Pagar con el móvil es ma-ra-vi-llo-so

Pagar con el móvil es ma-ra-vi-llo-so
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Llevaba mucho tiempo queriendo pagar con el móvil. De hecho, una de las poderosas razones por las que compré aquel Galaxy S7 fue precisamente el de poder acceder a su servicio Samsung Pay, del que me habían contado maravillas.

Al final, como sabéis, cambié al Xiaomi Mi 6, que ofrecía la misma opción aunque no directamente: podías usar una aplicación bancaria de pagos móviles o bien apuntarte a Android Pay, que por fin hizo acto de presencia a finales del mes de julio.

Había dejado el tema aparcado por pereza, pero al leer esa noticia decidí que ya era momento de adaptarse a los nuevos tiempos. Como las entidades bancarias con las que trabajo no ofrecen de momento esa opción tocaba vivir la vida peligrosamente y abrir cuenta en el BBVA, que precisamente es a día de hoy el único banco con el que funciona Android Pay.

Ahí, primer escollo, porque abrir una cuenta en un banco online o por teléfono es contraproducente: al final la gestión se alargó por la firma del contrato y la documentación, que hice casi un mes después de esa primera gestión. No es que tuviera prisa, pero los que parecían no tenerla eran los del BBVA. El caso es poco después por fin tenía mi cuenta operativa, que está íntegramente dedicada a pagos móviles y que por tanto rellenaré como un monedero electrónico: hice una transferencia desde mi banco de siempre "para recargarlo" y ale, a tirar millas.

En estas que me veis a mí, el rey

del pollo frito

de las apariciones televisivas, afrontando mi primer pago electrónico en un comercio cerca del mini-resort burgués. En principio probé con la aplicación móvil de BBVA, que no parecía estar mal del todo. Tras haber visto la ayuda aquello no parecía tener misterio. Pones el móvil (desbloqueado, importante) cerca del TPV contactless y listo, a no ser que quieras autenticar cada transacción con un PIN o con tu huella dactilar.

Pues allí me veíais a mí con el simpático cajero y un par de personas detrás —que no sabían que yo era el rey

del pollo frito

de las apariciones televisivas, claro— esperando a ver qué pasaba con mi móvil. Aquello no furulaba. El horror. Tras un par de intentos más, desistí, y acabé pagando con tarjeta.

Qué raro, pensé. La segunda visita al comercio para intentar pagar otra mini-compra también acabó en fracaso, pero esta vez probé con la aplicación del BBVA y con Android Pay. Nada. Aquello ni se inmutaba, y eso que tras mirar las preferencias comprobé que NFC estaba activo y los pagos móviles estaban aparentemente bien configurados.

Eso, claro, empezó a preocuparme. Como celebridad tecnológica que soy, mi reputación podía irse al garete. Así que hice lo que cualquier hijo de vecino: acudir a San Google a ver si había algo que no estaba haciendo bien.

Efectivamente, lo había.

Resulta que en las preferencias de los pagos móviles hay un pequeño apartado llamado "Posición de elemento seguro" que por defecto está configurado como "Elemento seguro incorporado". Ni siquiera imaginé que estaría mal, sobre todo porque las otras dos opciones me sonaban a chino.

Pero es que resulta que era una de esas opciones la que tenía que estar activada para que todo fuera como la seda. En los foros de MIUI me encontré con que lo que había que hacer era seleccionar "Usar Monedero HCE", una opción que activa la llamada Host Card Emulation de la que no había oído hablar. También aconsejaban seleccionar Android Pay como sistema de pago de forma permanente, así que tras seleccionar esa última opción, lo tenía todo preparado.

A la tercera fue la vencida.

Tras visitar ese pequeño comercio de nuevo, probé a pagar con el móvil y por fin todo funcionó como debía. Una pequeña vibración me indicó que la transacción se había realizado, algo que confirmó también la TPV y la información posterior de la aplicación de Android Pay. También podía ver información del movimiento en BBVA Wallet, pero lo importante era que por fin podía pagar con el móvil.

¿Qué supone eso? Pues algo más de comodidad, y la solución a un problema que sí existe: el de que puede que uno no lleve la cartera consigo, pero lo que sí llevará casi seguro es el móvil, que se ha convertido casi en parte de nuestro cuerpo.

Esa es la revolución. Pequeña pero práctica. Y como decía en el titular, ma-ra-vi-llo-sa.  Este parece que será el comienzo de una gran amistad entre los pagos móviles y el menda lerenda.