Mi nuevo PC, episodio 1: yo me lo guiso, yo me lo monto

En realidad no necesitaba un nuevo PC. El que me construí en 2010 seguía dándome bastantes alegrías, sobre todo porque aunque la base era la misma —CoolerMaster Stacker, Core i7-920, Intel DX58SO, 6 GB de memoria DDR3— fui actualizando componentes para que mantuviera en forma. En 2015 le añadí una Radeon R9 280 para jugar de cuando en cuando con solvencia, y en algún momento que no puedo recordar le añadí una unidad SSD, que fue desde luego lo que más noté en el día a día.
Pero claro, el pobre estaba comenzando a tener bastantes achaques. El año pasado cambié la fuente porque la que tenía acabó fallando como una escopeta de feria, y me resultaba molesto usar esa caja tan gigante que además no ayudaba en temas de ruidos o refrigeración, más por culpa mía que de la caja, claro. Las partidas al 'Battlefield 1', por ejemplo, hacían que aquello se pusiese a bufar a lo bestia.
Los achaques del equipo fueron una de las razones por las que decidí que ya era hora de hacer uso del dinero que gano con vosotros gracias a Patreon (ole esos mecenas, ¡¡gracias a todos!!) y los afiliados y montarme un nuevo PC. Nada súper escandaloso, desde luego: que rondara los 1.000 euros de inversión. Gracias a un par de chollos logré acabar consiguiendo un equipo bastante majo y que espero que dé mucha guerra durante muchos años.
A la hora de investigar, tocaba descartar cosas. Por ejemplo, no miré PCs premontados de diversos fabricantes, aun cuando por ahí aparecen ofertas jugosas de cuando en cuando. El problema es que siempre hay una o varias cosas que no acaban de cuajar en estos equipos, así que ya que invertía dinerito quería dejarlo a mi gusto.
Tenía algunos requisitos clave que limitaron mis opciones, y el más importante a nivel hardware —del que hablaré más en el episodio 2— era poder montar un equipo Hackintosh —"Javipas, ¿tú usando cosas de Apple? ¡Herejía!"—. Ya contaré cómo fue esa parte, pero los que me leéis seguramente sepáis que si uno quiere montarse un PC basado en macOS se tiene que limitar a ciertos componentes para no tener (muchos) problemas. Para informarme empecé a ver proyectos de gente que se había montado Hackintosh simpáticos y lo había contado en sus blogs, y a partir de ahí y con búsquedas cruzadas en PCComponentes, Amazon y PCPartPicker fui definiendo un poco la elección.


