Leer no nos hace mejores
Jamás pensé que María Pombo sería tema central de ninguno de mis posts por aquí, pero la ocasión la pintan calva. La célebre influencer ha provocado una polémica insólita al decir en TikTok que "no sois mejores porque os guste leer".
El comentario ha hecho que muchos columnistas de opinión ironicen sobre el tema o simplemente aprovechen —como he hecho yo— para dar su visión más o menos profunda sobre el tema. La ciencia no acaba de aclarar si la Pombo tiene razón, pero apunta a que desde luego no es una mala práctica.
Yo creo que el comentario es facilón, sobre todo viniendo de alguien que probablemente cree que llevar ciertas marcas de ropa la hacen mejor. Es lo mismo que pasa por todos lados con muchos otros productos y aficiones, y las empresas se han hecho ricas gracias a ello. Sin ir más lejos, la gente se compra un iPhone porque se cree mejor (o quiere parecerlo), y por eso en esta era del postureo hay mucha obsesión justo con eso. Con querer parecerlo.
Y leer siempre ha quedado bien. Si ves a alguien en la piscina o en la playa y al lado ves a alguien con un libro de papel o un Kindle inmediatamente te haces la composición mental. El del móvil es un cateto y un choni, y el del libro un intelectual y una bellísima persona.
Excepto que no es así. O no tiene por qué serlo. Leí en Twitter/X —y no soy capaz de encontrar el tuit— que quienes presumen de leer mucho a menudo dicen que aprenden un montón. Su experiencia no era esa, y decía algo así como "yo he aprendido mucho más viendo algunos vídeos de YouTube", por ejemplo. Y coincido al máximo, porque sucede con los libros que aunque pueden ser maravillosos a la hora de enseñarte cosas, tienen un ROI discretito. Hay, como en todo tipo de contenido, mucha paja, pero el problema de los libros es que separar la paja del grano es mucho más costoso. Un libro consume mucho tiempo, y un vídeo de YouTube o un post de una web, muy poco. En todos esos medios puede haber un aprendizaje, pero con los libros hay cierto trabajo extra. Y lo hay porque los libros parecen mejores por ser más largos, pero los vídeos suelen ser mejores cuanto más cortos.
Si te lees un tomaco la gente te verá con reverencia, aunque sea un tocho del cole que sea insoportable —véase ejemplo épico con 'La rebelión de Atlas'—. Pero con los vídeos de internet hemos aprendido que lo que triunfa cada vez más es el formato corto: las charlas TED enseñaron el camino con esas minidosis de cultura pop que te hacen sentir más sabio cuando las ves. Luego, eso sí, todo ha acabado desembocando en los vídeos cortos de TikTok o YouTube Shorts que ojo, pueden ser absolutas estupideces o consejos y tutoriales rápidos que te resuelven un problema. A mí el otro día me pasó con el Short de n8n con el que aprendí a configurar el nodo de Gmail, por ejemplo.
No creo que leer sea una cuestión de hacernos mejores. La clave está en hacer que nos sintamos mejor. Es un matiz importante, y uno que además yo aplicaría a todas las facetas de la vida. Si algo te hace sentir mejor y con ello no haces daño a nadie, ¿qué mal hay en ello? Para mí los libros son una opción más para entretenerse y para aprender. Sin más. Una que, eso sí, es normalmente más sufrida. Por eso estamos en la era de TikTok e Instagram, que triunfan porque nos hemos vuelto adictos a los escaparates de las vanidades y a contenidos de mierda que evitan que tengamos que pensar, no vaya a ser qué.
Y por eso María Pombo probablemente hubiera pasado sin pena ni gloria por el planeta si hubiera nacido 20 años antes. Pero ahí está. Con su móvil, en la playa. No leyendo, claro. Viendo Instagram y TikTok y publicando vídeos con reflexiones de galleta china.
Porque total, leer no nos hace mejores.