Lo barato sale caro (I)

Lo barato sale caro (I)
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Actualización: Aquí tenéis la segunda parte de la historia.

Este finde no ha habido incognitosis de fin de semana, la agenda no lo ha permitido, sorry. Pero aquí vuelvo con un post que se supone que iba a ser de felicididad. Uno en el que os contara lo bueno, bonito y barato que me había salido mi nuevo monitor. Pero lamentablemente lo de las tres bes ha sido de traca, porque no he acertado en ni una.

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Llevaba tiempo meditando sobre la compra de un monitor, y como ya sabéis, una de las opciones era un monitor UHD (4K). De hecho, hace ya más de un año que escribí sobre mi futuro monitor de este tipo, que teóricamente iba a caer en 2014. Pero los meses fueron pasando, y después de esperar a los ideales por especificaciones –ya los hay, o casi- y de leer mucho -pero mucho- acabé tomando la decisión de no tirar a los UHD y probar a dar un salto intermedio: apostaría por un 27 pulgadas 1440p.

Estos modelos se han abaratado bastante en los últimos tiempos, y acabé decidiéndome por un X-Star DP2710Q, hermano prácticamente gemelo de los más conocidos QNIX QX2710. En ambos casos hay que recurrir a pedidos a Corea del Sur, pero no parecía ser un problema: el vendedor en eBay tenía muchos galones y recomendaciones de foros y reviews en blogs. Los 270 euros parecían una inversión poco importante para mi pequeño experimento (¿qué podía salir mal? – pues todo) así que el 1 de diciembre pasado pulsé el botoncito de comprar y

acoquiné

apoquiné la pasta.

La cosa se torció desde el principio. Ni una noticia del reputado vendedor en más de una semana. Contacté vía eBay con él el 9 ya un poco mosqueado. “¿Qué pasa campeón, cómo va lo mío?“, a lo que me contestó con un “No te preocupes que acabo de mandar tu monitor“. Como si hubiera esperado a mi queja para mandar el primero que tuviese (yo lo pedí Perfect Pixel para minimizar riesgos de píxeles muertos, sube el precio pero no demasiado). Y me acaba el mensaje con un “No worries“. ¿Cómo que no me preocupe? ¿Se supone que tienes chorrocientas estrellas y eres vendedor brutal, y tardas nueve días en activarlo todo¿… ¿y sólo después de mi mensaje? Mal.

Primera be. Barato

A partir de ahí, odisea para el envío, del que eso sí había un tracking muy limpito y claro. Podéis ver el proceso. A los dos días del mensaje llegaba a Madrid, y ahí entra en juego el servicio de correos de pandereta de este nuestro país de ídem. El 16 de diciembre (casi una semana después de llegar a Madrid) me llega una carta física solicitando el pago de las tasas aduaneras, para lo cual tengo que enviar factura de compra, DNI y justificante del pago. Lo mando todo escaneado vía web sintiéndome casi afortunado de no tener que mandarlo por carta. Eso sí: telita la explicación del proceso y la web de los 90 -Sir Tim Berners-Lee soltaría lágrimas- para el envío de documentación.

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Lo envío ipso facto y me contestan (sin estrés, oiga) día y medio después con el presupuesto -a.k.a. impuesto revolucionario- para poder completar el envío: 131 euros. Casi un 50% sobre la cantidad original. El aparente chollo inicial ya no lo es tanto, y aunque imaginaba que tendría que pagar aduanas, suponía que serían más o menos la mitad. Ingenuo de mí, porque sé que hay calculadoras para hacerse una idea de esa tasa. La primera en la frente.

Quizás tendría que haber intentado avisar al vendedor que declarase un precio de venta menor o algún truquito similar, pero por lo que he leído eso puede ser incluso peor, así que no quise arriesgar. Ya me habían dado el susto, así que de perdidos al río. O eso pensaba yo.

Segunda B. Bonito

Tras hacer la transferencia a la cuenta indicada en el presupuesto de forma inmediata -la impaciencia era ya importante- el día 18, el servicio de correos tiene a bien comunicarme que el tema se ha resuelto y que el paquete sigue hacia su destino el día 23 de diciembre, cinco días después de haber realizado el pago.

