¿Llegará OS X a la mayoría de edad?
Ayer el sistema operativo OS X cumplía 15 años desde su lanzamiento. Lo hacía sin el reconocimiento que merece una plataforma que le dio el impulso definitivo a los ordenadores de sobremesa y portátiles de Apple y a la que se convirtió en referente de simplicidad y elegancia.
Utilicé OS X a diario durante años, y lo hice a sabiendas de que sus muchas luces no podían ocultar del todo sus sombras. La obsesión por el control que impone Apple también se dejaba ver aquí en cosas absurdas -como falta del soporte nativo de escritura en dispositivos NTFS-, pero con todo y con eso, OS X siempre fue un compañero de trabajo eficaz y potente.


Hemos pasado por 12 grandes versiones (más una beta) de OS X, que aparcó el nombre que tuvo durante años -Mac OS X-, pero en toda esa evolución la progresión ha sido cada vez menos ambiciosa. No digo que eso sea necesariamente malo, pero hace ya mucho que vengo criticando la racanería en las actualizaciones de una plataforma que siguen usando millones de personas. Pocas mejoras que dejan a OS X en un segundo plano absoluto ante la niña bonita de Apple, que no es ni más ni menos que iOS.
Durante cierto tiempo esperé que OS X volviera a cobrar protagonismo como potencial alternativa de Apple en hipotéticos MacBooks con ARM, pero hoy por hoy dudo mucho que eso sea posible. De aparecer esas máquinas estoy casi seguro de que lo harán basadas en iOS y serán básicamente la evolución de esos actuales iPad Pro con los que de momento no comulgo.
Eso deja a este sistema operativo de escritorio con una difícil papeleta: Tim Cook decía estos días como ya hay más de 1.000 millones de dispositivos con iOS, y ese número deja pequeño al que tiene como protagonista a OS X. Apple no gasta tiempo en aquello que no funciona o que al menos no tiene un futuro prometedor, y mi sensación es que la empresa ha apostado todo a iOS de cara al futuro. Y eso solo puede significar la desaparición de OS X. No será hoy ni mañana, pero a no ser que ocurra algo raro, yo diría que su relevancia está condenada.
Y eso, amigos lectores, es una tragedia.