Productivicracia

Productivicracia
productividad
productividad

Últimamente se está poniendo muy de moda lo de tener un modelo empresarial en el que las jerarquías desaparecen o, al menos, se difuminan. Gabe Newell, CEO de Valve, hablaba de la estructura que siguen en Valve --o más bien, de la no-estructura- a la hora de trabajar y de cómo ni siquiera cuentan los días que la gente se pide de baja por enfermedad o por vacaciones. Eso es llamativo, desde luego, sobre todo en un país como el nuestro en el que convertirse en un escaqueitor es uno de los deportes nacionales.

Otro ejemplo: Zappos, de la que comentaban hace poco en Quartz como ha adoptado un modelo llamado holacracia (no sé si es la traducción correcta para 'holacracy' o si ésta existe), en el que el sistema de autogobierno también difumina el papel de los líderes y asume que cada persona es responsable de su trabajo y  se espera de ella que sea "un emprendedor en su propio puesto", algo que en mi opinión es básicamente una perogrullada: si uno hace bien su trabajo, eso debería ser precisamente lo natural.

Hay unos cuantos ejemplos más --en el El Blog Salmón hablaban de "Empresas sin jefes" en noviembre--, y aunque todas las ideas son válidas si funcionan, creo que todas estas cracias  no hacen más que defender algo lógico: la productividad. Llevo meses pensando en escribir mi particular oda al teletrabajo para defender este modelo --que eso sí, no es válido para todos ni para todo--, pero en ese futuro artículo el protagonismo absoluto lo tiene ese concepto.

Si eres productivo dará igual (o debería hacerlo) que trabajes en una empresa conservadora o muy jerarquizada, o que lo hagas por tu cuenta y riesgo como freelance o autónomo. El problema, en mi caso, es cuando tú eres productivo y ver cómo el de al lado es un atleta profesional y un maestro de ese escaqueo tan español. Ahí es donde esas cracias quizá sí tratan de defender modelos en los que todos deciden y trabajan de forma óptima, y en donde los modelos más conservadores el problema es irresoluble. Quizás lo que se necesite, al fin y al cabo, es una productivicracia. Mola, ¿que no?