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Por supuesto, no esperaba que el servicio funcionase demasiado bien en Navidad, así que me di con un canto en los dientes cuando después de recargar cada cierto tiempo la página de Correos con el localizador de envíos me encontré con el esperado mensaje de “En proceso de entrega” el día 26 a las 10 de la mañana. El transportista debió comer turrón, darse una vuelta por ahí y tomárselo con calma, porque el monitor llegó a eso de las 5 de la tarde. Casi no importaba. Al fin lo tenía en casa.

El problema es que este fin de semana lo tenía colapsado de eventos sociales, así que casi no pude ni abrirlo. Lo hice brevemente a última hora de la noche sólo para comprobar mis sospechas: la segunda be, la de “Bonito”, era como me esperaba una utopía. El monitor es mediocre en diseño (por no decir otra cosa), pero tampoco se le pueden pedir peras al olmo por el precio. O al menos, no por el precio en eBay. Entre otros detalles, el de la peana de plástico imitando el cristal, muy, muy choni, y que además estaba fijada de una forma curiosa. Más sobre esto más adelante. Llegaba la mejor (o peor, según se mire) parte. La tercera be.

Tercera be. Bueno

El sábado por la mañana tuve una media hora para echarle un vistazo al monitor. Lo conecté a la entrada Dual DVI (la única incluida) sin fijarlo al soporte, en plan rápido, y vi que aparentemente funcionaba, dos minutos y listo porque no tenía tiempo de más. La idea era montarlo en el soporte de pared que tengo en el despacho de casa, algo en lo que había tenido cuidado de mirar: este monitor sí tenía posibilidad de montarlo con la habitual montura VESA.

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El problema es que como decía la peana del soporte estaba fijada al monitor, y yo no quería tener ese “cuerno inferior” pegado al monitor toda la vida (toda su vida útil, se entiende), así que intenté quitar la peana -quizás algún ajuste con algún giro funcionara sin éxito. Y con razón: la peana estaba atornillada al interior del monitor. La única opción para quitarla era abrirlo. Mi primer error, y probablemente el definitivo. Me pudieron las prisas, así que abrí el monitor con muchísimo cuidado para quitar la peana. He abierto muchos cacharritos en mi vida, y este, con sus cuatro tornillos y punto no parecía ningún desafío. Y no lo fue. Un poco de leve palanca en 5 o 6 puntos para abrir esa carcasa del todo y voilá, mecanismo de fijación de peana al alcance. Ante mí, eso sí, un desolador paisaje: el montaje del monitor era de risa, con una circuitería casis sujeta con pinzas y dos piezas longitudinales de metal -o debería decir metal-chicle, porque doblarlo era, como pude comprobar, muy fácil- que eran el chásis sobre el que se afianzaba la pantalla LED.

Como decía, accedí al obstáculo que buscaba: dos tornillacos que estaban muy fuertemente atornillados a la peana y que hacían uso de una placa de metal para afianzar la sujección. Me costó algo de trabajo desatornillarlos, pero de nuevo con paciencia y cuidado me quité de encima la peana, y de nuevo con cuidado volví a a cerrar el monitor. No había tiempo de más porque tocaba excursión con la familia, así que lo dejé todo ahí esperando poder disfrutar del monitor un ratito al día siguiente.

Así me levantaba yo esta mañana con otra horita libre antes de volver al desenfreno de la agenda familiar y social, así que me puse al tajo. Segundo error: no probar el monitor de nuevo antes de montarlo. Quité mi monitor actual de la montura de la pared y puse con algo de esfuerzo el X-STAR. Los tornillos de mi montura VESA eran por lo visto algo largos para la montura VESA del X-STAR -tócate

loscojones

las narices, se supone que es un estándar-, así que tuve cuidado y en cuanto vi que aquello no se podía afianzar más no quise forzar.

