Lo barato sale caro (y II)
¿Dónde me había quedado? Veamos. Ha pasado tanto tiempo que ya he perdido un poco el hilo de los hechos. Como sabéis si os habéis leído esa primera parte que acabo de enlazar, mi idea hace unos meses era la de comprarme un monitor 1440p. En diversos foros los modelos fabricados en Corea del Sur parecían muy decentes en precio/prestaciones, así que me lancé a por uno de ellos. El 1 de diciembre le di a “Comprar” en eBay, y aquel X-Star de infausto recuerdo no llegaría a mis manos hasta el 26 de diciembre.
Sin embargo la suerte se cebaría conmigo: tras abrir el monitor para quitarle la peana debí tocar algo que no debía, pero es que además uno de los tornillos de la montura VESA estaba suelto y aquello provocó el desastre total. Dos días después de recibirlo tenía en mis manos un perfecto ladrillo gigante, así que tocaba plantearse qué hacer con él. Y ahí quedó la cosa.
¿Y si me lo arreglaran en España?
Contacté con el vendedor en eBay para contarle todo el drama (en tres partes, hay un límite de caracteres bastante corto en su sección de mensajería) y la respuesta que recibí fue algo así como “vale, mándonoslo pero 1) tú te encargas de los gastos de envío y 2) al volver a enviarlo probablemente no te vuelvan a cobrar aduanas, pero sólo probablemente.
Aquello me dejó un poco asustado, sobre todo en esa segunda frase enunciativa. Ya había pagado 130 euros que se añadían a los 270 que me había costado el monitor, así que no tenía ganas de volver a pagar ese pato tan español. Y no es que fuera una charla de una tarde: el vendedor se lo tomaba con calma y la diferencia horaria hacía que a menudo tuviera que esperar un par de días para la respuesta. Ya estábamos en Reyes y la situación no mejoraba mucho. Así que se me ocurrió otra opción: llevarlo a un servicio técnico que estaba cerquita y que encontré en Google. Aunque no era un servicio técnico oficial, tras hablar con el responsable decidí que no tenía nada que perder, así que lo llevé esa misma tarde (creo que fue el 7 u 8 de enero) y esperé.
Como casi en toda esta historia, no habría mucha suerte. El técnico me confirmó que aquello no tenía solución porque el problema estaba en la circuitería y no había recambio. Aquí solo puedo hablar bien de este chico, que no me cobró por su tiempo y en todo momento estuvo todo lo pendiente que se podía estar.
Un monitor de ida y vuelta
De vuelta en casa con el ladrillito no quedaban muchas opciones, así que puestos a perder pasta, qué más daba perder un poco más. Confirmé con el vendedor la dirección de envío (el tipo no parecía haberse extrañado por la tardanza) y tras embalar lo mejor que pude el monitor lo envié de vuelta por correos a Corea del Sur. La broma me salió por otros 65 euros, que desde luego iban a ser los últimos que iba a invertir en esta historia. Si lo reparaban y tras devolverlo volvían a pararlo en aduanas, allí se quedaría.
Lo envié un 15 de enero, y el vendedor me envió un mensaje el 29 confirmando que ya había llegado y que lo enviarían al fabricante para la reparación. Así quedó la cosa, y ya ni siquiera tenía prisa. O al menos no demasiada. El 25 de febrero, un poco ya hasta las narices, me puse en contacto de nuevo con el vendedor, que me confirmaba que tras hablar con el fabricante me enviaría esa misma semana el monitor. Y atención, porque en un alarde de amabilidad por las molestias extendería el periodo de garantía 6 meses.
Toma ya. La pequeña tomadura de pelo tenía que terminar, así que me puse un poco más serio de lo normal. Ni garantía ni leches. Ni quería ya que me enviara de vuelta el monitor. Al menos en eso el vendedor se portó: aceptó hacer una devolución de la pasta que costó el monitor (de las aduanas y el envío de vuelta nada, claro), pidió disculpas y se olvidó -como yo, al fin- del maldito monitor.
Al final, a comprar aquí
Con la aventura surcoreana finiquitada -curioso, hoy aparecía una historia muy similar a la mía, pero con un final algo más feliz- acabé acudiendo a los clásicos para comprar un monitor solvente. Me estuve planteando varios modelos, incluido el LG 34UM95, pero precisamente tuve que asistir a un evento de prensa de LG en el que lo vi en directo y me di cuenta de que esa superpanorámica no era para mi a pesar de lo curiosa que era. Al final me decidí por un BenQ GW2765HT que en Amazon estaba a 385 € (ahora lo tienen a 404 €) y que en los análisis salía bastante bien parado.
Y aquí es donde acaba básicamente la historia. Hoy por fin he conectado el monitor y he podido inciar esa experiencia con una resolución de trabajo nativa de 1440p que, la verdad, mola que te mola. No he tenido tiempo de probar prácticamente nada, pero el monitor funciona, que es de lo que se trata, y la calidad de imagen es más que decente en mi modesta opinión. No es que esté especialmente entusiasmado con el resultado, porque tenerlo todo funcionando ha costado tres meses y medio y un desembolso mucho mayor de lo que este monitor (y desde luego, el surcoreano) merecían. Pero claro, la culpa es mía por buscar las tres bes de las narices. La moraleja está clara como el agua: como decía por segunda vez al titular este post, lo barato, queridos lectores, sale caro.