Mi nuevo PC, episodio 2: pon un Hackintosh en tu vida (o no)
(El episodio 1, aquí)
Prólogo: malditas fotos
Hace años que tengo una espinita clavada con el tema fotos. Supongo que como le ocurre a mucha gente, vas acumulándolas y la gestión y organización es nula. Total, que acabas con un disco duro lleno de carpetas caóticas, con imágenes duplicadas y con cero información sobre los sitios y eventos a los que pertenecen esas fotos.
Ese es un problema que curiosamente nadie ha solucionado, y aunque hay algunas alternativas, al final tenerlo todo bien organizado depende de uno mismo. Durante algún tiempo en casa teníamos la cosa controlada, pero claro, no teníamos niños. En aquella época yo era profesional del FIFA y del Top Spin y mi tiempo libre era abundante.
Creo recordar que hasta me aburría.
Pero llegaron los niños y con ellos tuve que decir adiós a muchas de esas cosas. Entre ellas, al tiempo que dedicábamos a organizar las fotos, lo que ha provocado que básicamente tenga unos cuantos cientos de gigas de fotos apelotonadas sin orden ni concierto.
Lo intenté, eso sí. Cuando compré el NAS para centralizar el almacenamiento en casa traté de gestionar todas las fotos de todos los equipos de casa desde él con la ayuda del prodigioso Picasa, y durante cierto tiempo tuve la cosa controlada. Sin embargo, aquello se desmandó, y las lecturas y escrituras constantes en esas unidades en red hicieron que el acceso a estos medios de almacenamiento fuera un poco más lento de lo deseable. Tanto que acabé por tenerlo como almacén de fotos, pero poco más. Picasa dejó de actualizarse, y yo fui cambiando de sistema operativo y de ordenador y todo quedó un poco aparcado.
Este prólogo me sirve para explicar cuál era una de las motivaciones del PC. La unidad SSD de 2 TB de la que os hablaba ayer está precisamente destinada a tratar de poner orden en el caso. La idea era mover todas las fotos a esa unidad y gestionarla con alguna aplicación aceptable.
Y entre las opciones estaba intentarlo con Fotos para macOS, la herramienta que está incluida de forma nativa en este sistema operativo y que tiene una pinta estupenda. Me recordaba a Picasa en algunas cosas, así que cuando me planteé montarme un PC me dije: "bueno, ya puestos te montas un Hackintosh y pruebas a gestionar las fotos con Fotos para macOS".
Dicho y hecho.
Instalar macOS en un Hackintosh no es moco de pavo
Con la decisión tomada, tocaba investigar para ver opciones. De todo lo que vi -y vi mucho- acabé quedándome con este hilo de los foros de TonyMacx86. Aquí un usuario llamado erik contaba su experiencia montando un Hackintosh con una ASRock Z370m-ITX/ac y un Core i5-8400. ¿Adivináis por qué acabé eligiendo esos componentes para mi PC?
Exacto: aquel post me dejó claro que esa configuración no me daría problemas, así que básicamente la adapté a mis necesidades, y con algunas diferencias fue la que usé para mi PC. En el hilo explicaba cómo lo había hecho todo, pero esa explicación no estaba todo lo completa y clara que a mí me hubiera gustado.
De hecho completar la instalación de macOS en mi PC fue una pequeña tortura. Traté de ir tomando notas para averiguar qué funcionaba y qué no, pero me rendí tras iniciar el proceso 4 veces. Siempre acababa fallando algo, y aunque es cierto que el proceso de instalación promete desde el principio, cuando acabas lo normal es que no tengas sonido, o conectividad de red, o buen soporte de la gráfica. A mí me pasó todo eso, y al intentar solucionarlo metiendo kexts y usando Clover Configurator -entre otras cosas- siempre metía la pata en algún apartado que no lograba descubrir. Total, que volvía a empezar porque afortunadamente podía hacerlo.
No podría deciros ahora mismo cómo acabé logrando que todo funcionara, pero desde luego tuve que hacer algo con la configuración de audio en Clover Configurator, además de luego toquetear también en esa aplicación para que la GTX 1070 funcionara como debía. De hecho cuando funcionaba el audio y la red me quedaba con un monitor 4K en lugar de que se cogiese la resolución 5K de mi Dell UP2715K, y cuando lograba esto último me quedaba sin audio y sin red. Un infierno.
Tantas cosas probé que como digo acabé sin saber cómo logré que todo funcionara, y si ahora tuviera que repetir el proceso probablemente pasaría, sobre todo porque al final Fotos para macOS no ha sido la panacea que esperaba. Pero me estoy adelantando.


