasera con un gesto del dedo es genial) y filtros y preferencias más accesibles cuando las necesites.

Debo decir aquí que si hay algo por lo que quizás (solo quizás) salvaría el botón de inicio físico del Galaxy S7 es por ese acceso rápido a la cámara que tienes cuando lo presionas dos veces rápido. Antes se me escapanan un montón de momentos de mis niños. Ahora se me escapan algunos, ciertamente, pero capto muchos más.

Eso, amigos míos, no tiene precio. Es priceless a tope.

Y esa es la razón de que el Galaxy S7 siga encima de mi mesa ahora mismo. Esa y solo esa. Por eso decía lo de "algún tiempo" cuando hablaba de renovar móvil. La idea es mantener este un par de años por la inversión que he hecho —que yo me gaste 460 euros en

un móvil

una cámara móvil me asombra hasta a mí, defensor de los teléfonos chollo— pero si de repente surge un móvil que logre igualar esta cámara y hacerlo a la vez que corrige los problemas del S7, y hacerlo además a un precio que ronde los 400 euros, habrá dudas y caos.

Aquí alguno me saltará con las cámaras duales, como la de un iPhone 7 Plus que efectivamente cumple en retratos —admito que aquí gana a las tomas con enfoque progresivo del S7— pero que en todo lo demás es inferior. Y como los retratos los tienes que sacar tal y como dice Apple ("Se necesita más luz", "Ponte a 50 cm del objetivo") la cosa pierde inmediatez y naturalidad. Me atrae incluso más la cámara de los Pixel, que nunca he tocado, pero espero que los Galaxy Note 8 sea dual y aproveche la magia actual de Samsung, pero por duplicado. Eso puede ser un puntazo. Creo que aquí sigue habiendo margen de mejora, sobre todo ahora que Google ha demostrado que la fotografía computacional funciona y que además lo puede hacer increíblemente bien incluso en tomas nocturnas como estas.

Dicho lo cual, insisto, la cámara del S7 es absolutamente prodigiosa. Es la razón última (y única) por la que sigo con un teléfono que en otras cosas es claramente imperfecto.

Ale, ahí tenéis mis conclusiones. Incompletas, claro, porque en algún momento probaré (espero) lo de los pagos móviles. O alguna ROM. O ambas cosas, si es que Android Pay desembarca de una vez por aquí. De momento, lo dicho. Muy contento

con el S7

con la cámara del S7 (y su pantalla).