La Raspberry Pi 5 es genial hasta que deja de serlo

La Raspberry Pi 5 es genial hasta que deja de serlo
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Tuve la Raspberry Pi original, la Raspberry Pi 2 y la Raspberry Pi 3 Model B. Luego ya no compré más, aunque me sentí tentado de comprar esa maravilla llamada Raspberry Pi 400.

El caso es que cada vez que me compraba uno de estos cacharritos, siempre intentaba hacer lo mismo:

Convertirlo en un PC.

O más que "en un PC", "en mi PC" para saber si podría trabajar con él normalmente. El sueño, de hecho, era el que planteaban los creadores de la Raspberry Pi cuando hablaron originalmente de la Raspberry Pi, ese "ordenador de 25 dólares" que permitía hacer un montón de cosas, pero que en realidad no era ese ordenador que quizás uno esperaría que fuera.

Aquí nos engañamos todos un poco. Es imposible que un ordenador de 25 dólares pueda hacer lo mismo que uno 10 o 20 veces más caro, pero nosotros seguíamos esperando eso de las Raspberry.

Era además mentira que costase 25 dólares o luego 35. Había que comprar unos cuantos accesorios y conectarlo a un monitor, teclado y ratón que se supone que tenías rondando por tu casa. Y aún ahorrando esos costes, insisto, el rendimiento de las Raspberry Pi, aunque ha ido mejorando, era lógicamente limitado. ¿Podías trabajar con esto como un PC? Bueno, con las Raspberry Pi 4 sí, pero ibas a notar sus limitaciones.

No sé qué pasará con la Raspberry Pi 5 que acaba de anunciarse, pero hay que poner un poco los pies en el suelo. Estamos ante un miniPC que cuesta ya una cantidad bastante más importante —unos 70 euros en su versión de 4 GB—, pero es que incluso en ese caso el rendimiento que podemos esperar está a años luz de un PC convencional, incluso de baja gama.

Yo me he ilusionado como todo el mundo al ver las novedades: la RPi 5 es hasta 3 veces más potente que la RPi 4, es posible conectarle una unidad SSD y hasta tiene botón de encendido (¡aleluya!), pero una vez más le pasa lo que pasaba a todos sus predecesores:

No puedes esperar que esto haga lo que un PC normal.

Y no puedes porque no es comparable. Estamos ante una plaquita con un chip de 16 nm con cuatro núcleos ARM bastante modestitos. No deberías querer uno de estos para trabajar, sino para juguetear con pequeños grandes proyectos de bricolaje informático, que es lo que nos ha maravillado todos estos años de las Raspberry Pi. Hay centenares de ejemplos geniales, pero una vez más cuando veo a la gente analizando las Raspberry Pi ellos (como yo) comenten el error clásico: compararlas con un PC normal.

Justo le pasa a Jeff Geerling, que en su vídeo análisis repasa con detalle todas las novedades y luego empieza a hacer experimentos que yo también hubiera hecho en su lugar. Intentar enchufarle una gráfica, una unidad SSD, y mil cosas para ver qué tal se comportaba.

El propio Geerling reconoce que la RPi 5 se queda incluso algo corta con respecto a sus competidoras directas, la Orange Pi 5 y la Rock 5 Model B, que son bastante más caras pero también bastante más potentes y solventes. Y de nuevo, ninguna es "un PC" como tal.

Cuando la han lanzado esta mañana, me he preguntado si esas RPi 5 podrían por ejemplo servir para montar un NAS eficiente. Como poder podrían, pero dudo que fuera una solución ideal por las propias limitaciones de expansión de la placa, que mejora mucho en I/O respecto a su predecesora pero que sigue estando muy en desventaja respecto a un PC normal y corriente.

De hecho, hay una comparación triste pero real. Desde que me monté mi Xpenology estoy medio pendiente de placas un poco más potentes en este sentido, y por ejemplo hace poco vi la ASRock MB N100M con un Intel N100 integrado en placa. Ese micro es unas cuatro o cinco veces más potente que el de la RPi 4, y probablemente sea dos o tres veces más potente que el de la RPi 5.

¿Sabéis cuánto cuesta esa placa? 140 euros. Es cierto que luego tienes que comprar memoria, pero 8 GB salen por unos 20 euros. A partir de ahí, las comparaciones son odiosas. Vale que cuesta el doble, pero la capacidad de esta placa (que repito, ya tiene la CPU+GPU montada, preparada y con su disipador listo) para funcionar como un PC son asombrosas si te quieres montar algo por tu cuenta.

La cosa es aún más triste si te das un paseo por AliExpress. Los miniPCs con carcasa basados en el N100 con 8 GB de RAM y 256 GB de SSD (conectas a monitor, teclado y ratón y a tirar millas) cuestan una miseria: por 125 euros tenéis uno. De marca nisupa, vale, pero ahí está.

Con estas odiosas comparaciones no quiero decir que la Raspberry Pi 5 sea una patata. Dios me libre. Es un miniPC genial... hasta que deja de serlo. Y eso ocurre cuando lo comparamos con lo que no debemos compararlo. No es justo, y no debería hacerse.

Pero es inevitable. Y por eso es importante tener claro para qué vas a usar la Raspberry Pi. ¿La quieres para algún proyecto maker estupendo y maravilloso? A por ella.

¿La quieres para usarla como un PC? Aquí, amigo mío, voy a insistir: si quieres un PC (o un Mac), cómprate uno. No intentes que algo que cuesta 90 euros sea lo que no es.

No puede serlo. Y eso está bien.