Prioridades

Prioridades
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Sencillamente genial el artículo que leía hoy -vía HackerNews– de un programador llamado Michael Bromley. Con el título lo decía casi todo, porque en ‘Why I Haven’t Fixed Your Issue Yet‘ (en caché, le han tirado el blog las visitas) contaba cómo su labor en una serie de librerías en GitHub había causado el enfado de algún que otro usuario porque sus preguntas no habían sido respondidas y los problemas que le estaba dando ese código no lograban resolverse.

Aquí Michael daba una lección de sentido común y saber estar: explicaba cómo cuando creó aquel código y lo compartió en GitHub su vida era muy distinta. Sobre todo, porque tenía tiempo. Era freelance, tenía un bebé que (me encanta cómo lo describe) era conveniently immobile and fairly docile, y podía dedicar horas y horas no solo a pulir ese código e ir actualizando su repo en GitHub, sino a responder además a las dudas de los usuarios sin tardanza cual diligente servicio de atención al cliente.

Y entonces la cosa cambió. Su bebé creció y ya ni estaba quietecito ni era precisamente dócil, pero además acabó teniendo otro bebé y un trabajo a jornada completa. Y entonces le ocurrió lo que nos pasa a todos los que tenemos familia: que el tiempo libre desaparece, y que las prioridades cambian. Un huevo. Aquí sería aplicable aquello que alguien muy sabio me dijo hace tiempo:

Cuando tienes un hijo no sabes qué hacías con el tiempo libre que tenías cuando no lo tenías. Y cuando tienes dos, no sabes qué hacías con el tiempo libre que tenías cuando solo tenías uno.

Y es una verdad como un templo. La reflexión de Michael -permíteme que te tutee, Michael- es fantástica, porque deja claro que al cambiar su vida cambiaron sus tiempos. De repente tenía (con suerte) solo una hora libre al día. De las 9 a las 10 de la noche tenía varias opciones para ocupar su tiempo, pero como buen padre, su tiempo libre estaba dedicado casi siempre al sofá. Una elección sin duda acertada para él -yo elijo casi siempre la misma- aunque no lo fuera para otros.

sofa
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Como él le decía a los que se quejaban de no dar soporte sobre el proyecto, “estáis compitiendo con mi sofá. Y normalmente, perderéis“. Y ahí venía su pequeño “acuerdo implícito” al publicar su código en GitHub, en el que advertía de que crear código y compartirlo con licencia Open Source, sin cobrar un duro y sin pedir nada a cambio tenía sus ventajas y, lógicamente, sus desventajas. Y una de ellas era que Michael no podía garantizar dar soporte eterno a un proyecto para el que sencillamente no tenía tiempo.

Me he sentido totalmente identificado con el artículo, sobre todo por esos usuarios y lectores que piden más cacharreo, o más tutoriales, o un podcast, o una newsletter semanal, o que me convierta en un YouTuber, o que haga el pino puente mientras lo publico en Snapchat (jamás, sobre todo porque soy incapaz de hacer el pino, y mucho menos el pino puente). Si sois de esos usuarios o lectores, desengañáos: también estáis luchando contra mis preciosos (e inquietos) niños y mi preciosa (e inquieta) mujercita. Y contra mi sofá. Y contra el FIFA. Y contra Netflix. Hago lo que puedo, y aunque me gustaría disponer de todo el tiempo libre del mundo con el que llenar esto de posts geniales e incomparables, esto es lo que hay. Estáis compitiendo contra la realidad y contra mi sofá. Y como decía el amigo, si combatís contra esas cosas:

Normalmente, perderéis.

Pues eso.