Microsoft, convergencia y asombro

Microsoft, convergencia y asombro
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Eran más o menos las 5:15 de ayer cuando ocurrió. Microsoft fue capaz de sorprenderme. De asombrarme, incluso. “We made the ultimate laptop. We made Surface Book“, afirmaba un confiado e inspirado Panos Panay. Y ahí estaba: el portátil convertible definitivo. El que corrige prácticamente todo aquello que los Surface no podían dar.

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Fue para mí el momento álgido de uno de los eventos más completos de todos los que he tenido la oportunidad de cubrir en mi carrera profesional. Al nivel, yo diría, de aquella legendaria presentación del primer iPhone. Y estuvo a ese nivel porque por primera vez en mucho tiempo una empresa fue, como decía, capaz de sorprenderme.

Que no oyéramos nada del Surface Book, que no se filtrara nada, es en sí un casi un milagro. Y eso fue lo que le hizo a Microsoft convertirse en una empresa sorprendente sobre el escenario. La ejecución del evento fue perfecta, la participación de sus protagonistas, prodigiosa. Panos Panay fue todo un descubrimiento a pesar de esa pose mafiosa: ritmo frenético, al grano en todo lo que importaba, y dinamizador de todo el evento. También lo fue Bryan Roper, que con ese aspecto simpático y acento tan peculiar logró que una demo previsiblemente aburrida para muchos se convirtiera en algo digno de ver. Ese sombrero promete convertirse en un clásico en los eventos de la empresa de Redmond.

Terry Myerson estuvo quizás más tímido en su participación, y lo cierto es que apenas presté atención a las palabras de un Satya Nadella que parece el principal artífice de la transformación de Microsoft. Parece mentira lo que era esta empresa y lo que es. Pero vayamos por partes. O por actos, que sé que os mola.

Acto I. De Hololens y de cómo también Kinect molaba al principio

Entiendo que Hololens atrape titulares. El desarrollo de Microsoft es valiente, audaz, y efectista. Los responsables de este producto hablaron por fin del precio y la fecha de salida para la versión para desarrolladores, que aparecerá durante el primer trimestre de 2016 por 3.000 dólares.

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Que son muchísimos dólares para algo que nadie sabe dónde puede llegar. Lo que significa que puede que estemos ante un chollo, o ante un fraude. Las demos que han ido presentando en estos meses son llamativas, visualmente impecables.

Y sin embargo, sigo sin verle la gracia.

Entiendo que aprovechar la realidad aumentada para lograr que uno se encuentre en un entorno más inmersivo puede ser buena idea, pero desde luego la demo que presentaron con su Project Xray parecía totalmente destinada a niños. Y uno (al menos, uno “normal”) no paga 3.000 dólares por entretener a los niños.

Me vinieron a la mente aquellas demos con Kinect en las que parecía que nuestra experiencia en el segmento de los videojuegos iba a transformarse radicalmente. Y mira a Kinect ahora: el gran olvidado en la Xbox One. Una lástima.

Acto II. De Microsoft Band y los smartwatches disfrazados de pulseras cuantificadoras

No me entretendré mucho con la Microsoft Band porque me parece un dispositivo curioso, pero que no es de mi palo. No creo en las pulseras cuantificadoras como concepto, porque creo que prácticamente todo lo que hacen también lo hacen los relojes inteligentes. Y si no lo hacen ahora, acabarán haciéndolo.

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Pero desde luego el trabajo de Microsoft en este ámbito es sólido, más sensores, mejor diseño, notificaciones e integración con Cortana. Solo le queda tener una forma redonda y ale, ya tendríamos un reloj inteligente de Microsoft.

Acabará cayendo, visto lo visto. Ya tienen buena parte del camino recorrido. Preveo la llegada de ese reloj inteligente de Microsoft el año que viene. Y si no, al tiempo.

