Por qué no deberías comprarte un Google Pixel

Algún avispillas en Google había adelantado que el evento de ayer sería recordado en años venideros y nos ponía a salivar esperando que los responsables de la empresa de repente levitasen y anunciasen algún nuevo milagro tecnológico.
Por supuesto, no fue así.
El evento, debo reconocerlo, fue completito. Hubo anuncios interesantes en el ámbito del hardware, con cacharritos que plantaban cara a iniciativas y soluciones de otras empresas. Nada extremadamente brutal porque como en el caso de Apple, Google se está limitando a copiar lo que ya hay para hacer sus propias versiones. Lo expresaba con una perfección casi total David Pierce, de Wired:
I’m really excited about the Google iPhone and the Google Echo and the Google Eero and the Google Rift
— David Pierce (@pierce) 4 de octubre de 2016
Qué buen tuit. Lástima que se colase con Google Rift, porque lo que presentó la empresa fue más bien Google Gear: sus gafas de realidad virtual Daydream View no son ni más ni menos que una iteración -mejorada, por lo que dicen- de las Samsung Gear VR, aunque eso no quita para que no tengan su aquel y yo por aquí me plantee comprármelas algún día.
Google compite contra sus propios socios
Sea como fuere, el verdadero menene del evento estuvo en los nuevos Google Pixel y Pixel XL, esos smartphones de los que ya no quedaba nada por descubrir y que por supuesto no han podido sorprendernos tras la avalancha de filtraciones previas. De todo lo que he leído de estos dispositivos hay una reflexión que me ha gustado especialmente. El siempre perspicaz Vlad Savov decía en The Verge que "The Pixel phone is exactly what we wanted, so of course we're unhappy" y aportaba argumentos convincentes.
Tan convincentes que casi me convencen a mí, de hecho. Pero he resistido cual cabezón, y ahora me pregunto si yo quería exactamente ese dispositivo. La respuesta es no. Lo que quería de Google, lo que siempre he querido desde que los Nexus 4 aparecieran en el mercado, es precisamente otro Nexus 4. Un dispositivo capaz de competir con los mejores en especificaciones y de hacerlo a un precio contenido.
Lo dije en alguna ocasión aquí o en The Unshut y lo vuelvo a repetir: para mí Google no debería usar los Nexus ni los Pixel para convertirse en un fabricante hardware al estilo de sus socios o al de Apple, como parece ser el caso.
Google debería hacer Nexus y Pixel para enseñarnos el camino.
A nosotros y a los fabricantes que hacen uso de Android. Así es como lo veo yo, claro: como una forma de decirnos y decirles: "mirad todo lo que podéis hacer con nuestra plataforma. Ahora demostrad que sois capaces de hacer grandes dispositivos con ella, porque para eso es abierta y nosotros nos forramos gracias a los datos que recolectamos constantemente y la publicidad y servicios que ofrecemos gracias a esos datos".
Google Assistant y la exclusividad
Pero parece que para Google eso no es suficiente. Ahora no solo quieren enseñar lo que se podría hacer: lo hacen con un "se mira pero no se toca". La demostración de ello es Google Assistant, ese nuevo asistente digital que es heredero de Google Now y que parece será exclusivo de la familia Pixel. En Google nos estuvieron dando el tostón todo el rato con el asistente de marras, y la verdad es que lo único que pensaba cada vez que lo nombraban era una cosa:
¿Si me compro un Google Pixel podré desactivar Google Assistant?
Eso, claro, contradice el sentido de un teléfono que parece estar pensado para que uses con ese asistente. Pero no puedo evitarlo: veo este asistente como una herramienta más de recolección masiva de datos -en TechCrunch hablan largo y tendido de esto de forma magistral-, y por mucho que pueda facilitar la vida, mis suspicacias me hacen rechazar la idea de los Pixel como dispositivo. Bastante nos la juega ya Google en este terreno como para darle otra forma de robarnos nuestra privacidad. No majos, no.
Como Google no puede diferenciarse en hardware -veremos si como algunos apuntaban acaban integrando procesadores propios- hace lo único que puede hacer para diferenciarse: tener una oferta software distinta y exclusiva. Espacio ilimitado en su nube para que guardes tus fotos y vídeos (y las usen para a saber qué), la última versión de Android -que siempre mola, pero yo estoy tan pichi con Android 6.0 Marshmallow y no siento ninguna urgencia por dar el salto a Nougat- y sobre todo la presencia de ese asistente que es centro de la experiencia con Pixel, algo que como digo a mí hace que se me pongan un poco los pelos como pequeñas escarpias. Como que no, vaya.
Lo sorprendente es que Google se la está jugando a sus partners con estas técnicas. No tengo nada claro que Google Assistant llegue a otros terminales -aunque podamos contar con una versión algo más limitada a través de Google Allo- y desde luego dudo mucho que esa oferta de espacio ilimitado se ofrezca para otros fabricantes. No creo que a los Samsung, LG, HTC y compañía les haga puñetera gracia este tipo de desmarque por la izquierda. Veremos si la cosa se mueve en ese sentido, pero dudo que a corto plazo los fabricantes tengan opciones. Aquí son un poco lentejas, ya sabéis. O las comes, o las dejas.
Él hardware ya es igual para (casi) todos
Tampoco es que el dispositivo me atraiga especialmente. El diseño tiene su aquel, pero creo que si otra marca hubiera presentado un teléfono con ese tipo de carcasa por 200 euros todos hubiéramos dicho algo así como "claro, por 200 euros qué vas a pedir". Es lo de los vinos y los móviles que comentaba el otro día: el aspecto de los Pixel no me está gritando precisamente que tengan que costar 700 euros. Sobre todo en el simpático modelo en color "realmente azul" (yo lo hubiera llamado "azul chillón") que por lo visto ya se ha agotado y que desde luego servirá para que logres llamar un poquito la atención y moles más que el resto, que es de lo que se trata en muchos casos con este tipo de variaciones.
Una nota más en ese diseño: lo de la simetría de los bordes inferior y superior me parece absurdo, y eso de que los botones estén en pantalla y no sean capacitivos hace que precisamente ese borde inferior sea aparentemente un requisito estético. Podían haber ganado bastante espacio con lo de los botones capacitivos e incluso optar por el sensor de huella en el frontal con todo ese margen, pero nada. Meh.
Del hardware qué os voy a contar. A ver, es un telefonazo. La cámara promete mucho, pero dudo que sea mucho mejor (o peor) que las otras grandes cámaras móviles de esta temporada. Súper procesador, pantallas AMOLED estupendas de la muerte y, prácticamente todo lo que uno le podría pedir a un teléfono de gama alta de hoy en día. Bueno, menos resistencia al agua. O carga inalámbrica. O esas cámaras duales que yo personalmente esperaba en el Pixel XL. Pues no.
Pero al menos tenemos conector de 3,5 mm. Y Google presume de ello. Cágate lorito.
Evidentemente las razones que me hacen no recomendar la compra de los iPhone 7 / Plus podrían aplicarse también aquí. Los Google Pixel y Pixel XL son telefonazos con precios absolutamente desorbitados. El Pixel XL de 128 GB costará la friolera de 1.009 € en nuestro país, una cifra absolutamente ridícula para cualquier smartphone y más para uno que como ya he dicho en otras ocasiones te va a permitir hacer lo mismo que haces siempre... y alguna cosita más que probablemente no utilizarás tanto como crees. Hay opciones mucho más llamativas y sobre todo mucho más baratas (los Samsung Galaxy S7 rondan ahora mismo los 500 euros, alucinad), pero oye, como siempre digo, sois muy dueños.