Réquiem por Firefox OS
Quise creer. Aquello olía a triunfo, desde luego. Pero entonces comenzaron a producirse las inevitables diferencias entre promesas y realidades. Entre los cuentos de ficción que nos contaba un vendemotos profesional -que está para eso, para vender motos- y la realidad mediaba un mundo, y no tardé demasiado en sufrir esa decepción que uno tiene cuando espera lo que no debería esperar.
Un año después de que Firefox OS me oliera a éxito resulta que me atufaba. En un año todas las promesas se deshacían, y por muy bonita que fuera esa ambición por adoptar un estándar abierto como HTML5 y lograr que conquistase nuestros móviles, la idea era por lo visto impracticable incluso para los responsables del desarrollo.
Lo digo desde la pena, que conste. Yo quería que Firefox OS triunfase. A lo bestia. Pero que tres años después el estado del arte sea este es para desmoralizar a cualquiera. Vale que el teléfono de pruebas no es una maravilla y que se trata de una developer preview, pero la fluidez del sistema es horrorosa.


Que ni siquiera la interfaz y las aplicaciones nativas sean destacables es ya preocupante, pero lo era igualmente el estado del catálogo software de Firefox OS. Comparado con esa situación, lo de Windows Phone era como un sueño. Pocas aplicaciones y en su mayoría malas, con mucho enfoque a aplicaciones web que no eran más que accesos directos a los sitios web de servicios como Facebook o Twitter.
Ese catálogo quedaba en evidencia con aplicaciones estrella como WhatsApp, que salía en la conversación cada vez que nos juntábamos con la gente de Telefónica -se supone que estaban muy metidos en el desarrollo, aunque aquí mi sensación es que mucha gente se quería poner medallitas- y que a pesar de las promesas tampoco apareció nunca para esta plataforma.
Con ese panorama, normal que casi nadie acabase apostando por Firefox OS. Salvo por algunos fabricantes como ZTE -que sus motivos tendría, aquí el dinero mueve montañas- casi nadie movió un dedo por una plataforma en la que todo olía a libertad. Pero como en otros casos, oler a libertad no es suficiente. De hecho puede ser hasta un problema. A menudo es mucho mejor que huela a dinero, claro.
Ayer aparecía la noticia de que en Mozilla dejaban de comercializar smartphones a través de los canales de distribución de las operadoras. No queda implícito que Firefox OS desaparezca para siempre y aquí mi réquiem puede ser -como dicen algunos- prematuro, pero me da a mí que el valiente intento de Mozilla queda aparcado en móviles, posiblemente para siempre.
Una pena, de verdad. Y sin embargo creo que una vez más una retirada a tiempo es una victoria. Como alguien decía en Hacker News, quizás Mozilla debería olvidarse de tanto proyecto paralelo y centrarse en la privacidad y la gestión de la identidad, dos proyectos que le pegan mucho a esta organización que desde luego tiene galones suficientes como para salir de este mal paso.
¿Hasta siempre, Firefox OS?
