Merecemos quedarnos sin papel higiénico
Harry sacó del armarito el rollo de papel higiénico. Era el último de los pequeños lujos que le quedaban. Un año después del inicio de la pandemia ya no quedaban muchas alegrías materiales, y la mayoría de los supervivientes intentaba pasar el rato jugando online al 'Battlefield 1'.
Por lo menos seguía habiendo electricidad y líneas de comunicación. "A falta de pan, buenas son tostas", pensó. Cogió el rollo y se lo enseñó a toda la familia, manteniéndolo unos instantes en alto en uno de los momentos más solemnes de los últimos días. Todos miraban embelesados aquel rollo de papel higiénico.
—Ya sabéis, chicos—dijo Harry muy serio—. Ocho secciones como máximo cada vez que plantéis un pino. Que nos dure. Disfrutadlo.
El pequeño Harry Jr. cogió el rollo con un brillo especial en los ojos y se dirigió al baño. Se paró delante de la puerta y miró a sus padres y a su hermana. Luego miró el rollo, y sonrió. Aquel fue el momento más feliz de todos los vividos en el último mes. Con diferencia.
—Harry Jr, recuerda, ocho trocitos—le gritó su hermana con sorna.
Y Harry Jr. asintió, feliz. Como su padre, que dejó de hacerlo un instante después. De repente recordó todo lo que había pasado. Y sobre todo, lo que no había pasado.
***
No se me ocurre forma mejor de iniciar este post que con eso que podría ser el principio de un relato distópico sobre lo que podría esperarnos en el futuro. No lo he pensado mucho y dudo que vayan por ahí los tiros si esto del coronavirus acaba siendo más grave de lo que parece, pero la verdad es que la situación es desde luego preocupante.
El problema no es tanto que lo sea. Para mí lo extraordinario es que teóricamente estamos mejor preparados que nunca para combatir una pandemia —de momento la OMS no ha dicho que lo sea—, y todo lo que está pasando demuestra que los seres humanos somos un maldito desastre.
No sé exactamente qué falla. Supongo que la falta de comunicación entre los gobiernos y supongo también que el miedo a las pérdidas económicas. No digo pérdidas humanas, ojo, porque parece como si esto fuera lo menos importante en todo este desastre: de ser lo prioritario otro gallo nos hubiera cantado. De querer evitar muertes está claro lo que habríamos hecho desde el primer momento.
Lo que sí es cierto es que tenemos más y mejores datos que nunca sobre la evolución de esta enfermedad. Nunca antes nos habíamos visto amenazados por algo así con tantas armas para hacerle frente. Los estudios sobre la evolución de los contagios se han ido replicando de un país a otro. Tenemos un montón de grafiquitas, análisis, informes de expertos, artículos, reportajes y, claro está, muchísima desinformación (y memes). Y también hay información que ni siquiera nos llega, por lo que sea, y aquí las teorías de la conspiración y las películas a las que somos tan aficionados se disparan.
Pero pese a ello, lo que sí tenemos es, como digo, mucha, mucha información que por alguna razón no llega por donde debería llegar y adonde debería llegar. Resulta que WhatsApp y las tertulias de la tele parecen tener más valor para mucha gente que un organismo como la OMS o los medios (serios) que tratan de contarlo con más o menos fortuna. Y con muchas grafiquitas chulas, eso sí. Lo que pasó en China ha pasado en Italia y está pasando en España. Y curiosamente, lo que le ha funcionado a uno parece que no sirve para que otro haga lo mismo.
Cada país hace lo que mejor le parece teniendo en cuenta esos factores sociales y económicos, y aunque estoy muy lejos de saber qué decisión es la mejor, lo que veo ahora mismo es que en China parecen haber frenado ese crecimiento exponencial de casos que se había producido con una medida tan extrema como (o eso parece) eficiente: todo el mundo a casa.
Lo curioso es que en China tomaron la decisión relativamente rápido, pero en el resto del mundo parecen estar esperando a que la cosa se descontrole para tomar esa misma decisión. En España seguimos esperando a que la situación sea de "contagio comunitario no controlado", algo que empieza a pasar en algunas zonas (Madrid y Vitoria) para comenzar a declarar situaciones de emergencia que han empezado hoy con la cuarentena para los niños. Cesa la actividad docente —los centros siguen abiertos y con los profes allí, qué absurdo— durante 15 días. ¿Por qué no todo lo demás? ¿Por qué los niños, teóricamente los menos expuestos?
En cuanto lo dijeron ayer los españoles volvimos a demostrar que en estos casos somos presas fáciles de los memes. Ha habido bastante histeria antes —cuando se agotaron mascarillas o geles desinfectantes— y ahora, cuando se han visto colas espectaculares en supermercados y gente aprovisionándose y llevándose comida (y rollos de papel higiénico) a toneladas. Como si esto fuera a convertirse en esa peli distópica que vimos en el cine y que ahora revivimos pensando que igual acabamos todos andando rarito y lanzando gemidos.
Más allá de que la gente quiera prepararse como mejor le parezca, ¿cómo es posible que no haya habido más previsión al respecto? No somos los primeros en caer en esta situación: China, insisto, ya lleva semanas con una cuarentena mucho más radical. Italia también nos lleva la triste delantera en este caos. ¿No se ha aprendido nada de esos casos? ¿No dejan esas situaciones lecciones que poder transmitir a otros países, gobiernos y ciudadanos? Con todos los datos de lo que ha pasado en otros sitios, ¿no hay protocolos de actuación más o menos perfilados? ¿No pueden los gobiernos ir distribuyendo información sobre cómo hacer las cosas en todos los ámbitos en una situación como esta? Y los que no han actuado, ¿por qué no se preparan ya? ¿Por qué no montan han ido montando las empresas sus VPN para teletrabajar? ¿Por qué no montan han ido montando los colegios plataformas de aprendizaje online para intentar que los niños no se pasen el día viendo Lady Bub? ¿Por qué no se aclara cómo hacer compras o cómo no hacerlas? Tener un teléfono de información está bien, pero eso hace que cada uno tenga que montárselo por su cuenta con los datos que tiene a su alrededor que, atención, ahora resulta que son demasiados. Qué ironía.
No lo entiendo. Tenemos más datos que nunca y no les hacemos ni caso.
Merecemos quedarnos sin papel higiénico.
Dicho lo cual, mensaje importante: cuidaos mucho.