No sois como yo

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Qué título tan filosófico y poético, ¿a que sí? ¿A que no habéis podido evitar pinchar en Twitter tras verlo? :-) Lo cierto es que la idea lleva tiempo en mi cabeza, y hace poco la discutía con compis del equipo de Xataka. Quienes nos dedicamos a escribir en medios tecnológicos solemos tener un perfil muy similar. Gente apasionada por este tema y por todo aquello (no necesariamente todo aquel) que se lleve bien con los ceros y los unos. Es difícil no tener un lado friki (a menudo, bastante friki) que nos hace olvidar algo esencial. A mi, al menos, se me olvida.

Que no sois como yo.

La perogrullada, por mucho que lo sea, es peligrosa para alguien que escribe en los medios, y supongo que, por extensión, para cualquiera que quiera montar cualquier negocio y que sea medianamente experto en su tema. Veo las cosas con un enfoque muy distinto “al usuario de a pie”, y a menudo doy por hechas muchas verdades que no se cumplen entre el resto de los mortales.

El ejemplo perfecto es, en mi caso, mi rechazo a los tablets. Son productos que respeto pero que en ningún caso logro entender. Me parecen un quiero y no puedo. Un “quiero ser portátil + smartphone (VoIP) + tablet”, sin poder serlo. Cada oveja con su pareja, como dice el refrán que ya he usado unas cuantas veces en este blog. Si quieres hablar por teléfono, cómprate un móvil. Si además quieres sacar fotos y compartirlas en Internet, cómprate un smartphone. Si quieres producir, cómprate un portátil o un sobremesa. ¿Para qué un tablet? Pues para lo único que queda: para consumir.

Y claro, yo no soy un consumidor al uso. Pero desde luego, consumo. Consumir contenidos, principalmente escritos, es buena parte de mi trabajo. Leo un porrón, pero aparte de eso escribo, escribo y escribo. Así que el tablet se me queda pequeño. Irrelevante. Lo comentaba no hace mucho en aquel post (con un titular bastante chulo IMO, “De tablets, portátiles, ovejas, y parejas“) en el que hablaba del poco sentido que le veo a las pantallas táctiles en los portátiles.

El problema de ese post, o de mi opinión con los tablets y otras muchas tecnologías, es que soy un huevón (y dale). Un egoísta. Siempre me baso en mi experiencia para luego considerar al común de los mortales, esos que al final acabarán utilizando ese producto, servicio o tecnología. Así que la conclusión es clara. Tengo que tratar de empatizar más con los usuarios reales. Esos a los que no les (que conste que no he utilizado el “os” aquí, sé que a muchos de vosotros sí, je) importa que la cámara del móvil tenga apertura f/2.0, que se use Responsive Web Design en un sitio web o –y esto es difícil de aceptar– que probablemente la NSA tenga por ahí guardaditos todos mis correos electrónicos, y no precisamente para dármelos si yo los pierdo.

La idea: para escribir, pensar en los demás antes que en uno mismo. Luego ya habrá tiempo (siempre lo hay) de dar el toque personal. Y esto no se aplica solo a escribir, creo yo. Como decía, cualquiera que quiera montar un negocio físico o virtual debería tenerlo muy en cuenta. Toma ya. Y todo esto, sin haber hecho un MBA. Tremendo.