Cuando por fin logré que todo funcionase me puse a trabajar en el tema de las fotos. Formateé la unidad de 2 TB con APFS para aprovechar sus teóricas ventajas y copié todas las fotos desde el NAS. Primero probé a hacerlo con el Finder, pero el proceso se cortó (tras varias horas) y acabé tirando del bendito rsync que me permitía excluir ficheros que ya estaban en destino.
Cuando la copia terminó, más problemas: muchas carpetas aparecían con ese color gris apagado que indicaba que no se podía acceder a ellas desde el Finder. En la terminal sí, y pronto descubrí que por el camino se había perdido la fecha de creación de esas carpetas, lo que hacía imposible acceder a ellas desde el explorador nativo de macOS. Total, que había que generar esas fechas de creación, algo que pude hacer con un sencillo SetFile desde la terminal. Todas las carpetas con la misma fecha, eso sí, lo que ya de por sí falseaba un poco la copia, pero en principio eso no me importaba mucho. Ya tenía todas mis fotos (unas 150.0000, más o menos 700 GB) en la unidad SSD, y por fin podía comenzar a importarlas en la aplicación Fotos.
Eso es lo que hice, y como esperaba, el proceso tardó un buen rato (horas). Cuando por fin terminó, me encontré con la interfaz de Fotos, que como siempre es preciosa en las imágenes promocionales de la aplicación en la web oficial de Apple, pero que no tenía mucho que ver con mi organización, que básicamente no existía. A ver: Fotos está bien, pero no hace magia. De hecho confirmé lo que esperaba: estos programas pueden tener una interfaz más o menos bonita, pero al final el trabajo no te lo quita nadie, y si quieres tener esas fotos preciosas nada más abrir el programa es porque has borrado del disco duro todas esas malas fotos que pueblan nuestra vida. Borrosas, mal enfocadas, repetitivas, con alguien cerrando los ojos o saliendo peor de lo que querríamos recordarle. Ahí entra la labor de filtrado, y si quieres que Fotos te lo muestre todo bonito, te lo tienes que currar.

