Los Chromebooks cobran más sentido que nunca
Comentaba el otro día cómo Google me había decepcionado con una charla inaugural bastante sosainas en las que las novedades destacables eran pocas y en las que además todo era un gigantesco teaser. No veríamos nada real -salvo que fuéramos desarrolladores- hasta el próximo otoño.
Para mí el gran olvidado de esa charla fue Chrome OS, pero resulta que en Google tenían bien guardadito el as en la manga porque ayer apareció finalmente la noticia que muchos esperaban: las aplicaciones de Android se podrán usar en Chrome OS de forma nativa.
Eso es un bombazo, claro. De repente Chrome OS cobra sentido y lo hace gracias a que deja esa única opción de funcionar con servicios en la nube y ahora permite también trabajar en local y, sobre todo, aprovechar el inmenso catálogo Android.


Ya he explicado en Xataka cómo funciona todo el proceso -los containers llegan al rescate- y lo cierto es que por los vídeos que he visto todo parece realmente prometedor. Mi primera reacción fue un poco negativa. Me preguntaba "¿por qué esa integración y no una adaptación del sistema operativo a lo Remix OS?", pero tras ver vídeos del sistema en acción queda claro que el camino tomado por Google es curioso y, por lo visto, eficaz. Las aplicaciones se pueden hacer funcionar maximizadas o en ventanas -redimensionables y que puedes arrastrar y soltar- y parece que el desarrollador no va a tener que hacer prácticamente nada para adaptarlas y que todo funcione como una seda.
La pregunta es si eso cambiará la situación de Chrome OS en el mercado. Yo no estoy muy seguro de ello, porque aunque la prometida fusión de Chrome OS y Android parece interesante, al final estás usando dos sistemas operativos al mismo tiempo y eso genera redundancias y duplicidad de opciones para una misma tarea. El navegador de Chrome OS -pilar de su funcionamiento- será probablemente dominante, pero está claro que en Google no van a descuidar el navegador de Android por ello.
A lo que quiero llegar es que Google tendrá que seguir manteniendo dos plataformas y la integración entre ambas, así que en lugar de unificar y simplificar han ampliado sus quebraderos de cabeza. No sé si realmente los habrá, pero creo que la solución es un remiendo -uno muy bueno- que la propuesta definitiva por la que debería apostar Google que es, insisto, un Android adaptable al escritorio como el que se han currado los chicos de Remix OS.
Aún así está claro que esto da mucho más valor a los usuarios de los Chromebooks, equipos tradicionalmente baratos -aunque últimamente los hay bastante bestias- que sin duda ganarán muchos enteros si uno quiere aprovechar esta capacidad.
¿Me vale esto como excusa para que mi próximo portátil sea un Chromebook? Pues la verdad, no lo tengo tan claro. Con equipitos como los HP Stream 11 por 256 euros en Amazon con una licencia de Windows 8.1 -tenéis que ser rápidos si los queréis actualizar gratis a Windows 10- la cosa ahora mismo no está del todo a favor de los Chromebooks.
Pero eso es ahora, claro. Dentro de un tiempo -¿un año? ¿dos?- quizás estemos hablando de una situación muy distinta. Quizás Windows 10 no haya cuajado, quizás el ecosistema Android ya tenga sentido completo en un equipo de escritorio -empieza a tenerlo- y quizás empecemos a hacer esa transición que ahora parece inevitable y que hará que las plataformas móviles dominen no solo nuestros smartphones o nuestros relojitos, sino también nuestros PCs y portátiles de sobremesa.
Este, desde luego, es un primer paso en esa dirección.