Las reuniones son el opio de las empresas

Parafraseo aquí al amigo Karl, pero aplicando su célebre frase al mundo empresarial en general y al mundo de las reuniones en particular. Lo he comentado alguna vez en Incognitosis pero creo que jamás le había dedicado un tema específico a esto.
Diría que las reuniones son un mal vicio empresarial. Son una excelente herramienta para ciertos momentos, pero como cualquier herramienta, se puede usar bien o mal. En este caso eso suele estar asociado a usarlas en su momento o de forma continua. Y ese es el problema: que la práctica habitual es la de reunirse. Parece que ocupas tiempo —cuando en muchos casos la mayoría de participantes no están haciendo un uso demasiado productivo de ese tiempo- y que resuelves problemas, pero en mi opinión muchas reuniones simplemente sobran.
Otras no, por ejemplo. Otras incluso son necesarias y no se hacen. O se hacen con poca frecuencia, que también puede ser. Conozco a varias personas cuyo trabajo es básicamente estar reunidas. Entiendo que eso lleva a toma de decisiones, pero me pregunto si ese es el método más eficaz para lograr cumplir objetivos.
Y entonces me encuentro en Twitter con un mensaje de Bernardo Quintero que enlazaba a este tema de un compañero ayer en Xataka. Varias empresas prohibieron hacer reuniones tres días a la semana. ¿Sabéis que pasó? Que aumentaron un 73% su productividad, además de reducir en un 57% el estrés de sus empleados.
Los números son llamativos —quizás un poco arbitrarios— pero en las conclusiones del estudio se explica cómo "aunque pueda parecer contradictorio, las reuniones restan valor a la colaboración efectiva, porque distraen a los trabajadores en sus horas más productivas, lo que provoca que se desconcentren y reduzcan su rendimiento".
De hecho, parece que usar herramientas asíncronas de comunicación, como Slack o Teams —alguien me escribe, contesto cuando pueda— son mucho más eficaces en muchos ámbitos. En muchos casos parece mucho más racional e importante a la hora de producir.
No digo que no haya que reunirse, ojo. A ver si va a parecer que soy un hater de las herramientas que se usan al trabajar, como las reuniones. Soy un hater de las herramientas mal usadas. Ese odio va mucho más allá, por cierto. Instagram es una herramienta, y mi odio visceral a esa red social se debe en la forma a la que es usada por la mayoría de la gente, por ejemplo.
David Grady, que dio una charla TED sobre el tema, decía que tenemos el "Síndrome de Aceptación Irracional": un reflejo involuntario según el cual una persona acepta una invitación a una reunión sin pensar siquiera el porqué. Jason Fried, cofundador de 37signals —los de Basecamp— dio otra charla TEDx titulada "Por qué el trabajo no se hace en el trabajo". De nuevo, la crítica era muy clara: "las reuniones no son trabajo. Son sitios para ir a hablar sobre cosas que supuestamente harás después".
Ambos reconocen que hay reuniones válidas e importantes —a ver si me van a leer en el curro y me van a despedir pensando que critico las (pocas) reuniones que tenemos—, pero esa cultura del "estoy reunido" quizás no sea tan estupenda como parece. Igual podrías hacer algo mejor con tu tiempo.
Como trabajar.