Libros de éxito y loterías de Navidad

Libros de éxito y loterías de Navidad
gordo

Durante cierto tiempo tuve en mente escribir un libro con la absurda sensación de que iba a ser un éxito seguro. Llevo tanto escribiendo de otras cosas que contar una historia larga y hacerlo medio bien no parecía complicado. De hecho, pensaba, la mayoría de novelas que leo no me parecen nada del otro jueves. "Si este tipo lo hace así y vende", concluía, "yo me voy a forrar".  Tenía la certeza de que tenía algo que ofrecer. De que iba a ser el próximo Andy Weir con 'The Martian' e iba a venir JJ Abrams a pedirme porfaplis que si podía adaptar mi novela al cine.

Estaba tan convencido que incluso anduve preparándome para el reto en modo español, ya sabéis: sin prisa pero con pausa. Me centré en lo que no debía centrarme "¿Empiezo a escribir con Scrivener o con Google Docs? ¿Hago un MindMap? ¿Uso Evernote o Keep para ir tomando notas?" y empecé a indagar un poco sobre las opciones que hay para autopublicar, sobre formatos y sobre cualquier otra estupidez que me permitiera retrasar el momento importante: el de encontrar una buena historia y escribirla.

Un aviso importante: no he encontrado ninguna buena historia.

Ese es el principal problema para mí: que buscaba LA historia. Original y perfecta. Mientras la encontraba (insisto, sigo sin hacerlo) me apunté a un mini-curso online de escritura creativa. Los asistentes nos teníamos que presentar con una breve introducción escrita, y yo terminé con algo así como "... y busco una historia original y perfecta para un libro". El profe respondió rápidamente: "ya no hay historias originales y perfectas. Se han acabado".

Qué gran verdad. Hay formas originales y perfectas de contar historias, pero el mensaje que quieres transmitir, sea grande o pequeño, ya lo han transmitido muchos otros, algunos de los cuales probablemente lo hayan hecho mucho mejor de lo que tú puedas hacerlo jamás.

El caso es que ahí me quedé. Con mi cursito de escritura creativa y sin ideas originales y perfectas con las que escribir un libro. Ahora me conformo con una idea normalita pero que me inspire. Tampoco llega. Hay otras ideas para libros, pero ya no serían de ficción ni podría usar el tono Harry & Sally (era una opción, pero solo una), sino que sería un libro sobre algún tema tecnológico. Uno que pueda explorar y desmenuzar a fondo. La idea, ya puestos a comparar, es convertirme en otro Malcom Gladwell, cuyos libros son estupendos como entretenimiento aunque tampoco te descubran la pólvora. Libros que terminas y dices "joé, creo que ahora soy un poco más culto y encima me lo he pasado teta", pero de temas que controlo. La desventaja, claro, es que JJ Abrams ya no querría verme ni en pintura.

De ese tipo de libros, por cierto, sí que tengo un par de ideas curiosas, pero me puede lo de siempre: la pereza. Si algún día me decido, lo iré contando por aquí. O puede que no: puede que me decida, escriba ese futuro éxito editorial y luego anuncie la publicación a bombo y platillo. A saber.

Toda esta diatriba viene a cuento de un post titulado 'Writing a book: is it worth it?' que me encontraba ayer a través de Twitter. El autor, Martin Kleppmann, escribió el libro 'Designing Data-Intensive Applications'. Con ese título uno esperaría que el libro en cuestión no hubiese vendido demasiado, pero hete aquí —toma ya giro gramatical, para que veáis cómo me las gasto— que el pollo en cuestión ha vendido un porrón: más de 100.000 copias.

Más allá de que haya mucho friqui de las aplicaciones intensivas de datos que yo ni imaginaba que hubiese, lo que cuenta en ese post es revelador por dos cosas. La primera, por su éxito (merecido, porque escribirlo le costó un porrón), y la segunda, por cómo tiene claro que escribir un libro y tener éxito es poco menos que una lotería. Haced un ejercicio conmigo: visualizad cualquier biblioteca o cualquier sitio en el que haya muchos libros y se vendan y pensad cuáles suele comprar la gente: esto es un "donde vaya Vicente", amigos: los libros son un ejemplo más de la larga cola que afecta a cualquier otra industria de contenidos (música, videojuegos, películas) en el que unos poquitos triunfan y el resto, como mucho, sobreviven (o malviven). Él lo explica muy bien en dos líneas:

Como sucede cuando creas una banda de música con amigos y esperáis convertiros en estrellas de rock, es difícil predecir de antemano lo que será un éxito y lo que fracasará.

Difícil o imposible, diría yo. Hay muchos factores externos —como la casi inevitable inversión en marketing— que van más allá del mero boca a boca que puede convertir tu libro en viral, y estoy seguro de que hay muchos buenos libros enterrados y nunca descubiertos porque los que salen a la luz simplemente lo hicieron con más apoyo editorial, por lo que sea.

Cumulative royalties chart
Cumulative royalties chart

El caso es que el ejemplo de Kleppmann es estupendo para animar a los incautos. Uno ve los ingresos acumulados y se piensa que todo el monte es orégano. Me recuerda a aquella reunión que tuvimos con Restalia, la franquiciadora del 100 Montaditos, antes de montar el negocio: las previsiones que nos mostraban nos iban a hacer ricos, y claro, los ojitos se nos pusieron en modo señal de euros y dijimos que sí a todo. Así nos fue.

Pues con esto, lo mismo. Detrás del éxito de Kleppmann hay muchísimo trabajo: cerca de cuatro años que él aglutinaba en unos dos años y medio de trabajo a tiempo completo de los cuales uno fue directamente sin cobrar un duro. Al tipo le salió bien la jugada, pero diría que es un caso entre un millón. La suerte probablemente intervino en algún momento, pero también es cierto que se lo curró asistiendo a decenas de conferencias en las que siempre metía una cuña sobre el célebre "vengo a hablar de mi libro".

Diría que de hecho ese es el verdadero retorno de los libros en temáticas técnicas o de no-ficción. Un libro te valida (casi) automáticamente como experto en el tema, así que acabas construyendo esa marca personal gracias a ese texto en el que (teóricamente) curraste horas y horas. Si eso es lo que persigues, a por ello, desde luego.

Evidentemente hay en este mercado una buena cantidad de vendemotos y meapilas que hacen su particular agosto con los ingenuos. Esos que venden fórmulas para el éxito cuando ellos mismos no lo tienen y consiguen que la gente se crea el mensaje tradicional del hágase rico en 10 minutos. O no en 10 minutos, pero sí con esfuerzo y siguiendo al dedillo estos pasos y estos cursos. Suscríbase a mi newsletter y reciba gratis y sin compromiso las 10 claves de éxito y si quiere apúntese a mi training camp exclusivo por 300 (o 3.000) euros. Cosas así.

Alguien me recomendó un día el libro de un tipo de esos —paso de hacerle publicidad, qué necesidad de que perdáis el tiempo y el dinero— y el mismo principio se aplica a cosas como ese fenómeno del dropshipping del que hablé recientemente. Nadie se forra por las buenas salvo con temas como la lotería, y aún así. No hay fórmulas mágicas, y aún trabajando duro hay un componente llamado suerte que sigue siendo más importante de lo que mucha gente quiere admitir.

¿Qué os quiero decir con todo esto? Pues que me alegro un montón de que el tipo del libro cuente su experiencia, pero como cualquier historia de éxito, leerla es una cosa y replicarla otra muy distinta.

Dicho lo cual, voy a tener que ponerme a escribir un libro.

Por si las moscas.