Niños, tablets y momentazos

En casa del herrero, cuchillo de palo. Para alguien que trabaja constantemente pegado a una pantalla, lo de integrar la tecnología en las vidas de mis peques está siendo especialmente delicado.
En casa somos más de caja tonta, sobre todo ahora que Netflix nos soluciona la papeleta con solvencia si la Raspberry Pi no es suficiente (lo era). El problema es que para escribir esto y que disfrutéis con estas historietas a menudo tengo que aumentar el bono-tele para que no se me pongan pesados. Me temo que en esto cedo a lo cómodo, pero sigo resistiéndome a que mis peques caigan bajo el embrujo de las tablets.
De hecho lo de la tablet en casa es un privilegio que pocas veces damos. No usamos ese cacharro infernal en los coches para apaciguarlos en los viajes, por ejemplo: en esos ratos, a pesar del estrés de algunos trayectos, hemos logrado no tirar del recurso fácil. Y como digo en casa las dos tablet que hay (una Nexus 7 y una Amazon Fire HD 6) están reservadas para momentos muy puntuales. La Nexus 7 sí que se la dejábamos de cuando en cuando para ver vídeos de YouTube -un día tengo que escribir sobre los vídeos de YouTube que ven mis niños, alucino- y ya. La Fire HD 6 estaba normalmente relegada a usarla como lector de e-books, y de hecho los niños apenas sabían de su existencia.
Hasta ayer.
Una pelotera importante entre mis dos lebreles provocó una nueva -ni la primera, ni la última- rendición, así que acabé dejándole a mi niña, la mayor (ronda los 6), la Fire HD 6. Se cansó rápido de ver vídeos, y como ella hace tiempo que sí trastea un poco con nuestros ordenadores y móviles, se metió en el menú de aplicaciones y vio que allí había iconitos simpáticos. En la Amazon App Store hacían promociones de juegos y aplicaciones gratuitas de cuando en cuando -hace tiempo que no las pillo, ¿las han dejado de hacer?- así que aproveché algunas de ellas y compré (a precio cero, que mola más) algunas cosas. Y entre ellas, 'Monument Valley', ese juego prodigioso en su diseño y desarrollo al que nunca había acabado dedicando más de 5 minutos por falta de tiempo.
Mi niña vio el icono y dijo: “¿y este?“. Así que dicho y hecho. Me meto en el juego, la subo en mis rodillas, y empezamos el primer nivel juntos.
Qué momentazo.


Como era de esperar, cogió la idea rápido, pero lo cierto es que 'Monument Valley' no es un juego trivial. No lo es para una niña de 6 años, desde luego, y aunque la mía sea un prodigio -como todas vuestras hijas, seguro- y resuelva puzzles y rompecabezas de una forma alucinante desde que era pequeñita, esto se iba un poco de nivel. Así que de cuando en cuando tocó ayudarla, pero enseguida volvía a intentarlo y a coger las riendas para seguir avanzando.
Su cara cuando logró pasar uno de los primeros niveles ella solita -o casi- fue indescriptible. Las palabras no salen porque no las hay. Y yo me dedico a las palabras.
No las hay.
Puede que 'Monument Valley' no sea el juego más adecuado para una niña de 6 años, pero al final ha conseguido algo que no había conseguido ningún otro contenido de una tablet o de un ordenador: que por primera vez uno de mis hijos y yo compartamos un ratito tecnológico.
No todo son ventajas, claro: tras una horita jugando tocaba cena y cama, pero a la enana el juego le había dejado impactada. Tras un ratito en la cama se levantó llorosa: “¡no puedo dejar de pensar en cómo pasar de nivel y evitar a los hombres cuervo!”. Toma ya. Se acabó durmiendo sin problema, claro, y hoy hemos estado otro ratito -el juego se complica, demasiado difícil para ella sola- en el que se ha demostrado que eso de compartir la diversión de un videojuego con tu hijo es impresionante. De hecho me he animado y he debutado con mi primera compra in-app (por cierto, Amazon tiene esto bastante capado para que los niños no te arruinen en un descuido). He comprado los niveles adicionales para seguir alargando un poco más el éxtasis estos días de verano. Como imaginaréis, espero que esto sea solo un anticipo de lo que está por venir. Y de un evento en especial: No puedo esperar a machacar a mis niños al FIFA.
Mon dieu, qué ganas.
PD: Sé que muchos me criticaréis por usar "tablet" en lugar del término español, "tableta", pero es que cada vez que escribo eso pienso en una tableta de chocolate y me dan los siete males. Tendría que bajar a comprar una y comérmela. Mal asunto.
Si os ha gustado el artículo, quizás queráis aportar (Atención: los 0,50 euros son solo una referencia, podéis modificar la cantidad antes de dar a “Siguiente”). ¡Gracias!
