Natación con banda sonora: probando a nadar con un MP3

Natación con banda sonora: probando a nadar con un MP3
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Esto de estar un poco yayo hace que uno vaya abandonando los deportes de contacto y se dedique a otros menos agresivos. Es el caso de la natación, que viene muy bien para mi maltrecha espalda y que llevo algo más de un año practicando. De hecho lo que he hecho durante todo este tiempo no es nadar, sino aprender a nadar bien.

Me enteré de que daban cursos de natación eficiente cerca del mini resort burgués (en EEUU se conoce como Total Immersion y hay una subcultura importante ahí), y da la casualidad de que había leído algo sobre el tema en Lifehacker. Total, que me apunté y desde entonces la mejora es notable: en lugar de pelearme como el agua, sigo las enseñanzas de Bruce y soy agua, amigos míos.

Bueno, más o menos.

Lo cierto es que nadar por nadar, como correr por correr, me aburre. Soberanamente. Si no hay una pelota delante la cosa se vuelve difícil para mí, así que no suelo durar mucho con esos deportes. En natación la cosa no sé cuánto durará, pero al menos este verano tengo la excusa perfecta para hacerme largos a cascaporrillo sin que me dé un telele. Antes no aguantaba ni 4 en una piscina de 25 m,  pero mi perfecto estilo (como el de la foto de arriba, para que os hagáis una idea) y sintonía con el líquido elemento hacen que ahora pueda nadar bastante rato —a un ritmo tranquilito, claro— sin problemas.

Como ocurre cuando uno corre, el problema es que como decía hacerlo durante un rato acaba siendo un tostón. Y hacerlo muchos ratos, salvo que te pique el gusanillo, acaba siendo una condena. ¿Solución? Buscarse alguna forma de hacerlo más entretenido. En mi caso esta ha sido la oportunidad perfecta para probar un reproductor MP3 resistente al agua del que me habían hablado y en el que no confiaba mucho.

Se trata del reproductor SwimMusic v1.1 que pertenece a la familia Nabaiji de productos de Decathlon. Es un sencillo módulo de memoria (4 GB de capacidad) con tres botones, un conector de auriculares y unos auriculares que incluyen unas curiosas gomas y taponcillos de sujección al oído.

Una de las curiosidades del dispositivo es que ese puerto de auriculares no solo permite escuchar audio, sino transferir ficheros MP3 al módulo con un cable de minijack a USB que yo, sinceramente, ni sabía que existía. Es como si el minijack se transformara mágicamente en un puerto Micro USB, porque el funcionamiento en transmisión de datos es como si estuvieras conectando un smartphone o cualquier otro dispositivo mediante USB. Lo conectas, lo detecta como unidad de almacenamiento, y copias los ficheros. Pin pan.

Luego, claro, llega la prueba de fuego. Meterse al agua con el invento. El reproductor lleva una pinza para fijarlo donde quieras (yo me lo puse detrás de la cabeza, atrapado con la goma de las gafas) y los auriculares con cable no molestan demasiado aunque en algún que otro momento quedan tirantes por el movimiento al nadar. En el tema sonido no tenía ninguna confianza en el resultado, pero aquí tengo que reconocer que el reproductor funciona.

No es la pera limonera, claro, pero por los 30 euros que cuesta no se le puede pedir más. El sonido se oye algo bajo —igual debería subir los niveles antes de meter el audio en próximas sesiones— pero efectivamente se oye. El problema suele ser que alguno de los auriculares se sale un poco y tienes que parar, sacártelo, soplar y pellizcar un poco el invento para que expulse las gotitas de agua, y volver a ponértelo y tratar de que quede firme en tu oído. Yo tuve que repetir la operación varias veces, igual hay algún truco para no pasar por esto (usando quizás almohadillas de goma de repuesto de las que vienen en distintos tamaños), y de hecho me perdí un poco alguna parte de la conversación del podcast que elegí para inaugurar la sesión de natación.

Por lo demás, la verdad, quedé sorprendido. Eso de competir contra mí mismo me aburre, pero debo reconocer que nadar con este pequeño entretenimiento le añade cierto encanto al asunto. Y como nadar es súper sano y

estoy quedándome como una sílfide

me viene bien para la espalda, pues de momento tengo un estupendo verano por delante para perfeccionar mi ya de por sí depurada técnica.

Que tiemble Phelps.