Las ventanas están sobrevaloradas

Las ventanas están sobrevaloradas
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Llevo años trabajando de la misma forma: dos ventanas de navegador ocupando cada una la mitad vertical de la pantalla. A la derecha sobre todo hago consumo de contenidos. A la izquierda, por el contrario, los produzco. No sé por qué es así y por qué ahora me resulta raro escribir en la mitad derecha de la pantalla (salvo los correos o algún tuit), pero es cierto que mi alineación con el monitor no es simétrica: estoy un poquito a la izquierda de ese eje central imaginario.

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Por supuesto existen situaciones en las que no trabajo con pantalla dividida, pero en la mayoría de los casos es porque esas ventanas solo son aplicaciones en segundo plano -Slack o Spotify ahora mismo- que no tengo delante constantemente. Si las voy a usar de forma mínimamente prolongada, tiro del Snap de Windows 10 y las acoplo tanto a los laterales como a las esquinas. Eso suelo hacerlo mucho cuando tengo que trastear con mis VPS. Abro una sesión remota con putty y arrastro la ventana a una esquina. También aprovecho esa nueva capacidad de aprovechar “cuartos” de pantalla para poner algún vídeo de YouTube cuando los niños se me ponen encima mientras curro, o para abrir el vídeo de un evento del que estoy haciendo una cobertura.

De repente me doy cuenta. Las ventanas quizás no tienen tanto sentido.

En realidad el principio es fantástico porque uno puede usar las ventanas de ese modo, o usarlo como lo hago yo, a modo de paneles. Esa forma de trabajar no es en absoluto nueva, y hay todo un mundo de Tiling Window Managers que pueden satisfacer las necesidades del más pintado:

Supongo que esto está pensado para gente organizada, como también lo están otros paradigmas como los escritorios virtuales. El caso es que al final lo que tenemos ya no son tanto ventanas puras como paneles, y precisamente ahí quería llegar, porque un joven diseñador llamado Lennart Ziburski ha creado su propia prueba de concepto de lo que debería ser el futuro del escritorio. Uno en el que no debería haber ventanas, sino paneles. EL nombre del proyecto es igual de descriptivo que su aspecto visual: DesktopNeo.

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Os aconsejo que os paséis por la web del proyecto porque es fantástica. Con 21 añitos este chico ha demostrado tener un talento importante y un criterio sólido. No todo está atado, desde luego -echo en falta los atajos de teclado y ese modelo de etiquetas parece un poco raro al principio- pero la idea es fantástica, como señala el sano debate en Hacker News.

Dudo que a estas alturas alguien migre a un concepto así: tanto Windows como OS X y Linux están bastante maduros y parece que una evolución tan drástica del espacio del trabajo sería compleja por un motivo único: que la gente no está dispuesta a cambiar su forma de trabajar. Al menos, no fácilmente.

Y sin embargo, el concepto es una chulada tanto en formato como en su aproximación al modelo de productividad que yo por ejemplo utilizo a diario. Lástima que no se pueda probar en directo -es solo un diseño conceptual muy bien presentado- pero quizás algún desarrollador lo tome como idea para poner en marcha un entorno de escritorio que adapte esas capacidades.

Aviso: a mitad de entrada lo he recordado. Ya había escrito sobre esto hace más de tres años. Mola que la reflexión siga vigente, pero quizás no mola tanto el hecho de que las cosas siguen igual que estaban. ¿O sí?


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