Porno y rayas
El título es muy clickbait, pero es que es lo primero que se me ha ocurrido para celebrar un aniversario muy particular: hoy se cumplen 30 años del inicio de las emisiones de Canal+, la plataforma de pago que comenzó a cambiarlo todo en la oferta audiovisual española.
Ahora parece inconcebible, pero en España tuvimos dos canales de televisión hasta bien entrada la década de los 80. Nosotros ni nos enterábamos, claro: era a lo que estábamos acostumbrados. Cuando empezaron a llegar los Antena 3, Telecinco o (en el caso de Madrid) Telemadrid la cosa se animó bastante. Todas ellas aportaban sus propios planteamientos, pero eran un "más de lo mismo". Con Canal+, no obstante, la cosa cambió totalmente.
Aquel 8 de junio de 1990 se iniciaba la era del porno y las rayas. A mis (tiernos) 17 años recuerdo cómo con los grupos de amiguetes se comentaba lo de la peli de los viernes, y de cómo los privilegiados de entonces podían verla y disfrutar de aquel destape 2.0.
Canal+ era desde luego mucho más que el porno. El cine y el fútbol eran las apuestas realmente fuertes, y estaba claro que era la referencia a la hora de hacer las cosas con ganas de cambiarlas y mejorarlas. Recuerdo por ejemplo aquellas primeras emisiones con cámara súperlenta que nos maravillaban (creo recordar que primero la usaron en los toros y luego en el fútbol), y también el inicio de programas míticos como 'El día después' o 'Lo + Plus'.
Aquello era otra tele. Mejor, sin publicidad y, por supuesto, de pago.
20 duros al día costaba la broma. 3.000 pelas al principio, 4.000 algo después. Hacían un buen repaso hace un par de años en El Confidencial, donde contaban cómo se gestó un canal de televisión que era muy poco ortodoxo porque quien lo gestó, Juan Cueto, era una especie de genio caótico y loco. Mi compañero Mikel Cid (ahora ya en otras lides) hizo otro buen resumen histórico de Canal+ y de su evolución a Canal Satélite Digital en Xataka hace años. Ambas son lecturas estupendas, aunque yo aquí venía a hablar de mi libro. O más bien, de dos curiosidades que rodean a este aniversario.
La primera, la de su relación con ese discurso sobre el 'Spotify de los medios' que hoy resurgía de nuevo en medios y redes. Carlos Otto publicaba hoy en El Confidencial un tema en el que hablaba de 'Por qué no es posible (todavía) hacer un 'Netflix de los medios'', un tema que los que ronden Incognitosis seguro que conocen bien: hace tiempo que doy la tabarra con ello, y de hecho comenté con un hilo en Twitter mis impresiones en lugar de dedicar otro post hoy aquí.
La conclusión, indicaba, era para mí que aquí es como Fuenteovejuna, todos a una. Se tienen que apuntar todos los medios (o la inmensa mayoría), o ese Netflix o Spotify de los medios no tendrá cabida. Lo curioso es que en el mundo televisivo pasó algo similar: todas las cadenas funcionaban con publicidad y la revolución vino con Canal+ y una tele de pago sin publicidad que ofrecía otra vía de ingresos. Aquello acabó teniendo mucho sentido, pero claro, el mundo de la televisión no era comparable: no había mucha gente que pudiese montarse un canal por su cuenta. Hoy sí, claro: tenemos YouTube y Twitch, por ejemplo, así que la oferta gratuita (quiero decir, con publi) es inmensa. Y para los que quieren control, a pagar los Netflix, HBO o Disney+ de turno.
La segunda curiosidad es la que ha inspirado este post. La de las rayitas. La de cómo se veía todo codificado en Canal+ gracias a un invento llamado Discreet 11. Aquel algoritmo no era un cifrado como tal, sino que era un sistema aparentemente simple para desplazar líneas y hacer que la imagen y el sonido se llenaran de ruido. Podías intuir algo de lo que pasabam pero no podías ir más allá. Eso hacía imposible disfrutar del fútbol. Del porno, a no ser que tuvieras mucha imaginación, también, supongo.
Del algoritmo precisamente hablaba un desarrollador francés llamado Fabien Sanglard que contaba la experiencia en Francia, donde se creó el Canal+ original. El tipo controla y la explicación es un pelín friqui, pero mola. Recuerda de hecho a toda aquella batalla que hubo por piratear el Canal+ —muchos lo hicimos—con aquella codificación original y, por supuesto, por luego ver por la patilla Canal Satélite Digital, sobre todo cuando se adoptaron las distintas versiones de Nagravision. Yo hablé durante bastante tiempo de las flores, y lo cierto es que aquello era entretenido aunque, eso sí, consumía mogollón de tiempo. Para los que lo tenían (yo entre ellos), conseguir florecitas en el jardín era estupendo aunque luego no viésemos tanto aquello.
Pero aquello es otra historia. Lo cierto es que hecha la ley, hecha la trampa, y cuando alguien te pone barreras para no ver algo gratis lo normal es que haya parte de la gente —jovencita, sin pasta y con tiempo normalmente— que intente saltárselas. Fueron tiempos simpáticos sin duda. Y quizás sean el anticipo de lo que pase algún día con los medios online.
Quién sabe.