Conecto de nuevo el cable Dual DVI, la alimentación, enciendo el PC… y nada. Pantallote en negro aun con la pantalla encendida. No el negro este típico del futuro de España, color intenso, no. Un negro de estos retroiluminados, con los que notas que algo debería pasar pero no pasa. Un negro más tirando a un quiero y no puedo. Trato de ajustar el conector, el conector del PC, reiniciar, arrancar la BIOS… nada. El monitor no pirula.

Quemado bastante ya, me digo, “bueno, no tengo tiempo ahora de probar, vamos a quitarlo y lo intento mirar un poco más tarde“. Así que me pongo a desmontar de nuevo la montura VESA. Uno de los tornillos se atasca. Los demás salen bien, sigo con el último, pero nada. Está como pasado de rosca, desatornillo y aquello gira pero no termina de salir. Tras empezar a ponerme nervioso y hacer algo más de fuerza de la necesaria entiendo que el problema no es del tornillo, sino del monitor y la maldita montura VESA. Desarmo parte del soporte de pared, y por fin puedo tratar de desatornillar el maldito tornillo más cómodamente, apoyando la pantalla sobre una mesa, pero ni por esas. El condenao resulta que no sale porque, atención, el hueco en el que va el tornillo baila. Cuando desatornillo el tornillo, también estoy haciendo girar ese hueco. Imposible sacar el tornillo sin lograr que la otra parte se quede quieta.

¿Cómo lograrlo? Pues volviendo a abrir el monitor. Venga desatornillar, venga palanquita, venga apertura -ya me pueden contratar en iFixit- y veo que el soporte VESA está protegido por una placa de metal que a su vez protege parte de la circuitería del monitor. Quito los tornillitos cual cirujano, abato la placa, y ahí está el maldito mecanismo que fija los huecos de la montura VESA: unas “tuercas hembra” que a su vez deberían ir bien fijadas a la parte posterior del monitor. En el caso de esta última que me estaba haciendo sudar, la tuerca baila como esperaba, así que la sujeto con alicates y mientras desatornillo el pobre tornillo final, que sale machacado por el esfuerzo y probablemente preguntándose -si es que los tornillos pueden preguntarse algo- qué culpa tiene él y por qué le he hecho sufrir tanto.

Harto ya tras la media hora de tira y afloja y asumiendo que la cosa tenía solución complicada, cierro la tapa protectora de metal, la atornillo, y vuelvo a cerrar el monitor con pericia. No la suficiente, claro, porque el monitor después de cerrado -por cierto, con la peana reajustada para evitarme otra operación apertura posterior- sigue sin funcionar como debiera.

Conclusiones

Así que la aventura parece tener de momento final trágico. 400 euros de momento a la basura que son bastante menos importantes que la sensación de estúpido que se le queda a uno tras esta historia. Por supuesto que el monitor hubiera funcionado si no lo hubiera toqueteado tanto, pero ¿cómo iba a saber yo que la peana estaría fijada de esa forma? ¿Y cómo imaginar que aun teniendo cuidado me iba a cargar el monitor por quitarla?

Eso, unido al tema de la montura VESA (de traca, y da muestras de los controles de calidad de esta gente) y por supuesto al tema aduanero me han convencido. Probablemente jamás vuelva a comprar nada en eBay de este porte -tampoco móviles- fuera de nuestro país.

Ahora toca, en primer lugar, tratar de contactar con el vendedor vía eBay. En realidad ya lo he hecho, con tres mensajes explicando el tema, porque hay límite de caracteres en el sistema de mensajería de este servicio. Veremos cómo funciona el RMA si es que funciona, y si toca pagar más por el envío de vuelta, la posible devolución definitiva o una reparación o sustitución en la que teóricamente -por lo que he leído- ya no se aplican aduanas. Ya contaré el resultado de las gestiones en la segunda parte del post cuando concluya esta pequeña epopeya.

Eso me pasa 1) por avispillas y 2) por sacar el destornillador de la caja de herramientas tan rápido. A cascarla.

Actualización: Aquí tenéis la obligada segunda parte: Lo barato sale caro (II)