Lucía a los 6

Mi queridísima y preciosa hija:
Cuando naciste eras muy feíta. Un montón. En unos años podrás defenderte y decirme que no hay recién nacido que no sea un pequeño monstruito. Créeme: tú ibas más allá. Llamábamos a la familia para avisar ante lo que podía ser un shock fatal. A tu abuela Paqui le dio igual, por supuesto. Para eso era una abuela en condiciones. El resto callaron con muecas imposibles de descifrar.
Todos menos uno. Tu tío Nacho no pudo callar y soltó en plan gracioso aquello de "anda, si se parece a un gremlin". Todos reímos con cierta incomodidad. En unos años podrás decirme al ver tus fotos: "Cierto, cierto, pero todos los recién nacidos son como gremlins". No, hija mía. De nuevo créeme. Tú ibas más allá. Y entonces tu tío añadió un algo más:
Tiene mucho margen de mejora
La frase pronto se hizo realidad. Tanto que al poco ya te habías convertido en una pequeña preciosidad. Creíamos que no había margen de mejora más allá, pero mejorabas en todo. Era alucinante. Un día tras otro. Siempre parecía haber margen de mejora.


Hoy has cumplido seis años, y una vez más me pregunto si puede haber margen de mejora. Y una vez más lo veo difícil. No sé si alguien puede ser más preciosa y mejor niña con seis años.
Lo dudo, la verdad.
Dudo que puedas ser más noble, buena, generosa, cariñosa, obediente, cuidadosa y prodigiosa. Dudo que haya nadie más que tenga mejor conformar, que piense tanto en su hermanito como lo haces tú o que tenga menos maldad. Dudo que haya nadie más puro.
Eres un pequeño milagro de seis años. Lo eres cuando resuelves esos puzzles imposibles, o cuando ordenas todo como si realmente fueras la miniyo de mamá, o cuando te esfuerzas incluso en cosas que sabemos que no te acaban de convencer pero que haces para agradarnos. Lo eres porque siempre pides perdón cuando debes -qué importante es eso- y porque a esos seis años es un milagro que sigas teniendo esa bendita inocencia.
Y luego está lo otro. Cuando te ríes.
Tenemos que practicar para las fotos, mi vida. Tiene que haber alguna cámara de vídeo megatecnológica que sea capaz de captar esa risa de verdad. Porque no es una risa normal. Tu risa de felicidad literalmente te ilumina, e ilumina tu alrededor. No me canso de verla, y por eso no me canso de tratar de hacerte reír. Me gusta que nos ilumines todos los días, un día tras otro.
Eres un milagro de seis añitos. Un prodigio que parece imposible que tenga más margen de mejora un día tras otro.
Te quiero, mi pitufi.