La séptima temporada de Juego de Tronos, en dos sentadas

La séptima temporada de Juego de Tronos, en dos sentadas
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Aviso: hay spoilers, así que si no la habéis visto, dejad de leer.

Cómo he disfrutado de esta séptima temporada. Como Tyrion, vaya. Como un enano. Lo de muestra el hecho de que me haya tragado los siete capítulos en un par de sentadas nocturnas que pudieron quedarse en una sola si no fuera porque al día siguiente tenía que trabajar.

Se han ido todas mis críticas a la serie. La quinta temporada me dejó un poco mareado con tanto hilo argumental, mientras que la sexta la cosa se simplificaba para evitar historietas secundarias con menor interés.

En la séptima temporada he asistido básicamente a una evolución de esa simplificación. Los hilos argumentales convergen al fin, y de repente vemos a muchos de los protas juntos y revueltos. Como en cada temporada tenemos capítulo efectista (en este caso el cuarto, con unos dragones muy bien resueltos) y también alguna baja bastante destacable que sigue un patrón curioso: antes caían los buenos, y desde hace unos capítulos los que acaban matarile son los malos malísimos, algo que da cierta vidilla a quienes como yo creemos en la

venganza

justicia.

Igual ha sido esa libertad que ha dado a los guionistas ir ya por libre y sin las novelas de George R. R. Martin para hacer que todo sea menos enrevesado y más cinematográfico. O que haya hasta una historia de amor bastante esperada y esperable. O de que como digo, todo apunte a un final feliz, que es el que yo creo que acabará teniendo la serie.

La serie aquí ha dado un vuelco, porque antes los personajes más malotes eran los que parecían tenerlo todo a favor, y de un tiempo a esta parte los buenos de corazón (o los que tenían al menos un buen fondo) parecen estar recuperando terreno, ganando batallas (dialécticas y armadas) y consiguiendo que el bien triunfe sobre el mal.

Mientras tanto, eso sí, una evolución fantástica de la trama central y de todos los personajes. Los caminantes blancos avanzan con nuevo fichaje estrella (veremos cómo se cargan al amigo) aunque sean algo menos inquietantes que en episodios pasados. Hasta Bran es menos plasta en este temporada, pero es que casi todos los personajes realmente protagonistas siguen ganando enteros. John Nieve es el bueno por antonomasia, Daenerys es un poco cabezona pero va entrando en razón, Tyrion sigue siendo genial (aunque en esta temporada no asume tanto protagonismo) y Cersei está, como siempre, inmensa. Mala malísima y coherente con la trama e historia previa. Sansa, eso sí, sigue siendo de lo peor de la serie (o lo peor). Que alguien se la cargue de una vez, de verdad.

Sea como fuere, pocas fisuras en una serie con una producción que sigue siendo espectacular, creíble sin ser súper efectista y que sin dar tampoco pie a muchas reflexiones filosóficas sobre el bien o el mal se disfruta a tope. Muy de palomitas, que no es mala cosa. Ahora a esperar el desenlace, que ya veremos si logro poder ver de seguido sin que alguna red social me la destripe. Qué difícil es ver series súper-populares en los tiempos que corren sin que te las destrocen con los spoilers por doquier.