La Raspberry Pi ante la obsolescencia
He traicionado a mis Raspberry Pi. Cogen polvo en un cajón porque las he ido reemplazando por otros dispositivos que me resolvían mejor ciertos problemas. El ejemplo perfecto está en ese Beelink GS1 que analicé hace tiempo y que ofrecía una alternativa más llamativa a la hora de controlar mis contenidos multimedia en casa.
¿Qué ha pasado? Que la Raspberry Pi se me ha quedado atrás. Los primeros problemas aparecieron al tratar de ver contenidos HEVC, un códec que se le resiste a estos prodigiosos miniPC y que se utiliza cada vez más por todos lados. También me ganó la posibilidad de tener funcionando Android en el Beelink por su catálogo software. Eso, entre otras cosas, me permitía poder usar esta cajita para reproducir contenidos de Netflix o de Amazon Prime Video —los dos servicios que utilizamos en casa— en la tele sin historias.
Son dos peros importantes para un miniPC que empieza a enfrentarse a la obsolescencia. El propio Eben Upton lo reconocía el otro día al anunciar la nueva Rpi Compute Module 3+, de la que decía que junto a la RPi 3B+ es “el último de una línea de productos basados en Raspberry Pi de 40 nm”. Hablar de chips de 40 nanómetros cuando en la actualidad tenemos procesadores móviles con tecnología de 7 nm da una idea de cómo están las cosas.
Que sí, que ya lo sé. Que estamos hablando del ordenador prodigioso de los 35 dólares. Bueno, más bien de los 38,95 euros, y eso en plan pelao. Sin teclado, ratón, adaptador de corriente o tarjetita microSD. Es más bien el ordenador prodigioso de los 60 o los 80 euros, según lo pijos que nos pongamos. La cosa no parece muy llamativa si tenemos en cuenta que por apenas 150 euros tenemos un portátil (muy mediocre, cierto) completo con su pantalla y Windows 10 preinstalado.
Que sí, que también lo sé. Que estoy comparando churras con merinas. Y sin embargo, la Raspberry pi está empezando a agotar la paciencia de los usuarios, sobre todo cuando vemos que no paran de aparecer alternativas más potentes e interesantes y que aun siendo algo más caras dan respuesta a las necesidades de muchos usuarios. Habla muy bien de todas ellas Manuti en Raspberry Para Torpes, por ejemplo, y aquí hay otra lista de rivales interesantes con el Odroid Xu4 como clara referencia. Lo bueno es que hay de todo para todos, y aunque la Raspberry Pi sigue siendo la referencia por su comunidad de usuarios, no debería dormirse en los laureles.
La idea del post me la apuntaba hace unos días tras leer este “Qué tiene de malo la Raspberry Pi“, un artículo estupendo en el que se van desgranando uno a uno los retos de la Raspbery Pi. Retos que empiezan con sus problemas con la conectividad USB y la conectividad de red, y que hacen que aunque la RPi presuma de conectividad Gigabit Ethernet en realidad esté limitada a unos 40 MBps de velocidad de transferencia. Con las unidades USB pasa igual: las tasas llegan a los 20 MBps pero se quedan ahí, algo casi absurdo cuando llevamos ya años disfrutando de puertos USB 3.0 estupendos en este tipo de miniPCs.
En ese análisis no dejan títere con cabeza. La GPU sigue siendo un problemón por tener código propietario que no deja que la Raspberry Pi “se libere”, y de hecho actúa con una actitud dictatorial con la CPU de estos miniPCs, controlando por ejemplo el throttling del procesador: la CPU de las Raspberry Pi podría ir más rápido, pero la GPU no le deja. Alucinad.
Hay más limitaciones con la fuente de alimentación, con la entrega de corriente y con otros muchos elementos que hacen que la Raspberry Pi que tenemos hoy en día sea una sombra de lo que debería ser. No digo que la Raspberry Pi sea mala, ojo: digo que podría ser mucho mejor sin que el coste se incrementara de forma absurda.
Aquí muchos podríamos pedirle de todo a esa futura Raspberry Pi 4. Como decía Manuti (de nuevo) en otro artículo reciente, lo normal sería ver una RPi con al menos 2 GB de RAM, con puertos USB 3.0 (de verdad), con Gigabit Ethernet (de verdad) y con soporte del códec HEVC. Y ya por pedir, con ranura M.2 para unidades SSD, aunque eso me parece prácticamente imposible. Pero oye, ¿por qué no una versión “premium” con todo eso y otra más estándar con algunos recortes?
Para mí habría aún un reto más interesante, y no hardware, si no software. Ahora que Windows corre sin problemas en micros ARM, poder utilizar Windows en una Raspberry Pi tendría su encanto para mucha gente. Que sí, que Linux es fantástico y demuestra una vez más que se puede hacer mucho con muy poco, pero si además uno pudiese ejecutar Windows como ocurre en algunos miniPCs más potentes con arranque dual (Windows/Android), esa Raspberry Pi sería probablemente muy interesante para mucha gente incluso como pequeño y modesto puesto de trabajo.
Dudo que veamos algo así, y dudo también que veamos una nueva Raspberry Pi en este 2019. En la Raspberry Pi Foundation se están dejando querer, y el problema es que lo hagan durante demasiado tiempo y se les acabe pasando el arroz. Mi sensación es que la Raspberry Pi está perdiendo algo de frescura y atractivo por esa dejadez, y solo espero que no se acomoden —seguro que no lo están haciendo, pero lo parece— y den un buen empujón a la RPi, no solo para esa comunidad maker que ha convertido a la RPi en lo que es, sino para todos esos otros usuarios a los que aún no ha conquistado y que podrían acabar con una de estas maravillas en su casa.
Y no para que cogiera polvo en un cajón, como les está pasando a mis RPis. Maldición.