La utopía del coche eléctrico

De mayor yo quería tener un Tesla. Sin embargo, con el tiempo tengo cada vez menos claro que me vaya a hacer mayor vaya a tener un Tesla. La razón no es que no me siga molando, ojo: en el miniresort burgués se ven cada vez más —para eso es burgués—, y cuando veo uno me digo "caray, parece que los regalan" o "si ese pimpollo puede tenerlo, yo también, qué caray".
Pero no lo tengo. De hecho el susto que tuve el año pasado con el Kuga —afortunadamente quedó en eso— me hizo que estuviera a punto de plantearme alternativas. La conversación con Sally era más o menos esta:
—Uf, lo del Kuguita tiene mala pinta, Sally.
— Madre mía. ¿Y qué vamos a hacer, Harry?
— Pues igual toca comprar coche nuevo.
—Pues nada. Por fin voy a poder tener mi Range Rover.
—Sí, claro. Y yo mi Tesla Model S.
Ninguno de los dos íbamos a tener ninguno de esos dos coches porque, sencillamente, no podríamos (o no querríamos) permitírnoslos. Entre las opciones que barajaba, las serias, hubo algún eléctrico 100%, como un Model 3 o un Ioniq 5.
Ambas eran opciones débiles.
Y lo eran porque una vez más, no respondían a aquello de "invierte en lo que usas". Nuestro uso del coche es más bien esporádico, muy de teletrabajores burgueses. Para ir a comprar, llevar a los niños a algún evento y hacer alguna excursión. ¿Viajes largos en coche? No solemos hacer más de 3 o 4 al año. Para eso un eléctrico 100% parece totalmente sobredimensionado.
Así que la opción preferida en mi caso, al menos en ese momento, era un Hyundai Tucson PHEV en su versión básica. Un híbrido enchufable que parecía una opción lógica y coherente con nuestro modelo de uso y nuestro presupuesto.
Aquel susto, de hecho, me hizo cambiar bastante de opinión respecto a esa idea de que "los coches eléctricos conquistarán el mundo". Yo era muy de ese palo. De "el futuro es de los eléctricos". Veía con alegría cómo la industria poco a poco se decidía a dar el salto, pero con el tiempo he visto una cosa clara.
El futuro no puede ser 100% eléctrico. No a corto plazo.
Me siguen flipando los Tesla, ojo. Y otros muchos de su palo. Me veo en mi mansión tipo Tony Stark, al lado del mar, con conexión satelital a todo trapo y totalmente basada en energías renovables. Y con una o varias tomas para cargar el coche eléctrico de gratis, claro.
Pero la realidad es que esa es una flipada que solo unos pocos elegidos podrán disfrutar algún día. La inmensa mayoría tienen un problema gigante con los eléctricos por cuestiones prácticas aplastantes. La densidad de población en los núcleos urbanos hace imposible —o muy, muy difícil— eso de contar con un punto de recarga para todos. Yo tendría la suerte de poder instalar uno en el parking donde tengo el coche, pero, ¿cuánta gente puede hacer lo mismo? ¿Un 20%? ¿Un 10%, quizás? ¿Dónde recargarían los coches todos esos conductores?
También está el problema de que sustituimos un problema —combustibles fósiles para los motores de coche— con otro —combustibles fósiles para generar la electricidad que consumen los eléctricos—. Es cierto que aquí las renovables pintan bien y seguramente sirvan para ir reduciendo esa dependencia, pero probablemente eso no ocurrirá en mi generación, y no tengo nada claro que ocurra en la de mis hijos salvo, quizás, que alguien logre resolver el problema de la fusión nuclear.
Pero esa es otra flipada, claro. O si no lo es, como digo, no será algo que esté especialmente cerca. Quizás tardemos 20 o 30 años más en tener esa energía ilimitada y "gratuita" que plantea esta tecnología, pero mientras tanto, ¿qué?
Pues tal y como yo lo veo, nos queda mucho de coches de combustión, pero sobre todo creo que lo que tiene más pinta de solucionarnos la papeleta no son los eléctricos, sino los híbridos enchufables. Los veo perfectos para la mayoría de usuarios urbanos: esos 50 o 60 km de autonomía eléctrica cubren buena parte de las necesidades en el día a día y no necesitamos toda una noche para recargarlos: sería factible hasta hacerlo en electrolineras en tiempos razonables. Y si no puedes apañarte con el motor eléctrico, siempre tendrías el de combustión de toda la vida, perfecto además para poder hacer viajes largos con la comodidad de siempre.
Eso daría algo importante a la industria: tiempo. Tiempo para ir avanzando en infraestructuras —más electrolineras y más potentes—, y en el desarrollo de más y mejores baterías para ese teórico futuro 100% eléctrico.
De eso hablaba ayer un compañero en Xataka. De cómo Toyota se ha convertido en l'enfant terrible de la transición al 100% eléctrico porque sencillamente se niega a fabricar coches eléctricos. Ellos, a lo suyo: están apostando por los híbridos enchufables y no renuncian a los motores de hidrógeno que yo, sinceramente, sigo viendo bastante peligrosillos.
Lo curioso es que los de Toyota son los únicos que lo dicen públicamente, pero por lo visto toda (o casi toda) la industria piensa lo mismo. El coche eléctrico está muy bien, pero los motores de combustión —que por lo visto han evolucionado para ser bastante eficientes y menos terribles con el medio ambiente— seguirán siendo importantes durante bastante tiempo. En BMW seguirán desarrollando motores de combustión, y me da a mí que más y más fabricantes irán poco a poco sumándose al "sí sí, mira nuestro 100% eléctrico pero ojo, también tenemos estos estupendos enchufables".
No parece posible otro futuro. Mi Tesla definitivamente tendrá que esperar.