Al final, de hecho, ni siquiera acabé de elegir yo los componentes. Un lector del blog —¡¡Hola Trufeitor!!— vio que andaba considerando la idea en algún post o comentario en el que lo mencioné, y se ofreció a ayudarme con la selección porque él era aficionado a este tema. Así que aunque tenía medio claro qué quería, le envié mis ideas y al poco me envió un presupuesto completo con diversas opciones. Sus ideas estaban muy bien y coincidían con las mías, así que no busqué mucho más y le hice la carta a
los Reyes MagosAmazon. Aquí consideré otras opciones como PCComponentes, pero ser cliente Prime en Amazon acababa reduciendo el coste total como 30 o 40 euros, no lo recuerdo bien. Entre gastos de envío, cánones SGAE varios y no me acuerdo qué otra tasa más, la cosa me acabó cansando y fui a la solución fácil. A hacer un poco más rico al tito Bezos.
La lista completa de componentes, por si queréis emularme (enlaces afiliados), es la que sigue:
- ASRock Z370M-ITX/ac (136,90 euros): de las opciones compatibles con Hackintosh, la de la placa base es la más rollo. Aunque es posible tirar con placas para micros AMD, lo de elegir Intel facilita bastante la vida. Y como la vida ya es bastante complicada por sí misma, me fui a la opción Intel, claro. Esta estaba bastante recomendada por ahí y con ese formato me permitía ahorrar espacio para elegir caja. De hecho elegir una compacta era la idea inicial. Se quedó en eso.
- Intel Core i5-8400 (179,90 euros): no necesito lo más de lo más en el ámbito de cores/hilos de ejecución, pero sí un micro que me garantice un buen IPC para juegos. Para ese ámbito el Core i5-8400 es una gran opción, creo yo, aunque si no hubiera montado el Hackintosh me me habría tirado de cabeza a un Ryzen 2 2600. Otra vez será.
- Memoria G.Skill Ripjaws 16 GB DDR4 (168,20 euros): pensaba ir a módulos algo más cutres, pero ya puestos me decidí por estos dos módulos para aprovechar el siempre útil doble canal y que también estaban a un precio "aceptable". Lo digo entre comillas porque los precios de las memorias llevan bastante tiempo a precios absurdos, rollo los alquileres en media España. Pero oye, ajo y agua.
- Unidad SSD Samsung 970 EVO 250 GB (93 euros): este componente era impepinable. Quería disfrutar de velocidades tope en lecturas/escrituras en las particiones Windows —aquí irían también los jueguecitos— así que una unidad M.2 NVMe fue una de las primeras cosas que tuve claras. Eso, por cierto, también limita la elección de placas: no todas tienen soporte M.2 con tecnología NVMe. Ya contaré más, pero ha habido decepción: la diferencia entre un SSD normal y esta unidad no es apreciable en el día a día, y no tiene nada que ver con el cambio que haces al pasar de un HDD de toda la vida a una unidad SSD. Pero oye, tengo una unidad M.2 NVMe, que mola un montón.
- Unidad SSD Micron 1100 2 TB (252,35 dólares): el primer gran chollo del equipo fue esta unidad SSD de 2 TB (dos señores terabytes, chicos), que encontré en Rakuten USA con descuento sobre los 299 dólares a los que se vende normalmente. Ya contaré por qué quería esta unidad en el episodio 2 (o el 3), pero era otra de las cosas importantes para mí. Teniendo en cuenta que en España un SSD de 2 TB sale por 329,99 euros si tienes suerte, comprarla por 100 euros menos al cambio fue una bicoca. Os preguntaréis por envío y aduanas, claro, pero es lo que tiene tener familia en los States. En vez de pedir mantequilla de cacahuete, yo prefiero que cuando vienen me traigan cacharros si se da el caso. Cool, eh?.
- Gigabyte GeForce GTX 1070 WindForce 8 GD (399,99 dólares): en realidad me salió aún más barata, unos 250 euros (vivan los refurbished, you know) pero para que os hagáis una idea, este segundo chollo me permitió acceder a una gráfica que era otro de los componentes esenciales para tener alegría gaming durante una buena temporada.
- Ventilador Nox NX Hummer H212 (21,95 euros): esta no fue la primera opción, de hecho. Me compré el be quiet! Shadow Rock LP (45,44 euros) y resulta que no pude utilizarlo porque con la caja que elegí chocaba con la trasera por el diseño de la placa. Error no haber ido a ventilador en formato vertical desde el primer momento. Aquí me diréis que si refrigeración líquida y que cómo me gasto 20 euros en un ventilador, y yo os diré que como no haré overclocking (en caso de hacer algo, haré underclocking) no necesito nada más. Probé brevemente el ventilador stock que viene con el Core i5 y era una castaña. Ruidoso y cutre. Aquí Intel igual debería hacer un esfuerzo como el que ha hecho AMD.
- Nox Hummer ZN (58,80 euros): la opción era la preciosa Thermaltake Core V1 (56 euros), pero la verdad, tengo la caja debajo de la mesa, no la iba a ver de todos modos —algún día hablaré de ese submundo de la iluminación RGB— y prefería no estar haciendo obras de ingeniería para maniobrar con todos los componentes. El requisito era que la caja fuera silenciosa, y la NOX Hummer ZN cuenta con unos paneles diseñados para eso además de contar con tres ventiladores de 120 mm (dos frontales, uno trasero) que me hacían no tener que pensar en esa parte de la refrigeración. Que sí, que a partir de ahí se puede hacer de todo, pero yo, insisto, no iba a por el mejor PC de 2018. Quería algo decente y que no me diese demasiado trabajo.
El total asciende a 1.133,75 euros, aunque esos precios que he indicado son los que pone ahora mismo Amazon, fue algo menos en factura. A estos componentes, claro, habría que sumarles otros heredados de mi viejo PC: la fuente de alimentación y un SSD Samsung 830 de 256 GB que acoplé precisamente para que en él residiera la partición para macOS. Eso, como digo, lo explicaré un poco más en detalle en el episodio 2.
Los componentes llegaron sanos y salvo a lo largo de la siguiente semana, y cuando por fin tuve tiempo el fin de semana me puse manos a la obra para montarlo todo. Estamos en 2018, hacía básicamente ocho años que no montaba un PC —hubo una excepción— y la verdad, nada ha cambiado. Montar el ventilador del procesador es de largo lo más rollo, y a partir de ahí todo es básicamente enchufar y listo. Me sorprendió el tamaño de la unidad SSD M.2 —cuánta tecnología en algo tan pequeño, qué maravilla— y como veis por las fotos, ese ventilador horizontal de be quiet acabó teniendo que ser devuelto para sustituirlo por el de Nox.












No me voy a enredar aquí con un proceso que la verdad, no tiene especial encanto salvo que te guste ser minucioso con la organización de cables o la colocación de todo el conjunto en tu habitación/despacho/salón. De hecho el resultado final no va a ganar ningún premio de cableporn o de esos maravillosos PCs y battlestations que aparecen en Reddit, pero como os decía yo no uso el PC para recrearme en lo bonita que queda la habitación. Que oye, las fotos molan de la gente un montón y me encantaría, pero prefiero dedicar mi tiempo a otras cosas. Como ya habréis intuido por los posts que le dedico a Apple, me importa más el fondo que la forma.
Y el fondo era bueno, como comprobé poco después. De hecho lo primero que hice fue instalar un Windows 10 en la unidad M.2 para luego trasladar la copia de 'Battlefield 1' a esa unidad y probar si era por fin una máquina de matar con ese PC.
Como suponía, no lo era. Era más o menos igual de malo (o de bueno). Pero esa es otra historia. Una que, por cierto, se parece bastante a esta. Quizás ni la cuenta, pero valga decir que juego igual de bien con la GTX 1070 y el Core i5-8400 que con mi vieja Radeon R9 280 y el Core i7-920. Supongo que es normal teniendo en cuenta que soy incapaz de notar la diferencia entre jugar en un monitor de 60 Hz y uno de 144 Hz. Si no me habéis leído en Xataka contando esto, es otra buena historia.
Dicho lo cual, creo que como primera parte no está mal. Fin del episodio 1.