¿Me compro el iPhone o pago la hipoteca?
En Estados Unidos ayer uno de los representantes del gobierno hacía ayer una declaración que acabaría metiéndole en muchos problemas. En ella decía al final: "en lugar de comprar ese nuevo iPhone que adoran y en el que se van a gastar cientos de dólares, quizás [la gente] debería invertir en su propios planes sanitarios".
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Debo reconocer que para alguien que como yo considere que el iPhone es casi un anatema por su elevado precio (como cualquier smartphone que supere los 500 o 600 euros) la frase tiene su puntito de razón. Mi sensación es la de que hay mucha gente que sacrifica necesidades básicas con tal de tener un telefonazo como el iPhone. El problema es que la frase es exagerada y desafortunada.
Es exagerada porque si ponemos las cosas en perspectiva, quedarte sin comprar el iPhone no va a solucionar tus problemas económicos. Esos 700 euros duelen, sin duda, pero no tiene sentido preocuparse cuando hay gastos mucho recurrentes y mucho más importantes todos los meses. Está la casa, o el coche, o la comida, o los coles de los niños, o alguna que otra salida por ahí, o los viajes o, claro está (porras) la cuota del contrato de voz y datos del móvil.


Todo suma, pero el porcentaje que aporta el móvil a esa suma es ridículo, sobre todo cuando uno reflexiona sobre todo lo que le aporta el smartphone. A mí quizás no tanto —por eso precisamente suelo desaconsejar esa compra—, pero para mucha gente el móvil es parte esencial de su vida a la hora de comunicarse, entretenerse o mantenerse informado.
El smartphone se ha convertido en un objeto más importante que el coche —que ya es decir—, así que cuando uno se compra un telefonazo lo hace para disfrutar de esa experiencia por mucho que al final acabe usando ese telefonazo para enviar WhatsApps y poco más. Está también el factor social, el "molo más porque tengo un iPhone", pero aunque las diferencias cada vez son más difusas, si pagas más por un smartphone tu experiencia va a mejorar en algunas áreas críticas como la fotografía o la potencia del dispositivo.
La frase de ese político fue además desafortunada porque estaba enmarcada en esa situación sanitaria de los Estados Unidos que hace que cualquier tema médico te salga por un ojo de la cara. Obama intentó implantar un sistema de Seguridad Social como el que disfrutamos en España (con muchas más luces que sombras) pero le salió rana, y este político básicamente decía que la gente debería dejar de comprar iPhones para poderse pagar su sanidad.
Teniendo en cuenta comparaciones como las de Lifehacker, tener un bebé podría costarte entre 12 y 38 iPhones según donde vivieses, y eso sin contar extras como la epidural o cesáreas. Aquí tanto Wired como The Verge quisieron cerrarle la bocaza al político con argumentos poderosos y reales entre los que destacaban aquellos que demostraban que la gente más pobre es precisamente la que más se puede beneficiar de un smartphone. Les mantiene conectados y les abre oportunidades a las que de otro modo no tendrían acceso.
Así que chavales, seais ricos o seais pobres, da igual: si queréis compraros un iPhone, hacedlo y disfrutad a rabiar de él. Eso sí: intentad sacar partido del telefonazo, que para eso está. Un poquito de por favor.