Por qué la PS4 podría ser mi próxima consola

PS4 DualShock 4
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PS4 DualShock 4

Esta semana hemos podido conocer buena parte de los detalles que nos faltaban por conocer de la Xbox One (mi post récord en Xataka) de Microsoft y la PS4 de Sony, y en ambos casos las prestaciones sobre el papel eran muy similares. Aun cuando las diferencias existen en algunos apartados del hardware -por ejemplo, esa memoria GDDR5 en la PS4 de la que veremos si realmente se saca provecho-- en esencia nos encontramos ante una nueva generación que sobre todo repite el mantra de sus antecesoras: las consolas no son más que PCs reconvertidas a un formato específico para juegos.

Esto es más verdad que nunca ahora que en ambos casos se hace uso de una APU de AMD (de momento, sin especificar modelos), pero en el caso de la Xbox One la propuesta original está aderezada con dos componentes especiales, Kinect y su funcionamiento como PVR. La obligatoriedad de comprar y usar Kinect es ya de por sí inquietante (no sé vosotros, pero mi Kinect está muerto de risa el 99% del poco tiempo que enciendo la consola), pero esa apuesta por PVR está orientada de momento al mercado de los Estados Unidos, así que esa fantástica oferta de contenidos en lo que a televisión IP se refiere me temo que aquí será algo muy de futuro.

Pero lo más preocupante no será eso. Ni tampoco qué juegos tendremos en una u otra plataforma, porque los anuncios iniciales son solo un juego de despistes: los desarrolladores se volcarán en una u otra plataforma (o en las dos) según despeguen en el mercado. Y el despegue de la Xbox One está viéndose muy comprometido por un hecho fundamental.

Que en Microsoft están siendo gilipollas.

Gilipollas con el tema de los juegos usados, gilipollas con esa misteriosa necesidad de tener la consola conectada a Internet, y por supuesto gilipollas con esa obsesión por convertir al jugador en un objeto monitorizable y, en suma, en culpable hasta que se demuestre lo contrario. Hasta hace unos días tenía mis reservas con todo este desastre de comunicación de Microsoft, que sigue sin aclarar del todo muchos de esos términos. Pero aún así mi admiración por la actual plataforma (la Xbox 360 es un maquinón, y Xbox LIVE es sencillamente genial) equilibraba la balanza. Y entonces llegó la frase (y no suelo tirar de negritas por aquí) de Don Mattrick, jefazo de esa élite sobradilla de MS:

We have a product for people who aren’t able to get some form of connectivity. It’s called Xbox 360.

Querido Sr. Mattrick, se merece usted tres palabras que solo habían recaído en otro ilustre hace ya bastante tiempo:

Es usted gilipollas.

Esa frase, como comentan sabiamente en TechCrunch, podría representar la mayor metedura de pata en el ámbito de la comunicación en la historia de la división de entretenimiento de Microsoft. No sé las consecuencias que podrá tener a largo plazo, pero sí sé que de momento mis opciones de comprar una Xbox One se han visto notablemente reducidas. Y eso, claro está, deja una única opción si en el futuro me planteo renovar mi parque consolero: Srta. PS4, pase usted a escena.