Acto III, escena I. De los Lumia 950 y Lumia 950 XL: por fin la gama alta llega a Windows 10 Mobile

La escena primera del acto tercero de esta particular obra fue la más previsible de todo el evento. Los rumores y filtraciones sobre estos dispositivos habían sido muy numerosos, y aquí el efecto sorpresa había quedado reducido a la nada. O casi.

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Porque hubo alguna sorpresa, como esa antena “adaptativa” o esa refrigeración líquida que ya habíamos visto hace unos meses en un concepto de Fujitsu que Microsoft parece haber

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integrado de manera perfecta.

Las diferencias entre estos dos modelos son sobre todo tres. La más evidente, la diagonal de pantalla, que está en 5,2 (con Gorilla Glass 3) y en 5,7 pulgadas (con Gorilla Glass 4). La segunda, en el procesador, que es un Snapdragon 808 hexacore en el Lumia 950 y un 810 octocore en el Lumia 950 XL. La tercera, que no he visto mencionar a nadie, mucho menos significativa (para ciertos usuarios) es que el Lumia 950 no tiene radio FM. Raro, pero no la tiene, o al menos no aparece como característica disponible en las especificaciones.

Me gusta que ofrezcan un modelo de 32 GB sin más. Si quieres ampliar memoria, tienes ranura Micro SD que soporta tarjetas de hasta 200 GB.

La cámara, en cambio, me asusta. Apenas se habló de ella salvo por la presencia del botón físico, y aquí está claro que Microsoft tiene que dar el do de pecho porque el uso de móvil como cámara es crucial para el éxito de un terminal de gama alta.

La presencia de la tecnología Windows Hello para reconocimiento facil es un punto interesante, pero como comentaba Eduardo Archanco en Twitter, el sensor de huella dactilar se echa de menos. Pero claro, en estos terminales tampoco tenemos NFC, curioso. O no. Microsoft no ha anunciado ningún esfuerzo en el tema de pagos móviles, algo en lo que otros han puesto mucho tiempo y recursos. Quizás por eso prefieren esperar y ver qué pasa. Y aún así, el sensor de huella dactilar es para mi algo que cada vez más define a un gama alta.

Lo que sí tenemos es un conector USB-C que por lo que entendí hace uso (no lo he podido confirmar) de la interfaz USB 3.1 Gen 1 capaz de ofrecer transferencias de 5 Gbps (esto sí que lo dijo Panay). Y otro dato importante: habrá carga rápida gracias a la tecnología Power Delivery que ofrece el nuevo estándar USB: en 30 minutos la mitad de la batería del teléfono cargada. Veremos cuánto aguanta esa batería, que es otra de las grandes incógnitas de un móvil que quiere competir con los mejores en todos los ámbitos. Y podrá hacerlo, pero quizás no tanto por todo esto como por lo otro. Lo importante de verdad. Continuum.

Acto III, escena II. De la convergencia y de cómo al fin tu smartphone es también tu PC

Cómo había esperado ese momento. Cuando el simpático Bryan Roper se subió al escenario y comenzó a hablar en modo rapero a 300 palabras por minuto hizo que todos nos quedásemos hipnotizados para no perder detalle: Continuum al fin mostraba sus poderes.

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La gente sigue sin entender lo que proporciona Continuum. Para mí las ventajas son tan evidentes que casi me da rabia que mis conocidos no lo entiendan. Chavales, que vais a llevar un PC en el bolsillo. Uno de verdad. Uno con el que podréis abrir un Office de escritorio, un navegador de escritorio o incluso juegos de escritorio.

La experiencia ofrecida en este sentido tiene aún margen de mejora: lo contaba Tom Warren en The Verge, y allí explicaba cómo hay cosas que funcionan muy bien y otras a las que aún les queda recorrido. Y aún así para una primera iteración es un producto alucinante y una tecnología alucinante. Es todo lo que Ubuntu probablemente quiso hacer y no hizo.

