No molesten, estoy en mi mundo

No molesten, estoy en mi mundo
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En 2011 Elvira Lindo escribía una columna magistral titulada 'No me quieras tanto'. Hice mención a ella en un post de 2013 en el que hablaba de cómo el móvil, ese maravilloso invento que ha cambiado el mundo, también nos ha hecho estar más solos que nunca.

Ha pasado una década desde aquello que contaba Elvira Lindo, y me temo que estamos igual o peor que estábamos entonces. Te metes en el metro y ale, todo el mundo mirando el móvil. En la consulta del médico, lo mismo, y si uno está comiendo solo lo normal es que lo haga mientras mira el móvil.

Hace tiempo que surgió el debate sobre si esto era comparable a lo que pasó en la época del periódico. Eran muchos los mensajes en redes que comparaban imágenes de entonces (hay más aquí):

...con imágenes de ahora:

El problema es que no son, creo yo, lo mismo. La diferencia no está en esas fotos, porque hay situaciones en las que efectivamente uno trata de hacer que la espera o el trayecto sean más entretenidos leyendo un periódico o un móvil. La gente usaba el periódico como entretenimiento sobre todo cuando estaba sola. Si estabas acompañado podías leerlo, claro, pero si quedabas con un amigo o con tu pareja no sacabas el periódico, lo desplegabas y te ponías a leer como si tal cosa. No creo que casi nadie hiciera algo así por las buenas.

Hoy en día lo es. Es raro que estando con alguien, ese alguien no use el móvil. Ocurre por todos lados, y si vas a cualquier bar, restaurante, piscina o playa estos días seguramente te encuentres con que un montón de gente acompañada de familiares y amigos (o parejas, o hijos) usa el móvil también a lo bestia. Aquí entono el mea culpa: yo también lo hago de cuando en cuando, pero hay verdaderos pros a mi lado y la cosa, la verdad, da miedito.

Es algo de lo que hablaba hace poco un señor llamado David Benjamin en EE|Times. El post, titulado 'We're all teenage girls now', es uno de los mejores que me he leído en los últimos meses, quizás porque me recordó una situación familiar. Benjamin contaba cómo cuando él era joven su hermana se apropiaba del teléfono para hablar con sus amigas durante horas.

Yo también viví eso en casa con una de mis hermanas, que durante un tiempo pareció vivir en modo pensión. Llegaba, decía hola, cogía el teléfono, bajaba a cenar, decía buenas noches y listo. Así día tras día. Su relación con nosotros era clara entonces: éramos sus telefonistas.

Para ella el teléfono era tan adictivo entonces como para nosotros es el móvil hoy en día. Es una forma de encerrarte en tu mundo y de comunicarte con tu gente de formas estupendas, pero que yo cada vez veo más inquietantes. Diría que la mayoría de la gente prefiere hablar la mayoría del tiempo por WhatsApp que hacerlo en la vida real con una Mahou y unas pipas delante, pero claro, igual estoy equivocado.

Es desde luego lo que comentaban quienes metieron caña a David Benjamin en Hacker News. Es cierto que el enfoque final de su tema podía dar lugar a equívoco (leedlo y leed luego los comentarios), pero creo que su idea era básicamente la de expresar lo mucho que nos gusta estar encerraditos en nuestro mundo, a nuestra bola y sin que nos molesten.

El periódico permitía eso en muchos escenarios. El móvil lo permite aún más en muchos otros, y lo chungo es que eso ya es algo socialmente aceptado. No sé, igual lo que contaba  Ernest Cline en 'Ready Player One' era una visión clara del futuro. No por las gafas de realidad como invento que triunfará porque sí, sino por que se convertían en esa forma de aislarnos más y mejor que nunca para vivir nuestra realidad particular estuviésemos donde estuviésemos.

Y sin tener que soportar a nadie, claro. That's the dream, right?