Pensé que el programa sería superior a Picasa, pero pronto comprobé que no tenía nada especialmente destacable, y de hecho me pareció una copia bastante normalita de la aplicación de Google. Ya sabéis que esta empresa abandonó Picasa por razones obvias (tenerte controladito) para crear ese maravilloso y terrorífico servicio llamado Google Photos.
La cosa empezó a molestarme cuando quise ver qué tal se portaba el reconocimiento facial de Fotos para macOS. La aplicación va clasificando en segundo plano mientras haces otras cosas y no tocas esa herramienta, pero tarda. Tarda un montón. Pero un montón. Estuve trabajando una semana con mi Hackintosh durante el día y dejándolo encendido la mayoría de las noches para que terminara de una vez. El resultado fue patético: mira que aparece gente en esas 150.000 fotos, pero tras tanto análisis apenas generaba 10 o 12 caras distintas, algunas de las cuales de hecho estaban repetidas. Lamentable.
Eso se sumó a otras pequeñas tonterías que acabaron por cansarme. No encontraba el atajo para señalar una foto como favorita (se hace con el punto, por cierto (".")), y eliminar fotos que no quería según las veía me pedía confirmaciones y más clics de los necesarios. Me acuerdo de esas pero probablemente surgieran más.
Todo eso se unió al inconveniente principal, el mismo que recordaba de mis años con el prodigioso MacBook Air e incluso de aquel Hackintosh que monté en 2011 y que era igual de estupendo en las capturas de pantalla: trabajo mucho más rápido en Windows. Da igual lo que me digáis: que sí, que macOS es una maravilla en cuanto a interfaz y usabilidad, pero estoy tan acostumbrado al flujo de trabajo de Windows 10 que voy mucho más rápido con todo. No soy capaz de meter guiones largos mientras escribo este post, por ejemplo (en Windows es con Alt+0-1-5-1, pero esa forma de introducir caracteres especiales no va en macOS), pero esa es una tontada al lado de cosas absurdas a estas alturas como no poder cambiar fácilmente de ventana en la misma aplicación (eso lo hacía en mis tiempos con Witch) o andar copiando y pegando enlaces de una ventana del navegador a la otra. Que sí, que son otros atajos, pero tengo que aprenderlos y no tengo necesidad. Para eso tengo Windows 10 instalado en una fantástica unidad M.2 NVMe.
Y como no tengo necesidad de andar haciendo pirulas con esa y con muchas otras cosas -me ocurre lo mismo con Linux- pues acabé decidiendo que lo que tenía que hacer era dejarme de zarandajas. Fuera partición APFS, y a formatear esa unidad con un NTFS que te crió. Ahora ya lo tengo todo en una vieja versión de Picasa que se sigue pudiendo descargar y usar. Aunque el aspecto tras importar todas las fotos sigue siendo igual de amenazador (multitud de fotos que no deberían estar ahí), sé cómo maneja y ahora solo tengo que ponerme manos a la obra. Solo. ¿La ventaja? Que desde esa unidad SSD todo va volado: ya he probado a ir filtrando y la cosa promete.
macOS se porta bien y no pide pan
Pero claro, seguro que alguno habéis llegado hasa aquí pensando que me he enrollado mucho con la aplicación de Fotos y ya. En realidad es básicamente lo que he hecho con macOS porque es para lo que quería tener un Hackintosh, pero lo bueno de todo esto es que ahora mismo no pide pan.

He instalado macOS en una vieja unidad SSD Samsung 830 que da velocidades de lectura y escritura modestas para los tiempos que corren, pero que son más que decentes para trabajar sin problemas cuando el cuerpo me lo pida.
De hecho una de las primeras cosas que hice cuando terminé de instalar todo fue pasar Geekbench 4 para ver cómo se portaba el equipo. No llegaba a los números del chico de TonyMacx86, pero aún así los resultados eran estupendos.

Queda por ver si acabo usando macOS para cacharrear con aplicaciones algo más intensivas. Me apetece probar algún editor de vídeo, por ejemplo, sobre todo porque con mi monitor 5K todo se debe ver estupendo incluso tratando de editar clips 4K.

Lo bueno de tener todo funcionando es que puedo aprovechar esa resolución 5K cuando quiera aunque todo el tiempo trabaje con escalado 200%a 1440p, así que básicamente tengo delante un iMac supervitaminado para cuando lo necesite.
De hecho no me puedo quejar del rendimiento, y tampoco he prestado atención al tema de la conectividad WiFi o Bluetooth porque eso es una de las cosas que da problemas con los Hackintosh. Te tienes que comprar un modulito PCIe que conectas a la placa base y listo, pero como no necesito ni una cosa ni la otra, he pasado de mover ficha en ese apartado: tengo el equipo conectado por red Ethernet, y en todo lo demás (audio incluido) la cosa funciona como una seda.
¿Conclusión? Pues que mola tener un Hackintosh disponible para cuando quiero trastear con macOS. Es como el anuncio aquel de "Para todo lo demás, existe Mastercard". Pues en mi caso, para todo lo demás existe Windows 10.
Que es de lo que hablaré mañana, claro.
Fin del episodio 2.