Pobre e incomprendido PDF

¿Hay alguien a quien le guste el formato PDF? Que levante la mano, por favor, porque estamos en 2020 y parece uno de esos estándares que -al menos si nos atenemos a quienes lo critcan- deberían haber desaparecido hace años.

Es un formato maldito. Pobre. Incomprendido.

Lo contaban en un largo artículo los responsables de Nielsen Norman Group (NNG), que dejaban claro en el titular que "20 años después todavía no es apto para el consumo humano". La frase parece algo exagerada, pero lo cierto es que el formato PDF es poco usable y poco agradecido con los usuarios por una única razón:

No está pensado para ser leído online.

Ese es el problema del formato PDF. Debería estar vetado en internet porque es un estándar rebelde, chungo con los internautas. En ese artículo de investigación los autores destacan varios de los problemas de usabilidad que tiene. Entre ellos yo destacaría uno: no se adapta al usuario, y es el usuario el que debe adaptarse a él.

Lo vemos todos los días al abrir un PDF: se abre en una nueva pestaña y lo más probable es que se muestre con letra pulga y con una disposición que de primeras asusta. "Ostras, leer esto tiene pinta de ser tostón". Las tipografías, el formato y esa orientación a ser impreso hace que el PDF sea un formato hostil en navegadores. Atentos a este ejemplo: así se abre en el navegador este estudio del que hace poco hicimos una noti. Dan ganas de leerlo, ¿a que sí?

Lo ideal sería que el PDF fuera adaptable, rollo el Responsive Web Design que ha hecho que el texto, imágenes y resto de contenidos de una página web se adapten al 'viewport', es decir, a la ventana de navegador en la que los abrimos: si los ves en un móvil se ajustan líneas y tamaño de imágenes y tipografías para ajustarse a esa anchura y altura sin que nos quedemos ciegos. Si los ves en un navegador en tu PC con tu monitor de 27 pulgadas todo se muestra más grande y con más aire.

El PDF no hace eso: trata de abrirse siempre para que quede claro que es un PDF: "aquí estoy yo y aquí están mis narices", parece decirnos con esa forma de presentarse como una hoja de papel escaneada. Luego puedes jugar con el zoom, desde luego, pero de primeras eso no mola. Debo decir que eso no es malo: para los que capturamos imágenes de PDFs a lo hora de ilustrar un artículo, ese formato de imágenes escalables que no pierden definicion al hacer zoom es estupendo. El problema es que en casi todo lo demás el formato PDF no quiere ni ver al usuario de un navegador web.

De hecho no es un formato que invite a ser editado. Precisamente por eso lo utilizan en muchas instituciones y entidades -lo comentaban en el debate en Hacker News, por ejemplo-, pero lo curioso es que la Administración Pública española suele obligar a que en muchas gestiones editemos directamente el PDF para luego enviarlo, por ejemplo, firmado digitalmente. Quien lo haya hecho alguna vez seguramente se haya encontrado con los mismos problemas que yo. Para empezar, cómo c*** se hace algo así si no tienes instalado Adobe Acrobat Reader. Es algo casi antinatural, eso de editar y firmar PDFs: con lo fácil que es hacerlo todo con un formulario HTML, ¿verdad? Pues nanay: en algunas gestiones lo de trabajar con PDFs es impepinable, y para muchos, insisto, una pesadilla.

Hay otros muchos misterios del PDF, como el de cómo editarlos sin que el fichero final pese 10 veces más de lo que pesaba originalmente. Aquí algunas herramientas permiten jugar con la calidad y compresión del archivo para salvar espacio, pero al menos en mi caso obtener un resultado aceptable y un PDF "ligero" es casi como acertar la quiniela. Por no hablar ya de combinar PDFs y añadir páginas (o quitar alguna) para obtener un único PDF resultante. Otro infierno, aunque aquí hay algunas herramientas online como esta que he usado a veces para estos menesteres y que son bastante eficientes.

Tampoco es que el formato PDF sea especialmente amable a la hora de leer libros en dispositivos electrónicos. Se supone que los libros electrónicos deberían ser una maravilla al usarse un formato como este, pero qué va: alternativas como ePub o Mobi son mucho más intersantes para este propósito, y tampoco ayuda que Amazon haya vetado el uso del formato PDF (o de cualquier otro que no sea el suyo) en sus lectores Kindle, los más populares en este ámbito. Quienes hayáis leído un libro electrónico en un Kindle probablemente coincidiréis conmigo: Amazon lo ha bordado aquí, y la experiencia de lectura es estupenda. Ayudan sus tipografías, como Bookerly (que me parece fantástica), pero también el resto de herramientas que ponen a disposición del usuario para facilitar la lectura. ¿Se puede leer el formato PDF para este formato? Pues claro, pero las opciones en cuanto a formateo y legibilidad/usabilidad son, en mi opinión, inferiores.

Por no hablar, por supuesto, de las vulnerabilidades que rodean a este formato. Adobe se cubrió de gloria también aquí, porque junto a Flash este es uno de los formatos que más trabajo han dado a la hora de corregir vulnerabildades. Hace pocas semanas corregían otras 36- se dice pronto- vulnerabilidades que afectaban a Reader y Acrobat, por ejemplo. Tremendo.

Hay muchas más pegas que seguro que algunos de vosotros podéis añadir -comentad sin miedo, queridos lectores-, pero la conclusión es obvia: el formato PDF no está hecho para su uso y consumo electrónico. Está hecho por y para una cosa:

Imprimirlo.

Ese es el fin último de un PDF: lograr esa edición WYSIWYG que acabe generando exactamente lo que uno busca en papel. Hay alternativas muy famosas en este sentido como Postcript, pero como en ese caso la idea es la misma: imprimir los documentos que creas de ese modo.

La culpa de que PDF tenga tan mala fama es un poco nuestra, seguro, pero sobre todo es de quienes han querido impulsarlo como un formato válido para internet.

Que no chavales. Dejad de intentarlo.

Los PDF son para imprimir y ya.