No te compres esa cámara: no la vas a usar
Es esta una época de regocijo y ensoñación en la que nuestros ahorros merman de forma importante: llegan las vacaciones y nos volvemos unos manirrotos. Si además sois autónomos como yo la cosa es aún más preocupante porque día que no trabajas equivale a día no cobrado, así que lo de coger vacaciones, gastar y no ingresar duele doblemente en el bolsillo. Un asquito.
Eso hace que uno asuma esta época con perspectiva después de varios años ante esa situación. No cojo siempre tantas vacaciones como me gustaría -acabo de darme cuenta, qué tontería de frase- pero incluso cuando lo hago tengo que vigilar la otra parte de la ecuación. Gastos comedidos y a tirar del modo pícnic, como me decía un conocido ayer. A darle duro a los sándwiches en la playa y los macarrones cocinados en cantidades industriales por la noche. Seguro que ya me entendéis.


Pero claro, también hay potenciales gastos tecnológicos. Hace poco alguien me lo comentaba con la pregunta del millón: "Oye JaviPas, que me voy de viaje y estoy planteándome comprar una cámara réflex o una sin espejo para sacar fotos de calidad". ¿Mi respuesta?
No te compres esa cámara. No la vas a usar.
Os lo dice alguien que desde hace años tiene una DSLR modestita, que se compró algún que otro objetivo decente y que usa esa cámara muy poquito y cada vez menos. Mi etapa de wannabe de fotógrafo del National Geographic pasó relativamente rápido y me di cuenta -lo hice el año pasado con el OnePlus One- de que como decía aquel la mejor cámara del mercado es esa que llevas contigo.
O lo que es lo mismo, la del móvil.
Lo comentábamos hoy algunos compañeros del trabajo. Una chica contaba que se iba de tour por Japón y que ya puestos quería tener buenas fotos de recuerdo. Algunos de los compis frikis de XatakaFoto la tentaban con una mirrorless o en el peor de los casos con alguna compacta destacada como la Sony RX100 M2 (479 eurazos del ala en Amazon) con la que inmortalizar para siempre esos momenos mágicos.
Tonterías, decía yo. Cómprate un telefonazo. Esa es la excusa perfecta para romper la hucha y que hasta yo me traicione a mí mismo en ese principio básico de mis recomendaciones en móviles: nunca comprar gama alta. Bueno, pues resulta que hay un anexo a esa filosofía. En realidad mi conclusión sería nunca comprar gama alta a no ser que quieras una cámara del copón.
Ese es actualmente el resumen de mi amplia experiencia en smartphones -que ya lo dije, son mucho más "smart" que "phones"-, y es lo que precisamente explica que hoy por hoy comprar una compacta ya no tenga sentido en ningún caso, pero es que también valida el hecho de que comprar una buena cámara fotográfica tampoco lo tenga salvo en casos muy específicos.

¿Qué casos son esos? Pues que vayas a utilizar algo que no sea el modo automático, o vayas a imprimir las fotos en tamaño póster, o vayas a hacer tareas de post-procesado de la imagen y seas, en resumen, un fotógrafo aficionado con mucho tiempo que dedicar a esta tarea. Porque la fotografía, sobre todo, es tiempo. Muuucho tiempo. Si tienes el privilegio de disfrutar de ese tiempo y de poder dedicarlo a esta disciplina, ole. Ahí te diría que te compres un
Nokia 3310OnePlus 3 y dediques todos los ahorros de tu vida a un buen camarote de esos que los ex-fotógrafos aficionados miramos con lágrimas en los ojos.
En cualquier otro caso, abandona. Sé práctico. Disfruta del momento, disfruta de no cargar con dos apartatos, disfruta del hecho de que podrás compartir tus fotos directamente en redes sociales y aplicaciones de mensajería, y disfruta de que podrás incluso a acceder a modos "Pro" en algunas de esas cámaras (e incluso tirar RAWs) si te da por juguetear un poco en según qué ocasiones. Acepta el hecho de que si te compras una cámara avanzada vas a sufrir el efecto Photoshop: solo vas a aprovechar el 1% de sus opciones y lo más probable que es que todas esas maravillosas fotos queden sepultadas en tu disco duro y no las revisites más que una o dos veces al año con suerte. Ya sabéis:
La vida es un viaje. Disfrútalo con tu móvil.
Qué buen eslogan, caray. Ele, aplícate el cuento.
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