Lentejas

Imagina que te encantan las lentejas. Que son tu pasión. Que te gustan con chorizo, con costillas, con pechugas de pollo, con presa embuchada, con gambones, o con sepia y verduras. O que te gustan las de tu madre o tu abuela, las de siempre, las lentejas viudas o lentejas guisadas solo con verduras. O en cualquier otro formato.

Imagina que adoras las lentejas.

Ahora imagina que solo pudieras comprarlas en un sitio. No solo eso: imagina que quien cultiva las lentejas solo pudiera vendértelas a través de ese sitio. El intermediario, llamémosle Apple —manzanas y lentejas, qué cosas—, entabla una amistosa conversación cuando llega el productor con sus sacos de lentejas:

—Buenas Apple, aquí tengo la producción de este año. Fíjate qué pintaza.

—Ajá. Bueno, lo de pintaza ya veremos. Eso lo digo yo, que primero tengo que probarlas. Si están buenas y no tienen bichos te dejaré que las vendas aquí.

—Claro, claro. Todos los años te las vendo, ya sabes.

—Ya, pero mis criterios cambian. Y además de lo que vendas me quedaré con el 30%, que para eso me lo curro dando a conocer tus lentejas a todo el mundo y ofreciendo una forma fácil de que las puedan comprar.

—Bueno, es que no hay más sitios donde poder vender mis lentejas. Así que claro, me adapto, si lo que yo quiero es intentar ganarme la vida, que esto sea un win-win, Apple.

—Claro. Pero más win para nosotros, ya sabes, querido productor. Tu parte no es para tanto.

—Hombre, tampoco es eso.

—Lo es porque yo lo digo. Y si no quieres, ya sabes. Son lentejas. Las comes o las dejas.

—Las como, las como.

Esa es un poco la idea. Pero por si no la pilláis, luego llega el cliente.

—Hola Apple, quería comprar unas lentejas.

—Justo tengo unas estupendas, pequeñas, redonditas y con un diseño tope guay. Riquísimas, por supuesto. Este es el precio.

—Caray. ¿Y no podría comprarlas en otro lado? Igual no están mal y son más baratas, o están mejor y más caras.

—Pero qué dices, alma de cántaro. Aquí las lentejas las vendo yo. Si te gustan las lentejas, solo me las puedes comprar a mí.

—Las lentejas me apasionan. Me gustan con chorizo, con costillas, con pechugas de pollo, con presa embuchada, con gambones, o con sepia y verduras. O también están las de mi madre o mi abuela, las de siempre, las lentejas viudas o lentejas guisadas solo con verduras. Me gustan todas. Me apasionan.

—Que sí, que lo que tú digas. Aquí las tienes si tanto te gustan.

—¿Y si no?

—Pues te comes un filete o una lubina a la sal. O una ensalada. Pero si quieres eso que tanto te apasiona, ya sabes.

—Ya. Son lentejas. Las comes o las dejas.

—Exacto.

Y así con todo. Apple hace muchas cosas estupendamente, pero si hay algo que nunca he soportado es su obsesión con el control y con la falta de opciones. A veces abren un poco su estupendo jardín amurallado por obligación, pero nunca lo hacen lo suficiente. Siempre hay que hacer las cosas a su manera, y siempre hacen lo posible por limitar las opciones en un mundo en el que las opciones —la diversidad— son cada vez más importantes.

Tenemos el ejemplo perfecto en lo que ha pasado con HEY, la nueva y llamativa aplicación de correo electrónico —que puede que no sea tan guay— que han creado los chicos de BaseCamp. David Heinemeier Hansen (DHH), creador de esta empresa, iniciaba una guerra abierta con Apple y contaba en Twitter cómo le estaban haciendo la puñeta. He escrito esta mañana de ello en Xataka,  pero quería aprovechar para lanzar algunos puñales más a Apple en este mi pequeño rincón sin pelos en la lengua. Aunque para pocos pelos, los de DHH, a quien cuanto más leo más me mola:

Deberíais leeros el hilo. Luego podéis leer también resúmenes de la situación como el que he hecho yo o el que han hecho en Protocol (estupendo). Y ya puestos, la reflexión de Dieter Bohn en The Verge también está muy bien.

Si no queréis leer nada de eso, os resumo. Esto es lo de siempre con Apple: son lentejas, o las comes, o las dejas. HEY quiere estar disponible en iOS y iPadOS, y para eso tiene que estar en la App Store. Para hacerlo, Apple exige su impuesto revolucionario por ello. Es un poco lo que pasó con Spotify, que acabó trasladando el impuesto revolucionario a los usuarios para poder estar disponible en la App Store. Si HEY no se pliega a las exigencias de Apple, la empresa amenaza con eliminar la aplicación de la App Store. O sea, que de repente ya no puedes estar en más de 1.500 millones de dispositivos basados en iOS.

Eso, amigos míos, es un drama para cualquier desarrollador. Que sí, que Apple ha hecho mucho trabajo para lograr ese alcance, pero la pregunta es si eso le da derecho para obligar a quien quiera entrar ahí a aceptar sus condiciones porque no hay otras. Apple, al menos en eso, es China. Sin más.