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El pequeño dock que permite convertir a nuestro smartphone en un PC de sobremesa es tan solo la demostración de cómo la tecnología ha llegado a ese punto en el que para muchos tener un PC en casa ya no tendrá sentido. Siento lástima por los fabricantes tradicionales de PCs de sobremesa, porque ese mercado cada vez tiene menos sentido. Solo en campos como el gaming y la computación intensiva hay sitio para unos mastodontes arrinconados y en franca retirada.

Y mientras el smartphone avanza sin piedad para comerse todo lo que le salga a su paso. Los nuevos dispositivos de Microsoft son solo los primeros de una (esperemos) larga dinastía de smartphones que harán olvidar que un día hablábamos de cosas como cajas ATX, fuentes de alimentación de 1000W o discos duros magnéticos de 3,5 pulgadas. Queda mucho para eso, sí, pero la pauta parece clara.

Y aquí, por supuesto, toca hacer reflexión sobre Windows 10 Mobile: los Lumia 950 y 950 XL son dispositivos aparentemente fantásticos, pero no más que otros telefonazos de última generación. Aquí el software es el que marcará la diferencia, y si Windows 10 Mobile y sobre todo Continuum no la marcan, nada más podrá hacerlo y estaremos condenados al duopolio Android/iOS. Para bien, y para mal.

Hablaría mucho más de esto, pero ya sabéis que lo he hecho en el pasado no una, ni dos, ni tres, ni cuatro, sino más veces. Así que mejor seguimos con el siguiente acto. Seguro que tendré ocasión de hablar mucho y bien de Continuum, sus luces, y sus sombras.

Acto IV. Del Surface Pro 4 y los quiero y no puedo

Puede que este acto se hubiese titulado de un modo distinto si Microsoft no nos hubiera atrapado con el quinto acto de este particular melodrama, pero así son las cosas. El Surface Pro 4 es un tablet convertible espectacular, pero es que es solo eso. Un tablet convertible espectacular.

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Las mejoras llegan desde todos los frentes, y se notan también en esa carcasa Type Cover que ahora llega con un teclado mucho más interesante, un touchpad un 40% más amplio y un curioso lector de huella dactilar, además de las mejoras en potencia.

Pero también está PixelSense, esa prometedora tecnología para todos los que toman notas. Y sin embargo, el uso del puntero o lápiz es por lo que yo tengo entendido marginal. Aunque hay ámbitos en los que tomar notas puede ser una opción fantástica, en la mayoría de los casos las demostraciones de casos de uso de Microsoft son muy de anuncio televisivo buenrollista. Creo que no debe haber mucha gente que dibuje o tome notas a lápiz en su tablet, porque para muchos hacerlo a golpe de ratón y teclado es mucho más productivo. O escribir música -por cierto, esa parte del vídeo con un poético Panos Panay es digna de elogio-, o controlar AutoCAD. Queda muy bien en plan efectista, pero no tengo claro qué porcentaje del tiempo vas a aprovechar esa opción.

Ojo, no digo que el puntero y PixelSense no sirvan para nada. Solo digo que para la mayoría de la gente no sirven para tanto como Microsoft quiere hacernos ver. Pero como opción, eso sí, fantásticos. Por cierto, de momento nada de precios sobre esos lápices desechables o las nuevas Type Cover. Veremos si se ponen al nivel de los accesorios del iPad Pro, y estimo que así ocurrirá.

No hay manera de apoyar cómodamente el Surface Pro en las piernas. Algo falla.
No hay manera de apoyar cómodamente el Surface Pro en las piernas. Algo falla.

Pero en mi caso, y como ocurría con el resto de Surface Pro (o Surface a secas), esa Type Cover es un problema, porque resta al producto esa capacidad de convertirse en un portátil real. Los ángulos disponibles para inclinar la pantalla son un problema, pero también el teclado no rígido -aunque tenga mejor pinta- y sobre todo ese espacio extra que necesita este producto para que lo asentemos en nuestras rodillas. La famosalapability” que se ve comprometida en este dispositivo y que sigue confirmándome en la idea de que el Surface Pro 4 es un quiero y no puedo. Como tantos otros tablets convertibles que son medias tintas. Y yo no soy de medias tintas. Me van más las tintas enteras. Que es justo con lo que me asombró Microsoft.

