Por qué hoy tampoco voy a dar por muerto a Windows Phone
Cómo nos gusta matar productitos a los medios tecnológicos. Es que nos pierde. Ayer todos nos lanzamos como buitres a por la noti del día, que (una vez más) daba por muerto definitivamente a Windows en teléfonos móviles. La culpa la tenía un tuit de Joe Belfiore:
https://twitter.com/joebelfiore/status/917071399541391360
Ese comentario era la respuesta a un usuario que le preguntaba si era el momento de abandonar la plataforma Windows Mobile, algo que desataba tanto ese comentario como una de las explicaciones más evidentes de la falta de movimiento en este campo: los desarrolladores pasaban de Windows Phone y de Windows 10 en móviles:
https://twitter.com/joebelfiore/status/917071857370595328
No hubo forma de animar a los desarrolladores, indicaba Belfiore, a pesar de que lo intentaron por todos los medios. El primer tuit al que hago referencia dejaba claro que desarrollar nuevas características o nuevo hardware (teléfonos) no era ahora su prioridad.
Eso, no obstante, no significa que Windows esté muerto en móviles. No para mí.
Precisamente uno de los que se sumaban a ese entierro popular era Ars Technica. Allí Peter Bright escribía un buen tema sobre el auge y caída de Windows en móviles, y nos recordaba cómo aquellos Lumia 520 fueron terminales ejemplares, por ejemplo. Las decisiones de Microsoft al dejar atrás Windows Phone 7 y Windows Phone 8.1 eran correctas, pero hubo fallos importantes en otros ámbitos o en la rapidez de las decisiones:
Quicker adoption of true touch interfaces, a decision to use a common NT kernel platform from the outset, a move to a store-based revenue model rather than operating system licensing; in hindsight, Microsoft could have made better decisions and made them sooner
Estoy de acuerdo, pero además creo como él que Windows 10 en móviles (y sus predecesores) planteaba una excelente opción para los usuarios. Una que no obstante creo que sigue viva (aunque ahora mismo está más bien en un coma inducido) y que me resisto a dar por muerta por varios motivos. A saber:
- Soporte ARM: estamos muy cerca de ver por dónde van los tiros con ese soporte para arquitecturas ARM que ofrecerán Windows 10 y las aplicaciones antiguas ('legacy'). Veremos primero portátiles con esa capacidad, pero no veo por qué no se puede trasladar la idea a smartphones.
- GUI: todo en Windows 10 me hace pensar que la interfaz es mucho más móvil de lo que Microsoft quiere confesar. Desde el área de notificaciones hasta ese lenguaje visual cuadradote y lleno de letras barco de vapor (sí, se pueden cambiar) o los interruptores de cada apartado de configuración. Todo parece más propio de una interfaz móvil que de una de escritorio. Es todo demasiado simplón, demasiado plano, demasiado tosco. Como si nos prepararan para poder adaptar todos esos elementos a un móvil (que es lo que estaban haciendo con Windows 10 en móviles antes de dejarlo sin actualizaciones importantes) sin problemas.
- Continuum: aquí vuelvo a mi particular obsesión con la convergencia, pero es que creo que este es un desarrollo con un futuro brillante que Microsoft tiene ya muy encaminado. No es para todos los casos, pero es una solución que se ha visto que puede tener mucho sentido (lo han demostrado Samsung y su DeX) y que sigue consituyendo una ventaja importante sobre la competencia. Ese Continuum, por cierto, podría ser aún más interesante gracias al citado soporte ARM: las aplicaciones disponibles y compatibles, que eran pocas, deberían crecer en cantidad de forma notable.
- Nadella: el máximo responsable de Microsoft fijo hace unos meses aquello de que "nuestros próximos teléfonos no parecerán teléfonos", y aunque aquí pudo jugar al despiste, yo diría que si tenía claro que Windows 10 estaba muerto en móviles simplemente podría haberse quedado callado. Nadella no parece un bocazas, como sí lo era Ballmer, y de hecho le veo más bien como un tipo muy cauto que no dice cosas por decir.
- Ecosistema: no me puedo creer que Microsoft renuncie a llevar Windows 10 a móviles, sobre todo porque es evidente que el mundo va en esa dirección desde hace años. Es cierto que su plan B está funcionando y que su presencia en iOS y Android se está incrementando gracias a sus servicios y aplicaciones, pero me extraña que se conformen con tan poco. No me lo trago, sobre todo porque Microsoft es una de las pocas empresas junto a Google y Apple (ni siquiera Amazon o Facebook están ahí) que es capaz de contar con un ecosistema hardware y software propio.
Esos argumentos me hacen pensar que Microsoft no lo ha dicho todo aún en móviles, y que efectivamente veremos algo, aunque sea un smartphone que no parecerá un smartphone. Quizás esa frase precisamente haga referencia a esos portátiles basados en micros ARM como los que vienen con los Snapdragon 835 de Qualcomm, pero una vez más me extrañaría que no los hubiera llamado simplemente portátiles, sin más.
Aquí el principal obstáculo es el que Microsoft ha tenido todos estos años: los desarrolladores. Si no les convence, no habrá tu tía, y lo cierto es que aquí Microsoft debería darle un giro radical a una Windows Store que es caótica e ineficiente a la hora de solucionar la distribución de software. El usuario de Windows está acostumbrado a descargar aplicaciones desde cualquier lado, e impedir eso (como intenta Windows 10 S) es otro de los retos difíciles de plantear. El desarrollo software y su distribución —convencer a usuarios y desarrolladores que la tienda mola— deberían ser los retos con los que yo trabajaría si fuera Nadella.
Pero como no lo soy, puedo dedicarme a esto de ver el toro desde la barrera, que es bastante más cómodo. Dicho lo cual, insisto: no seré yo quien mate a Windows en móviles. Hoy, una vez más, no.