Las salas de cine lo tienen crudo (y se lo merecen)
Hace años si uno quería ver una película en condiciones era casi obligatorio ir a verla al cine. De otro modo la experiencia se degradaba a lo bestia. No por las palomitas, que podían estar mejor o peor, o las butacas, que podían ser más o menos cortas y estar más o menos castigadas por el uso.
No. La razón para ver una peli en el cine era verla bien.
La experiencia en casa era una castaña. Hasta los televisores grandes eran pequeños, pero la calidad de imagen no tenía nada que ver con la que te ofrecía la gran pantalla. Por eso se la llamaba así.
De un tiempo a esta parte las cosas han cambiado radicalmente. Ver una peli en casa es a menudo más gratificante que verla en el cine. Es cierto que en el cine sigue ofreciéndose un punto más de espectacularidad, pero salvo quizás por el apartado del sonido diría que todo son desventajas, y de hecho hablaba de esto mismo hace casi tres años.
Uno entra al cine y es como comprar un billete de Ryanair. Todo son trampas. Para empezar el precio de la entrada, que al menos en Madrid sigue siendo escandalosamente alto. Los exhibidores se escudaban en el IVA del 21%, pero resulta que cuando finalmente el Gobierno lo redujo al 10% esos mismos exhibidores que se quejaban no bajaron los precios: de hecho los subieron. Acabaron ajustando precios, pero dio igual: se quedaron un 58% de la rebaja del IVA para elevar sus beneficios. Uno ni siquiera sabe ya si comprarla online o directamente en el cine, pero hagas lo que hagas la entrada ya no es la entrada: es la entrada más los gastos de gestión, que según FACUA son ilegales. ¿Qué gestión? ¡Si ni siquiera hay ya acomodadores como en el pasado!
Luego está el paso por la obligatoria zona de refrescos y comida para disfrutar de la peli. Los precios son absolutamente escandalosos, pero oye, esto es la ley de la oferta y la demanda. Si no quieres unas palomitas no te las compres, majete. Eso sí, no se te ocurra traértelas de fuera, que te van a mirar mal e incluso te pueden intentar impedir la entrada aunque ojo, no puedan hacerlo.
Por fin llegas a la sala, y con un poco de suerte nadie te habrá intenado usurpar el sitio. Igual no tienes a nadie delante que te tapa parte de la pantalla ni alrededor que te tose o que de cuando enciende el móvil con el brillo en nivel supernova. Igual todo es estupendo y a la hora programada por fin se apagan las luces. Ah no, solo se apagan un poco: hay que ver 10 minutos de anuncios. ¿Pero yo no había pagado la entrada entre otras cosas para evitar publicidad? Pues no, pero tranquilo, porque por fin podrás disfrutar de la peli (o no, igual te has colado y es una patata) cuando acaben todas esas pequeñas torturas. Todo maravilloso.
Yo hace mucho que no me planteo ir al cine. Ir con la familia acaba saliendo por un ojo de la cara, así que muchas semanas hacemos "peli en familia" y disfrutamos de alguna peli de los servicios a los que tenemos acceso, por ejemplo. Pronto habrá post al respecto, por cierto, preparaos. Las ventajas son notables, y eso que mi cine en casa se ha quedado muy atrás. Ya he hablado de mi proyector 720p y de mi modesto sistema de sonido 7.1, pero es que para ver pelis en casa hasta esa configuración, con la que ya llevo casi 15 años (dos lámparas de proyector he cambiado ya), va como una seda. Es una experiencia extraordinaria en la que estás en ese sillón que ya es como parte de tu familia y en el que te puedes atiborrar de palomitas (o de cualquier otra cosa) sin miedo. Puedes elegir el momento de ver las pelis, y la calidad de imagen y sonido, insisto, es más que aceptable y eso que hablo de 720p. Para algunas pelis ni siquiera tiramos del proyector: las vemos en nuestra veterana tele 1080p de 47 pulgadas que también sigue cumpliendo y que, eso sí, va pidiendo un recambio que creo que llegará más pronto que tarde.
Yo no le veo ya prácticamente ningún encanto al cine. De cuando en cuando quedo con amigos para pelis muy concretas, pero lo curioso es que el cine es excusa para quedar, no excusa para ver.
Pronto ya no será ni eso, porque los cines lo tienen crudo. Lo hemos visto estos días, cuando se ha sabido que 'Trolls 2: Gira mundial' ha recaudado cerca de 100 millones de dólares en su estreno mundial en servicios de alquiler. Con los cines cerrados por la pandemia de coronavirus, NBCUniversal, su productora, decidió apostar por esa vía, y la jugada "ha superado nuestras expectativas y ha demostrado la viabilidad del PVOD", decía el chérif de la empresa en el WSJ. Lo contaban en Gizmodo, por ejemplo. El comentario ha hecho sangre, y el CEO de la cadena de cines AMC le ha mandado una carta a DOnna Langley, CEO de Universal Studios, en la que le dice ya se puede olvidar de estrenar sus pelis en sus cines cuando todo vuelva a la normalidad. Me imagino a Donna y a sus compis. Todos en la sala de reuniones (virtual) de la empresa, partiéndose la caja tras leer esas amenazas absurdas.
Sinceramente, me alegro por Universal y espero que este sea el principio del fin para las salas de cine tal y como están concebidas ahora. El cine se ha convertido en la mayoría de los casos (al menos, donde yo vivo) en un artículo de lujo, una opción de entretenimiento con una relación precio / prestaciones absolutamente lamentable. No seré yo el que llore si los cines cierran porque no se pueden sostener con ese modelo de negocio. Los tiempos cambian para todos, y si no puedes adaptarte es que quizás tu modelo de negocio ya no tiene sentido, sea la cosa justa o no. La historia es aún más satisfactoria para mí en este caso porque no soporto que me traten de engañar y de estafar. Eso es lo que son los cines ahora mismo en su mayoría. Una estafa. Si siguen por ese camino, que se vayan a tomar por saco.
Yo les estaré viendo irse mientras me tomo unas palomitas.
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