Acto V. Del Surface Book y el portátil convertible cuasiperfecto

Y así fue como de repente apareció un producto que nadie esperaba, del que no se había filtrado nada, y que se convirtió en la revelación de la tarde. El Surface Book era todo aquello que Microsoft no había podido lograr con el Surface Pro 4. La empresa de Redmond le daba la vuelta a la tortilla y ofrecía no un tablet convertible, sino justamente lo que muchos (como yo) buscan: un portátil convertible. Uno que da preferencia al uso del portátil con ratón y teclado sobre el uso como tablet.

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Eso es en pocas palabras lo que representa este equipo, que por diseño y especificaciones resulta absolutamente espectacular. Esa bisagra -en Wired le rinden homenaje– fue de lo más celebrado en esos primeros momentos de descubrimiento y despiece de nuestro asombro, pero luego vendrían muchos detalles más.

Como su singular teclado retroiluminado. O su prometedor touchpad -por dios, que sea tan bueno como parece-. O su pantalla desacoplable de 13,5 pulgadas con esa resolución tan redonda de (atentos) 3.000 x 2.000. O ese teclado desacoplable que alberga, atención, una batería auxiliar y, si queremos esa opción, una GPU de NVIDIA (no se sabe exactamente cual).

Y aquí es donde tengo que hacer mención a la genialidad de Microsoft, que separa la parte de la pantalla desacoplable y que permite que en el futuro no tengamos que sustituir el equipo por completo: si queremos optar a más potencia gráfica, puede que Microsoft simplemente saque nuevos teclados con nuevas y potentes GPUs de NVIDIA, o de AMD, o con nuevas y mejores baterías auxiliares, o con nuevos puertos. Lo comentaba en Xataka e insisto aquí: esa modularidad es una genialidad de Microsoft. La aprovechen o no en futuros accesorios, la opción está ahí, y es brillante.

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Y por supuesto, podremos usarlo en modo tablet, tanto desacoplando la pantalla como colocándola encima del teclado ya que podemos situarla del derecho o del revés. Aquí va mi eterna crítica a este escenario de uso tan llamativo: estar trabajando en modo tablet con un tablet de 13,5 pulgadas no es cómodo. De verdad. He probado algunos y ese peso y esas dimensiones hacen que a no ser que uno los tenga apoyados en la mesa la cosa pierda su gracia. E incluso allí la utilidad es discutible, aunque desde luego para dibujantes, diseñadores y artistas tener ese lienzo de gran tamaño seguramente sea como un sueño hecho realidad.

Productazo. Quizás el mejor portátil basado en Windows de toda la historia, y aquí tengo que citar un parrafazo de Vlad Savov, que ayer se mostraba tan asombrado y encantado como yo con el evento de Microsoft y con estos productos (las negritas son mías):

The lesson that prompted Microsoft to design and build the first Surface Pro was that software is not enough to generate the best possible user experience. Software and hardware must work harmoniously — as shown off today with Cortana integration in the stylus and Windows Hello security facilitated by an Intel RealSense camera. Apple has repeatedly noted that its greatest asset is in precisely this ability — to integrate disparate parts into a cohesive experience — and that’s exactly the strategy Microsoft is pursuing now. And yet, Microsoft is the furthest thing we currently have from an Apple copycat: the Surface Book manages to be a slick laptop made of metal that looks nothing like a MacBook. And lest it hasn’t been said enough, the Surface Pro is leading Apple’s iPad instead of chasing it.

Es curioso, refrescante, y esperanzador que una empresa como Microsoft haya logrado generar ese cambio de actitud sobre sus productos. Ya no es que los necesitamos. Es que los queremos. Los deseamos.

Ahí es nada.


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