La Xbox One y los árboles que no dejan ver el bosque

Yo no vi el bosque, desde luego. Cuando hace unos días me calenté al escribir de la Xbox One y de la PS4 y de cómo algunos de los términos de Microsoft no me convencían nada, lo hice probablemente contagiado del clamor popular. "Haters gonna hate", y todo eso. Debo reconocer que caí en la trampa --aun cuando algunos de aquellos detalles iniciales siguen pareciéndome preocupantes--, algo que duele más cuando has sorteado unas cuantas. De nuevo, no vi el bosque.
Lo explican muy bien unos cuantos compañeros míos en sus respectivos posts en Xataka, Genbeta y Xataka Windows, donde todos llegan a la misma conclusión: el error de Microsoft no estuvo en el fondo, sino en la forma. Falló la comunicación. Falló que Microsoft hablara tanto de juego usado, de bloqueo por regiones (error), de la consola conectada 24 horas. Pecó de ser quizás demasiado sincera. Demasiado honesta. Y también, de que aparentemente nadie en Microsoft tuviera claro qué era lo que realmente tenían que comunicar, y cómo tenían que comunicarlo.
"Con la Xbox Microsoft", decía Guillermo Julián en su post en Xataka Windows, "necesitaba un Steve Jobs". Vaya si lo necesitaban. Desde luego, no necesitaban que ese señor llamado Don Mattrick al que muchos le han (hemos) perdido el respeto metiera la pata una vez para luego tener que dar marcha atrás con el rabo entre las piernas. Puede que Mattrick sea una marioneta de los poderosos de Redmond, y si es así el tema es aún más preocupante. Porque si Microsoft realmente creía en esa revolución (adiós a los discos, hola a las descargas), debería haberse mantenido en sus trece, pesara a quien pesara. Incluyéndonos a todos los que no vimos el bosque, por supuesto. Jobs lo hubiera hecho, pero no lo hubiera necesitado porque jamás hubiera presentado la Xbox One de esa forma.
Él probablemente hubiera logrado que a estas horas Sony estuviera pasando un mal rato defendiendo un modelo ya obsoleto. Jobs hubiera hablado de Steam. De la nube. De la ubicuidad. De las ventajas de un modelo digital de distribución que sería -seguro que diría algo así- "revolucionario". Y por supuesto, no habría dicho ni una palabra de esos molestos detallitos que siempre se han ido descubriendo después en todo lo fabricado por Apple.
Sea como fuere, ni Jobs hubiera accedido a presentar la Xbox One, ni Microsoft tiene a nadie --que se sepa-- con esa capacidad de comunicar. Cierro ya el tema, y lo hago citando el titular de un buen artículo de Gizmodo US que precisamente me ha dejado especialmente claro eso de que a veces los árboles no te dejan ver el bosque.
The Xbox One Just Got Way Worse, And It's Our Fault
Mea culpa.