La empresa controla totalmente el ecosistema iOS. Si quieres crear una app o un juego para el iPhone o el iPad, tienes que distribuirlo a través de ellos y aceptar sus condiciones. No puedes venderlo en otra tienda que te ofrezca mejores (o peores) condiciones, y tampoco puedes colgarlo de tu web para que la gente lo instale por su cuenta a no ser que hagan un jailbreak de su dispositivo. Así que básicamente estás xodit. Son lentejas.

En los comentarios de Xataka un lector llamado Pinchu71  (casi coetáneo mío, si ese 71 se refiere a lo que yo creo) hacía una analogía muy graciosa con ECI y la carne, y yo no he podido evitar responder con mi propia continuación a una analogía que era graciosa, pero incompleta. De ahí de hecho ha salido el principio del post porque es una buena forma de explicar lo que pasa una, y otra, y otra vez en el mundo de Apple.

La situación es singular por varias razones. La primera, porque Apple se enfrenta a un debate incómodo justo antes de su WWDC —seguramente ese evento sirva para desviar la atención— y segundo porque hay una investigación en marcha por parte de la Unión Europea que precisamente está valorando si la App Store y Apple Pay son o no un monopolio.

Para mí esta es una oportunidad para Apple. Una de hacer las cosas mejor, como decían en Astropad. Esta aplicación contaba hace poco cómo fueron "sherlocked" por Apple: su aplicación era tan chula que estuvieron vigilándola y luego acabaron copiándola e integrándola en iOS. Les hicieron polvo, pero han sobrevivido dando el salto a Windows. Los tipos han sido elegantes hasta en esa lamentable situación, y escribieron un post con consejos para que Apple pudiera evitar investigaciones antimonopolio. Es genial, y todas las ideas son estupendas.

Y mientras, muchas opiniones que apoyan la versión de DHH. Incluso gente como John Gruber —fanboy por antonomasia— critican la actitud de Apple, y tanto DHH como Ben Thompson (de Stratechery) están alucinando al recibir múltiples mensajes de desarrolladores y empresas que le ofrecen también lentejas a Apple para que las distribuya y están hasta el gorro de esas condiciones leoninas. Quienes ofrecen las lentejas están además aterrorizados: si Apple les cierra el chiringuito, se quedan compuestos y sin novia. O algo peor.

Eso, queridos lectores, es otro monopolio encubierto en toda regla. Uno terrible.

Habrá quienes defiendan que oye, si no te gusta no uses un iPhone o un iPad y te vayas a Android. Que hay otras propuestas. Que puedes comer carne, pescado o una ensalada, vaya.

El problema no es ese. Como decía en otro comentario en Xataka, es totalmente legítimo que Apple imponga las condiciones que quiera para su App Store. Lo que no lo es es que no haya otras tiendas donde conseguir ese software u otras formas de instalar el software (sideloading, que por ejemplo se puede hacer con los IPAs —los APK de iOS— vía jailbreak). Me cito aquí a mí mismo, que el comentario me ha quedado muy bien:

Tal y como yo lo veo, si eres desarrollador y quieres que tu aplicación se use/venda en:

     1. Windows: esto es jauja. Libertad total. Puedes pasar por su Store, pero puedes colgar el instalador donde mejor te parezca. Ahí negocios derivados (Los Softonic) y peligro de malware, por supuesto, pero con sentido común no debería haber mucho problema.

     Es importante destacar aquí como el caso de Windows ha favorecido que aparezcan canales de distribución brutales que han dado muchas opciones a los usuarios (aunque se han vuelto un poco App Stores en sí mismos). Steam es fabuloso, pero me parece igual de fantástico que haya alternativas como COG, los Humble Bundle o desde luego la Epic Store que ha hecho tambalearse el dominio de facto de Steam. Microsoft no entra en ese juego, curiosamente, siempre ha dejado hacer.

     2. Android: lo suyo es tirar de Google Play, pero puedes usar otras tiendas y también se permite sideolading de aplicaciones. Algo más restrictivo, pero aún así desarrolladores y usuarios tienen opciones. Google Play simplemente facilita las cosas (imponiendo sus condiciones).

     3. macOS: lo suyo de nuevo es tirar de su App Store, pero hay algo de libertad (aunque con peros) para instalar apps de otras fuentes. El control es notable, pero no total. Desarrolladores y usuarios dependen mucho de app store, pero no al 100%.

     4. iOS: desarrolladores y usuarios dependen totalmente de la App Store, y salvo casos extremos (jailbreak) el acceso a otras tiendas o al sideloading con IPAs está vetado.Aquí mi visión siempre es la misma: las opciones son buenas. Que Apple imponga sus términos es lógico. Que no haya otros, no tanto.

Pues eso. Que como le decía al amigo Pinchu71, "La competencia debería existir también dentro de iOS. No competencia a iOS, sino DENTRO de iOS".

Dicho lo cual, gran confesión: me encantan las lentejas. Y como las de mi madre, ningunas.

Faltaría plus.